domingo, 28 de julio de 2019

Jose Sbarra - Plástico cruel (1992)

- Título: Plástico cruel 
- Autor/a: José Sbarra 
- Año de publicación original: 1992

 

PRIMERA PARTE

 

 

            «Yo te buscaré a quién amar
            antes de que seas un niño:
            después te toca abrir tu caja
            y comerte tus sufrimientos.»
            NERUDA





            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Me contó su vida en el baño de la Estación Central.
            Cuidaba cerdos, y olía a eso, pero se negaba a tocarme. Cogía en una batea con una cerda y le daba asco tocar a un travesti.
            Sin embargo, en sus ojos, hubo un margen de curiosidad cuando le mostré las tetas… Y, como que soy la más puta de las poetas, aproveché ese margen.
            —Dejame en paz.
            —No pretendo alterar tu paz, sólo deseo chuparte la pija.
            Llegó a la ciudad en un tren de carga. Vino para triunfar como poeta (de lo cual deduje que su idea de la realidad es un tanto distorsionada). Pero es casi un niño (un niño de campo, se entiende).
            —No me gustan los maricas.
            —¿Dónde viste un marica con tetas, bebé?… Soy un travesti.
            Su primer amor fue una cerda particularmente mansa: la ponía en una batea y ahí se la cogía. Unas niñas exploradoras completaron su educación sexual. Y yo lo tenía ante mí, recién llegado, casi indefenso.
            —Fumate un cigarrillo, me gustan los hombres indiferentes, que fuman mientras les chupo la pija.
            Fue monaguillo y niño-dios en el pesebre viviente de su pueblo.
            —Tomá. Vas a necesitar algo de dinero hasta que triunfes.
            —Gracias, me llamo Axel.
            —Axel, el Cerdo.
            —No, Axel, nada más.
            —Para mí sos Axel, el Cerdo. Lo digo cariñosamente.
            —Todo hay que entenderlo al revés: sos un hombre, pero sos una mujer, y los insultos son pruebas de cariño.
            —Me gustan los chicos que aprenden rápido. Mis amigos me llaman Bombón.
            —¿Bombón?
            —Sí, es una cosa que se come. Voy a presentarte a mis amigos.
            —¿Son todos como vos?
            —Sí, son todos poetas.
            —Me refiero a si…
            —Hombres y mujeres normales… podría decirse así. Bueno, ¿somos amigos o no?
            —Pero amigos, nada más.
            —No soy El-ogro-come-niños.
            —Si me preguntan, ¿digo que sos mi amigo o mi amiga?
            —Vos no venís del campo, venís de otro planeta.
            —Sos muy divertida, Bombón.
            —Y vos tenés la risa y la verga más puras que conocí en toda mi poética y puta vida.
            Sus ojos me tomaban fotografías y yo salía muy bella.
            —¿Dónde está tu equipaje?
            —No tengo.
            —Sí que tenés, Axel, no lo olvides nunca, el equipaje lo llevas entre las piernas.
            Desde este diario declaro al baño para caballeros de la Estación Central como Honorable Salón de Poetas.
            Lo más increíble no es dónde conocí a Axel, el Cerdo, ni tampoco el hecho de haberlo conocido. Lo más increíble es que mientras escribo mi diario, él está en mi cama, durmiendo desnudo.
            Desde cualquier ángulo que la enfoquen, mi vida se ve fascinante.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel, el Cerdo, podrá vivir en la ciudad. Consiguió un sótano. Le regalé un póster que hicieron con una foto mía hace mil años. Le llevo cigarrillos y comida. Come como un tigre, un león y un elefante.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            ¿Ya dije que lo amo?


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —Perdí el vuelo y suspendieron los próximos porque no sé quiénes están de huelga.
            —Tomás un autobús y listo.
            —Pero mi equipaje se va en el vuelo que perdí.
            —Pediré que lo retiren y te reunirás con él en cuanto llegues.
            —¿La gente que me espera no lo tomará a mal?
            —Linda, es un detalle de muy buen gusto que el equipaje de una dama llegue antes que ella.
            —¿Yo soy una dama?
            —No, hija, y a juzgar por tu incapacidad para distinguir una trufa a las hierbas de un corazón de ciervo a la parrilla no llegarás a serlo nunca.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            —¿Qué es lo que más te gustaría hacer, pequeño cerdo?
            Axel tiene la edad en que todavía se desean cosas que se pueden obtener.
            —Ir al mar.
            —Decís «ir al mar» como yo diría «a París».
            —No estuve nunca en el mar. Cada vez que leo esa palabra en un libro, me dan ganas de subirme a una carretera y bajarme en la playa.
            Música para mis oídos. Me conmueve. Cualquier estupidez que dice Axel se convierte en música para mis oídos. Me conmueve. Es tan joven que me siento como una madre, una putísima madre, se entiende. No fui con él porque no puedo abandonar mis shows en el Boogie-Bar. Y porque no quiero ser detenida por corruptora de menores. Le compré un pasaje. Lo empecé a extrañar desde que le compré el pasaje. ¡Qué duro ser madre!


