Ed Dawson llevaba 4 años aburriéndose en Roma como corresponsal del
periódico de Mr. Chalmers. Hasta que, en una calurosa tarde de julio,
una llamada del mismísimo Mr. Chalmers vino a sacarle de la monotonía:
el gran jefe le anunciaba la llegada de su hija Helen, estudiante de
arquitectura. La chica parecía seria, aburrida y capaz
de cuidar de sí misma, de modo que no tendría que hacer de niñera.
El periodista estaba lejos de suponer que Helen no era precisamente una muñeca inofensiva: pocas semanas más tarde, y por culpa de la muchacha, sería considerado sospechoso de asesinato. Dawson tenía recursos y estaba dispuesto a salir del apuro por sus propios medios, pero la bola de nieve iba aumentando de volumen: en pocos días se vio encañonado por un revólver, fue aporreado por un gorila y empezó a oír hablar de la mafia neoyorquina, de alijos de droga, de chantajes...
El periodista estaba lejos de suponer que Helen no era precisamente una muñeca inofensiva: pocas semanas más tarde, y por culpa de la muchacha, sería considerado sospechoso de asesinato. Dawson tenía recursos y estaba dispuesto a salir del apuro por sus propios medios, pero la bola de nieve iba aumentando de volumen: en pocos días se vio encañonado por un revólver, fue aporreado por un gorila y empezó a oír hablar de la mafia neoyorquina, de alijos de droga, de chantajes...