
De ser una droga ilegal mas, casi desconocida, la cocaína se convirtió en los años setenta en un negocio internacional que movía millones de dólares y era la cusa de ascenso y caídas de naciones enteras. Los todopoderosos carteles colombianos contaban con un contacto norteamericano que les prestaría un servicio inapreciable, se trataba de George Jung, un chico corriente de pueblo que un día decidió montar un negocio de importación de cocaína a gran escala, utilizando su talento empresarial para ofrecer a sus clientes un nuevo tipo de droga. Jung empleó todo su ingenio, su valor y su pericia en lograr convertirse en el personaje clave del comercio de cocaína en los años 70 y 80. Pero finalmente su avaricia le llevaría a perder todo lo que había logrado.