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            El mar no sabe que es mar ni que lo amás.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Me reúno con La Malco, Trespa y Frula en la Estación Central. Todos me preguntan por Axel, ese chico los impresionó tanto que hasta inspiró un poema de Frula: «Mi amante es una cerda».
            Hace cuatro meses que Axel llegó a la ciudad y a mi vida.
            Cuatro meses de amor unilateral y desmesurado. Todo en él me conmueve: es el chico que yo hubiese querido ser.
            Soy la puta-madre-cerda, cuando mi pequeño regrese de la costa, pasaré una noche entera con mi mejilla reposando entre sus piernas.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Me dejás del lado de la ventanilla?
            —Mnnn. Pasá.
            —¿Tristeza o malhumor?
            —Fastidio. No salen aviones y tengo que viajar en esto.
            —Esto es un autobús. Al principio parece horrible, pero después pasan una película y te dan un alfajor.
            —¿Sos el hijo del dueño de la empresa?
            —¿Tengo el aspecto?
            —Para nada. ¿Te molesta si fumo?
            —Por mí podés fumar, masturbarte o violar al chofer que me da igual.
            —Sólo quería saber si te molestaba el humo
            —Y yo te respondí que no.
            —Hablás como un rockero. ¿Sos una estrella de rock o «algo así»?
            —Una estrella de rock no soy, pero ¿qué quiere decir «algo así»?
            —Nada. Es una manera de hablar. Me llamo Linda Morris, ¿y vos?
            —Yo no.
            —Desde la escuela secundaria que no escucho un chiste tan estúpido
            —Es mi problema con las mujeres cultas. Yo soy Axel, para los amigos Axel, el Cerdo.
            —El viaje va a ser largo, conviene que hagamos esfuerzo por ser simpáticos.
            —Espero que tenga baño este autobús.
            —¿Baño?
            —Sí, Linda, es un espacio pequeño con una pileta, un espejo y un inodoro para…
            —Sé muy bien lo que es un baño. Está ahí atrás.
            —Gracias.
            —¿No ibas al baño?
            —Sólo quería saber si había, porque siempre tuve la fantasía de voltearme a una mina en el baño de un autobús.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel tiene un aspecto que a cualquier mujer le hace pensar: «Una ducha y a la cama». Pero es más fácil llevarlo a la cama que a la ducha.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Yo tengo veintiséis. ¿Vos cuántos años tenés?
            —Si después de «cuántos años», viene «¿de-qué-signo-sosy-qué-animal-en-el-horóscopo-chino?», mejor yo sigo leyendo y vos seguís con lo que estabas haciendo antes de abrir la boca.
            —Sólo quería saber tu edad, sospechaba que te habías escapado del jardín de infantes.
            —Ahora tu sospecha quedó confirmada.
            —Te prometo que no hablo más, pero decime cuántos años tenés.
            —Los suficientes como para meterme en la cama de una mujer que no sea mi madre.
            —Llegamos.
            —¿Me dejás pasar, Linda?
            —¿Adónde vas?
            —Al mar.
            —Obvio, pero supongo que irás a un hotel, ¿no?
            —No. Voy al mar.
            —¿Pensás dormir en el agua?
            —No, en la arena.
            —¿Te estás burlando?
            —No.
            —¿Y tu equipaje?
            —Lo llevo entre las piernas.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Hambrienta de sexo. He perdido el placer de estar una noche a solas. El chico de los cerdos todavía no regresó. Sufro como una madre, de esas.



 SEGUNDA PARTE

 

 

            «¿Tenemos que amarnos para
            conocernos o tenemos que
            conocernos para amarnos?»
            MICHELANGELO ANTONIONI
            (El Eclipse)





            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Vio el mar por primera vez. En la distancia el mar era azul.
            Incuestionablemente azul. Sintió la felicidad de comprobar. Corrió desnudo por la arena de una playa sin turistas hasta que las olas le salpicaron la cara. Se detuvo, sospechando algo terrible, tomó entre sus manos un poco de mar. Y lo temido ocurrió. En el hueco de sus manos, el mar dejaba de ser azul, era sólo agua transparente. Acortar la distancia para destruir el encanto.


