
x Russell Martin - Beethoven murió a finales de marzo de 1827. Ferdinand Hiller, una joven promesa de la época, cuyo mentor lo había llevado días antes en presencia del genio alemán -como a éste lo llevaran en su momento frente a Mozart-, le cortó un generoso mechón de pelo tras su muerte. Lo guardó en un guardapelo, y convertido en reliquia, el cabello de Beethoven siguió una odisea de tumbos por el espacio y el tiempo hasta llegar a nuestros días, cuando tras hacerse con él gente con inquietudes científicas lo pusieron en manos de especialistas para intentar desvelar, tras su análisis, el enigma de la documentada mala salud de Beethoven y, cómo no, de su sordera.