            Primera alucinación
 EL ENCUENTRO


            Con la mitad del corazón agonizando y la otra mitad en estado catatónico entré en el Boogie-Bar. Ella estaba sentada en el taburete de la perversión.
            Me acerqué guardando la timidez en el bolsillo izquierdo de mi pantalón azul marino que nunca navegó. Algún lisérgico escultor la había sentado ahí para tenerla de modelo. Saqué la mano del bolsillo cuidando que no se me cayera la timidez, por si en otra ocasión necesitaba de tu silencio.
            Ella lanzó hacia mis ojos dos líneas eléctricas. Cambié la dirección de sus feroces rayos y se los devolví. No estaba dispuesto a que extrajera de mi corazón el clorhidrato de la locura.
            La saludé acariciando sus pechos. Le hablé de mis sueños con las manos.
            Ella me respondió mostrando su lengua sedienta. Tiré de esa lengua, que era mucho más larga de lo que Brueghel hubiese imaginado. Una canción empezó a sonar entre sus piernas, una canción profunda. Y se le encendieron luces plateadas y anaranjadas en las orejas.
            Giré la pupila de su ojo izquierdo con la esperanza de que se abriesen las puertas del amor.
            En la vuelta 44 aproximadamente se produjo una explosión que desmoronó su nariz. Este hecho resulta bastante sorprendente si se tiene en cuenta que su aspecto era el de una mujer habituada a los terremotos del orgasmo.
            En su ojo derecho, como una máquina tragamonedas, se sucedieron imágenes de uvas, granadas y fresas hasta quedar detenido ante mi asombro, su número telefónico.
            Recordé aquel proverbio medieval que dice: «No metas en tu cama a nadie que esté más loco que tú», y decidí marcharme. Antes de hacerlo, por si al día siguiente cambiaba de opinión, tomé nota del número de su teléfono.
            FIN DE LA ALUCINACIÓN


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Volvió a su cueva Axel, el Cerdo. Sé que volvió de la playa, pero todavía no vino a verme.
            Le regalé el pasaje y algo de dinero. Por la noche y por la arena y por una mujer arrojó al mar las piedras luminosas de nuestros buenos momentos.
            ¿Por qué no fui con él?


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Vas a venir?
            —¿Querés que vaya?
            —¿Por qué no respondés directamente?
            —Porque vos no pedís directamente. Decime exactamente lo que querés.
            —Quiero saber si vas a venir.
            —No.
            —Bueno, yo quería saber nada más…
            —Axel…
            —¿Qué?
            —¿Por qué?
            —¿Por qué, qué?
            —¿Por qué no podés expresar tus sentimientos?
            —Será porque no tengo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Si lo pierdo a Axel puedo instalar un circo con tigres, leones y elefantes. Gastaría en alimentación lo mismo que gasto con Axel.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Te recordaba más alto.
            —Siempre decepciono la segunda vez. ¿Te gusta mi casa?
            —Nunca pensé que pudiera haber vida humana en un sitio como este… ¡Aaaay! ¡Ratas!
            —Son Pablo y María, no les temas, tienen su propia comida.
            —¿Qué es esto?
            —La cocina. Y pasando esa pila de escombros está el baño.
            —Va a quedar hermoso cuando termines de refaccionarlo.
            —Ya está terminado.
            —¿Qué era antes… esto?
            —Un estacionamiento subterráneo, ahora es mi casa.
            —¿Vivís sin ventanas?
            —Y duermo de día, pero no me encierro en un ataúd ni clavo los colmillos en el cuello de las mujeres.
            —¿Ese desayuno es para nosotros o tenés caballos?
            —Leche, cereales, frutas, miel, queso y fiambres. Una amiga me manda esto porque estoy en la edad del crecimiento.
            —¿Vas a desayunar desnudo?
            —No creo que los vecinos puedan espiar, pero para que no se altere tu digestión vamos a fumarnos un buen porro.
            —No, gracias. Si anoche aparecí aquí, no quiero pensar dónde puedo despertarme si fumo otra vez esa cosa.
            —¿Qué buscás?
            —Un reloj.
            —No hay. ¿Es tan importante saber qué hora es?
            —No sé, pero quizás me dé una idea de que aún estoy dentro del sistema solar.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Todavía no reapareció (Axel, el Cerdo, por supuesto). Extraño su voz ronca de cachorro excitado.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Mis amigos son La Malco, Frula, Trespa y Bombón.
            —¿Qué significan esos nombres?
            —La Malco quiere decir: la malcogida.
            —¿Frula?
            —Frula, lo sabe todo el mundo, quiere decir cocaína.
            —¿Bombón y Trespa?
            —Un bombón es una cosa que se come. Y a Trespa le dicen así desde chico.
            —¿Vos no tenés ningún apodo?
            —Si, me dicen el Cerdo, Axel el Cerdo.
            —Viéndote, no hace falta preguntarte por qué. ¿Bombón y Trespa son pareja?
            —No, a Trespa le gusta otra clase de mujeres.
            —¿Qué clase de chica es Bombón?
            —Es la clase de chica que puede ser un chico.
            —¿Es lesbiana?
            —No, es travesti.
            —¿Está operada?
            —Tiene tetas, buenas tetas.
            —Pero… ¿abajo?
            —Tiene huevos.
            —¿Te acostaste con Bombón?
            —Me chupó la pija un par de veces.
            —¿Por qué lo decís todo de la peor manera posible?


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            A mí me encienden por las tetas. Si un hombre me acaricia bien las tetas podrá obtener de mí lo que quiera. Mis pezones son el PLAY para que empiece el placer. Aprieta mis tetas y dará comienzo el juego. Me enciendo por ahí. No soy una mujer hasta que un hombre no abre sus labios para cerrarlos sobre mis pezones. Aprieta mi PLAY y el placer del mundo estará en tus manos.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Dónde conociste amigos tan extravagantes?
            —En el baño de la Estación Central.
            —¿En un baño público?
            —Sí, es un sitio generalmente amplio y sucio, donde culmina el ciclo de la digestión.
            —¿Pero qué hacen en el baño?
            —Reuniones de poetas y algunos negocios. Es más cálido que la calle y no te obligan a consumir como en los bares.
            —¿Y el olor?
            —Nos agrada bastante.
            —¿La Malco también pertenece al taller literario del baño público?
            —No, La Malco atiende el kiosco de cigarrillos de la estación.
            —¿Qué hacía Bombón en el baño el día que la conociste?
            —Entró para sacarse la ropa de mujer y ponerse la ropa de hombre porque la estaban siguiendo.
            —¿Quiénes la seguían?
            —Dos policías que querían encamarse con ella sin pagarle.
            La vi salir del water vestida de hombre o de algo semejante. Llevaba un bolso con ropa y libros.
            —¿Libros?
            —Sí, unos objetos de papel con un montón de palabras inútiles que te hacen parecer inteligente.
            —¿Qué hace con los libros? ¿Se los lee a los clientes?
            —Le pregunté más o menos lo mismo y me contestó que no respondía preguntas idiotas. Yo le confesé que soy idiota.
            —¿Y qué te dijo?
            —Que ella era idiota y poeta. Yo también, le dije, soy idiota y poeta. Bombón agregó que era idiota, poeta y travesti. Yo tampoco, le dije.
            —¿Y así empezó una culta amistad?
            —Sí, me hizo pasar al water para demostrarme su calidad poética. Me bajó el cierre de la bragueta y metió mi pija en su boca.
            —Comprendo, no pudiste impedirlo.
            —Me dijo que ése era el alimento fundamental para su poesía.
            —¿Y qué hiciste?
            —Bueno, siempre estuve en contra de la desnutrición. No la soltó hasta que me hizo acabar.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Elegimos el ejemplar más exótico, nos enamoramos de su libertad y empezamos a construirle una jaula.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Por qué no trabajás?
            —Porque conozco el número privado de todos los peces, pero no me gusta molestarlos a cualquier hora.
            —Si te hacen una buena traducción puede ser que lo que dijiste sea una genialidad, pero yo no entendí nada.
            —Creo que entré por la puerta equivocada.
            —Por como vas vestido, parece que siempre entraste por la puerta equivocada.
            —Linda, ¿sos un ser humano o una muñeca de plástico?
            —Por lo desagradable pareces judío.
            —Lamentablemente no soy judío.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Cuántas complicaciones para realizar un acto tan simple y, sobre todo, tan breve.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Sabés que están haciendo ahora la mitad de la ciudad?
            —¿Qué?
            —Está cojiendo con la otra mitad. Si se atrevieran a gritar la felicidad de sus orgasmos caerían los vidrios de todos los edificios. Gritá, Plástico cruel, gritá.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿No estuvo mal, verdad?
            —Puede que seamos la pareja más extraña, pero lo que hicimos estuvo estupendo.
            —Entonces, ¿todavía tenés ganas de volver a verme?
            —Sí, Axel.
            —¿Aunque mis reservas de seducción sean limitadas?
            —Espero que sean limitadas.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Finalmente vino Axel, me encontró deprimida. Odio parecerme a La Malco.
            —Tengo cuarenta años, Axel.
            —Ni se te nota.
            —Sí que se nota.
            —¿En qué?
            —En qué, no sé. Pero sé cuándo. Y es cuando necesito sentirme deseada por alguien.
            Dio resultado. Axel durmió conmigo, abrazándome por detrás. Yo, obviamente, despierta toda la noche. Fue casi la felicidad.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Qué te gusta de mí?
            —Me gusta cómo te quedan los libros.
            —¿Y qué otra cosa te gusta de mí?
            —Que vivís fuera de la ley
            —¿Te gusta como funciono en la cama?
            —La gente no pregunta esas cosas.
            —Yo sí. ¿Te gusta o no?
            —Lo que más me gusta es que sos un chico extraordinario y ninguna mujer se da cuenta, no te miran con deseo, te dejan pasar como si no valieras nada.
            —¿Por qué te gusta eso?
            —Porque así permiten que solamente yo goce con vos. Sos un regalo muy caro envuelto en papel de diario.
            —Supongo que en tu estilo eso es un elogio. Pero no me respondiste si te gusta o no.
            —Sí, me gusta.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Sos el peor.
            —¿Por necesitar cuatro orgasmos por día?
            —La gente normal no lo hace tantas veces.
            —Nunca pretendí pasar por normal.
            —¿Qué hacés?
            —Dejame un poquito, vos dormí.
            —¡Axel, no!
            —Entonces chupame la pija mientras fumo un cigarrillo.
            —Yo no soy tu prostituta.
            —Ese es tu problema. Yo sólo le pido a la humanidad que me ponga un cigarrillo en la boca y que me chupen la pija.
            —Sos un perverso.
            —Sí.
            —Y estás loco.
            —También.
            —Estás muy loco.
            —Sí, y te pido que me chupes la pija ahora, antes de que tu cadáver y el mío estén masturbándose bajo la tierra.
            —Axel, los cadáveres no se masturban.
            —El mío impondrá esa costumbre.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —Axel me llevó al Boogie-Bar. Cuando apareció Bombón en el escenario, dijo: «Un leñador perdió su hacha y acusó a un joven del pueblo. Ese joven, según la opinión de todos, caminaba como un ladrón, miraba como un ladrón, y hablaba como un ladrón. Cierto día el leñador recordó el sitio donde había dejado su hacha y la recuperó. Desde ese momento, el joven del pueblo, según la opinión de todos, caminaba, miraba y hablaba como un chico normal».
            —¿Qué significa esa historia?
            —No sé. Pero después de contarla, Bombón empezó a hacer un strip-tease.
            —¿Se desnudó totalmente?
            —Claro, si no, nunca me habría convencido de que era un hombre.
            —¿Y por qué le gusta a tu amigo ese lugar?
            —Axel dice que es el único sitio donde se puede encontrar poesía.
            —¿Recitada por un travesti?
            —Para Axel, Bombón es el mejor actor y la mejor actriz del mundo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Hola, soy yo.
            —¿«Yo, quién»?
            —Axel, el Cerdo.
            —¿Hay otro Axel?
            —Sí, mi papá.
            —¿Y cómo está el cerdo Axel?
            —Bien. Te llamo para hacerte una pregunta.
            —¿Qué pregunta?
            —¿Todavía tenés ganas de verme?
            —Sí.
            —¿Estás segura?
            —Si. Lo estoy.
            —No quisiera que lo dijeses sin estar convencida.
            —Lo estoy de veras.
            —Esta noche hay luna redonda. Voy a verla en el parque.
            —Axel.
            —¿Qué?
            —¿Me estás proponiendo una cita?
            —Bueno, yo voy a estar en el parque, así que si vas, seguramente vamos a encontrarnos.
            —¿Me querés?
            —Estoy trabajando seriamente en ese asunto.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —Volvamos a casa, ese chico es peligroso.
            —¿Axel peligroso?
            —Si no lo es, ¿por qué me pediste que te acompañara?
            —Porque es tarde y me da miedo este parque.
            —¿Entonces por qué aceptaste una cita en este lugar?
            —Axel pensaba venir aquí aunque yo no viniera.
            —O sea que no sabe si vendrás o no.
            —Así es.
            —Tomemos un taxi y volvamos a casa.
            —Sigamos caminando.
            —Vos estás loca.
            —Allá está Axel.
            —¿Qué hace?
            —Mira la luna.
            —¿Se interna en este parque para mirar la luna?
            —Viene solamente cuando hay luna llena.
            —Tenés razón. Ese chico no es peligroso, es tonto.


            AXEL Y BOMBÓN


            —Hola, Axel, habla Bombón. Necesito que me prestes tu sótano-loft por una hora.
            —No puedo, Bombón, estoy con una chica.
            —Llevá a esa puta a algún cine que necesito tu casa. Es fundamental.
            —¿Vas a venir a meditar?
            —Un viejo me va a pagar 400 dólares.
            —¿Y por qué no lo recibís en tu casa?
            —Mi sobrina vino a pasar unos días. Ya tiene 14 años.
            —Comprendo. Está grande y se puede dar cuenta de la clase de vida que lleva su tío.
            —No es eso, cerdo.
            —Entonces, ¿qué?
            —Me lo quita. Tiene unas tetas preciosas y me quita los mejores clientes. ¿Me prestás tu cueva o no?
            —Sí. Pero está en un estado algo ruinoso.
            —¿Hay cucarachas?
            —Por suerte, no.
            —¿Les ponés veneno?
            —No, se las comen las ratas.
            —¿¡Hay ratas!?
            —Solamente dos: Pablo y María. Creí que las conocías.
            —No, Axel, no tuve el gusto.
            —Fue por recomendación tuya que las adopté.
            —Estás más loco que nunca. Yo no puedo haberte recomendado que tuvieses ratas.
            —Vos me dijiste que si me sentía solo, lo mejor era que me consiguiera una mascota. Bueno, conseguí dos.
            —Me refería a perros, gatos o pájaros, Axel.
            —Bombón, ¿cuánto hace que no nos vemos?
            —Por lo que contás, no nos vemos desde que tu casa formaba parte de la civilización occidental.
            —En el estado en que se encuentra no creo que sirva para tus negocios.
            —Pero no puedo traer al tipo a casa. Voy a la tuya. No creo que se fije mucho en la decoración. Y con respecto a las ratas, encerralas en la cocina por una hora.
            —No tengo divisiones. Tiré los tabiques.
            —Bueno, llevalas al cine con esa puta.
            —¿Cuándo venís?
            —Al tipo lo cito para las cinco y yo voy a llegar quince minutos antes, para poner un poco de orden.
            —De acuerdo, nos vamos al cine.
            —¿Con las ratas?
            —Las encierro en el baño.
            —Voy a sacarle 400 dólares. Cien te los dejo sobre tu cama.
            —No hay.
            —¿No hay qué?
            —Cama.
            —¿No tenés cama, Axel? ¿Y dónde dormís?
            —En el suelo.
            —¿Ponés el colchón en el suelo?
            —Eso de «colchón» es producto de tu fantasía.
            —¡Ay, Axel! Si no te conociese, pensaría que no querés prestarme tu casa.
            —Te dije que sí, Bombón, pero tengo que avisarte el grado de anarquía alcanzado.
            —Voy a llevar una colchoneta. Repetime la dirección.
            —Calle de la Luna 17 bis. La llave se la dejo a la portera.
            Ella está en el tercer piso, departamento 83.
            —¿Entre el primero y el tercer piso hay 83 departamentos?
            —Noventa
            —Axy, eso no es un edificio, es un palomar.
            —Pero palomas casi no hay porque las ratas les comen los huevos.
            —¿Sigue mi póster colgado en la pared?
            —Tuve que venderlo.
            —No importa, Axy, trataré de buscarte algún trabajo.
            —¡Qué clase de trabajo?
            —El más sucio que encuentre, no te alarmes. En unas horas estoy ahí. Hasta luego, Axel.
            —Bombón.
            —¿Qué?
            —¿Se trata de una broma, verdad?
            —¿Que necesito tu casa?
            —No, eso de conseguirme un trabajo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            Coches junto al lago. Dentro de las carcazas metálicas se encienden los cuerpos. En esa intimidad de vidrios y lata, las parejas fotocopian el amor.
            —¿De dónde sacaste este auto, Axel?
            —Me lo prestó un amigo, ¿te gusta?
            —Sí.
            —Ahí hay un buen sitio para fumarnos un porro, chupame la pija mientras lo armo.
            —¿Así?
            —Así, Plástico.
            —¿Qué pasa?
            —Era demasiado bueno para que durase.
            —¿Qué querés decir?
            —Que se acercan dos policías de la brigada-con-tra-el-placer, están alumbrando los coches con sus linternas, no te levantes.
            —¿Qué vamos a hacer?
            —Decirles que este humo es un sahumerio y que lo que tenés en tus manos no es mi pija sino un libro de poemas.
            —¿Se lo van a creer?
            —Si no nos creen, será nuestra primera condena juntos: seis meses por fumar porros…
            —Los abogados de mi padre lo pueden resolver.
            —Hay un delito más, Plástico.
            —¿Cuál?
            —Soy menor de edad.
            —¿Por qué no me lo dijiste antes?
            —No me parece el momento más adecuado para discutirlo.
            Aparte, hay otro delito.
            —¿Cuál?
            —El auto es robado.
            —¿A qué distancia están los policías, Axel?
            —Les quedan cuatro coches por revisar antes de llegar a nosotros.
            —Huyamos.
            —Hay otro delito.
            —¡Otro más! Sos el manual del delincuente completo.
            —Este delito es el más grave de todos.
            —¿Cuál?
            —Estoy enamorado de vos, Plástico Cruel.
            —Si de veras es cierto, apretá a fondo el acelerador.
            —¿Así?
            —Así, mi amor.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Nadie está a salvo. Me enamoré. Es así de simple. Las estrellas están de sobra. Si hasta yo, que nací en el país de los que siempre llegan tarde, estoy enamorado, quiere decir que le puede pasar a todo el mundo. No escucho campanas ni me da por besar a la portera. No salto, no bailo, no canto, ni hablo solo, pero en algún rincón de mi cerebro están festejando con una banda y con fuegos artificiales. Estoy enamorado. Es más que un ácido. Demasiado. Es una felicidad que se pasa de rosca y te hace llorar. Es apenas soportable.


            AXEL Y BOMBÓN


            —Estoy enamorado, Bombón.
            —¿De mí? ¿Y me lo decís así?
            —De vos, no. De esa chica que conocí en el autobús.
            —¿Cómo se llama?
            —Linda.
            —¿Algún dato más que me permita imaginarla?
            —Es de plástico cruel.
            —Comprendo, Axel, ojalá no te destruya.
            —¿Estás felicitándome o me estás augurando un destino fatal?
            —Estoy diciéndote que te amo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Les hablaste de mí a tus amigos?
            —Les dije que estabas viniendo algunas noches por mi cueva. Y dos palabras más.
            —¿Qué significa: «dos palabras más»?
            —Eso, Linda, dos palabras. Solo dos palabras.
            —¿Cuáles?
            —Plástico Cruel.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿De veras que nunca te hiciste la paja?
            —No vas a conseguir que me sienta que la anormal aquí soy yo.
            —No me importa quién es anormal aquí ni en ningún lado.
            Pienso en el placer que te perdiste.
            —¿No se te ocurre que puedo haber tenido otros placeres?
            —¿Cuáles?
            —Muchos. No todo es sexo.
            —Nombrame los otros placeres.
            —Leer, conversar con amigos, escuchar música, pasear, ir al cine y a las exposiciones o al teatro.
            —No puedo creer que estés hablando en serio.
            —Sos vos el que no habla en serio.
            —¿Pretendés decirme que escuchar música es igual que un orgasmo?
            —Igual no, Muchas veces es mejor.
            —Es una broma, ¿verdad?
            —Aparte de lo que vos pensás, existe la realidad.
            —La realidad y yo andamos por caminos distintos y no siento ninguna curiosidad por ella. Decime, Plástico, ¿te gusta mi pija?
            —La gente no hace esas preguntas.
            —Yo sí.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            No soy una estúpida. Sí, soy una estúpida. Cada día que abro los ojos sé que estoy cometiendo un error.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Voy a preparar un té.
            —Hay en la lata que dice orégano.
            —¿Y el azúcar dónde está?
            —En la lata que dice harina.
            —Todo muy práctico.
            —En la lata que dice glucosa, hay glucosa.
            —¿Para qué tomás glucosa?
            —Es para cortar cocaína.
            —¿Sos un traficante?
            —Eso de «traficante» suena demasiado espectacular. Compro para mí y vendo la parte que me sobra.
            —Corregida y aumentada.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Estoy perdiendo a Axel, lo más hermoso que encontré en mi puta y poética vida. Ayer me preguntó:
            —¿Por qué hacés lo que yo quiero y me das siempre la razón?
            —Porque a los niños y a los locos no hay que contradecirlos, y vos sos las dos cosas.
            Axel entendió el sub-texto y se portó como antes de conocer a su muñeca Barbie. Pero lo estoy perdiendo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Cualquier cosa que pase, me mandás al frente a mí. Fuiste a traerme algo que yo te pedí y no sabés nada. ¿De acuerdo?
            —¿Entonces, por qué no vas vos?
            —A mí me ven la facha y ya saben que llevo algo. A vos ni se les ocurriría pararte. La policía tiene olfato.
            —¿Dónde es?
            —En una relojería.
            —¿Una relojería?
            —Sí, un negocio con un señor que se pone una lupa en un ojo y está todo rodeado de relojes.
            —¿Y cómo se la pido?
            —En la vidriera hay un neón rojo. Al lado hay otro neón verde. Si el neón rojo está apagado, no te acerques. Y si el neón rojo está encendido: entrá y pedile cinco gramos para Axel, el cerdo. El tipo que te va a atender es mi amigo Frula.
            —Si el neón rojo está apagado: peligro, y si el neón rojo está encendido: adelante. ¿Y para que tiene el neón verde?
            —Ese anuncia que también hay de lo otro.
            —¿Marihuana?
            —No, dólares falsos.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Conocí a Plástico Cruel. Es rarísima. Se pone nerviosa cuando los hombres nos gritan algo. Se enrojece cuando hablamos de sexo. Es una hipócrita típica.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —No podés seguir viviendo aquí.
            —¿Por qué razón?
            —Sencillamente porque ninguna persona puede vivir de este modo si está en su sano juicio.
            —Nunca dije que tuviera intención de estar en mi sano juicio. ¿Qué otro motivo hay?
            —Bueno… Que nadie… esto es…
            —Ya ves, no podés encontrar ningún motivo válido. De manera que puedo seguir viviendo aquí.
            —¿A vos no parece importarte lo que pueda decir la gente?
            —La gente soy yo. Y a yo le parece estupendo que yo viva aquí.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            -el amor líquido-


            Cae tu meada. Oro desde tu entrepierna hasta mis piernas.
            Rayo de sol humeante y vertical. Cae tu meada. Chispas doradas de tu amor líquido caen sobre los engranajes caliente de mi locura. Bañame. Empapame. Cae tu meada. Meame la espalda, meame el culo, los huevos, los pies y llename la boca. Luego yo, cerdo marítimo, por las grietas de tu pecho de piedra te mearé el corazón y bañaré los últimos bostezos de tu pureza.



 TERCERA PARTE

 

 

            «Yo estaba maravillada. Su sexo colgante, huidizo, húmedo
            sobre mi muslo. Me prohibí adorar su verga. Cuánta
            historia, diría una prostituta. Sí. Cuánta historia.»
            VIOLETTE LEDUC





            LINDA Y SU MADRE


            —¿Qué es eso del amor líquido, Linda?
            —¿No te lo imaginás?
            —No.
            —Es que te meen encima cuando estás desnuda.
            —¿Y ese chico intentó hacerte eso?
            —No lo intentó. Lo hizo.
            —Pobrecita, ¿cómo conseguiste escapar?
            —No me escapé… Lo disfruté, mamá.
            —¡Linda!


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Los placeres profundos son caóticos y destructivos. Y la felicidad de la paz es un disfraz del aburrimiento.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —¡Es un chico fantástico!
            —¿Quién?
            —¡Axel, mamá!, en la cabecera de la cama tiene un collage.
            —¿Qué tiene de fantástico eso?
            —Que son un hombre y una mujer cojiendo.
            —Su tema favorito, supongo.
            —Pero está hecho con las facturas del gas y de la luz que nunca pagó. ¿No es fascinante?
            —Prefiero ignorar cuál es tu concepto de lo fascinante.
            —A veces me parece que lo quiero y otras veces me veo como una investigadora social analizando a un terrorista. Su visión del mundo es completamente distorsionada, pero después de una noche junto a él, empiezo a sentir que la visión distorsionada es la mía.
            —¿Está enamorado de vos?
            —Hoy me dijo que me veía estúpida, misteriosa y egoísta.
            —¿Y algún elogio más?
            —Me dijo que esa manera de ser mía lo está volviendo loco.
            —¿Eso significa que te quiere o que piensa asesinarte?
            —Creo que las dos cosas.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —La única manera de que mi padre continúe dándome dinero es que nos casemos.
            —Ese es un deporte que no me interesa practicar.
            —Te estoy hablando en serio.
            —Tampoco practico el deporte de la seriedad. Lo que vos necesitás es un buen trip.
            —¿Un buen trip?
            —Sí, Linda, un viaje de ácido.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —Hace cuatro días que no te veo.
            —Estuve de viaje, mamá.
            —¡Qué estupendo! Mi estilista dice que un viaje es la mejor terapia, aunque mi terapeuta no está de acuerdo. ¿Y a dónde fuiste?
            —A Egipto.
            —¿Paraste en el Milton de El Cairo? Es el único hotel soportable.
            —No, mamá, me tomé un ácido lisérgico y estuve en el antiguo Egipto, con faraones y todo eso. Yo era Cleopatra.
            —Adoro las fiestas de disfraces. ¿Pagaste con tarjeta?
            —Los traficantes sólo aceptan efectivo.
            —Vivimos tiempos de una inmoralidad tan pavorosa, que me parece lógico que los hoteleros no quieran aceptar tarjetas.
            —No dije «hoteleros», mamá, dije traficantes.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Cómo podemos saber si realmente estamos enamorados?
            —Vamos al parque a mirar la luna. Si al verla, decimos: «Ahí está la luna», mientras metés la mano en mi bragueta y yo te acaricio el culo, quiere decir que realmente estamos enamorados. Pero si contemplamos la luna y nos sentimos sublimes, quiere decir que, además de estar realmente enamorados, somos dos pelotudos.


            AXEL, EL CERDO, Y LINDA MORRIS


            —Estoy en dificultades, Plástico.
            —¿Qué te pasa?
            —Tengo 2.400 dólares.
            —¿Y a eso lo llamás estar en dificultades?
            —Son falsos.
            —¿Querés que los lleve a tu amigo Frula?
            —Podemos cambiarlo por diez o veinte gramos. Decile que son para el cerdo.
            —Okay.
            —Si te para la policía, vos no tenés idea de lo que llevás, decile que yo te pedí que…
            —No me escribas un guión. Puedo improvisar. ¿Voy a la relojería?
            —No. Ahora está en la vereda de enfrente, atiende una carnicería.
            —¿Una carnicería?
            —Sí, es un lugar lleno de cadáveres desangrándose sobre mostradores de mármol.
            —¿Alguna contraseña?
            —Esperá que no haya ningún cliente y decí solamente que vas de parte de Axel el cerdo.
            —¿La policía no tiene fichado ese nombre?
            —Probablemente.
            —¿No te conviene cambiarlo por otro?
            —Imposible.
            —¿Por qué?
            —Porque me gusta demasiado que me llamen Axel el cerdo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Le regalé 2.400 dólares a Axel. Son falsos, pero se cotizan al 20 por ciento. ¡Qué más le puedo dar para que me ame? No resisto estar a su lado comportándome como si no quisiese besarle cuello-manos-pija-huevos-culo-y-pies-sucios. Todavía no se le pasó la curiosidad por investigar el contenido de su muñeca inflable marca Morris.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —¿Con quién vas a salir, a qué sitio horrible vas a ir y a qué hora pensás volver?
            —¿Estás trabajando de madre?
            —Estoy tratando de ser tu amiga. Una madre tiene la obligación de saber con quién sale su hija. No me lo hagas difícil, Linda.
            —Voy a la cueva de Axel.
            —¿Es un bar de moda?
            —Es la casa de Axel.
            —¿Dónde lo conocimos a ese chico? ¿En algún cóctel de la embajada de Grecia?
            —No, mamá, Axel, el chico del parque, nunca entró en una embajada.
            —Hace bien. Esas recepciones son cada vez más aburridas.
            —Me voy, mamá.
            —Chau, hija, dale mis saludos al chico de la embajada de Grecia.
            —Chau, mamá.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Quedate a dormir, por favor.
            —¿Por qué tanta insistencia esta noche?
            —Porque afuera hay luna redonda.
            —Está bien. Me quedo a dormir con una condición.
            —La que quieras.
            —Que me dejes dormir tranquila y no te aparezcas a mitad de la noche en mi colchón.
            —Te lo prometo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Qué hacés en mi cama?
            —Me sentía muy solo.
            —Pero me habías prometido…
            —Olvidé decirte que nunca pude cumplir una promesa.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —Me quedó ardiendo el culo toda la semana.
            —¿Cómo te atreviste a hacer algo así?
            —Con él no hay nada a lo que no me atreva.
            —Vas a tener que ir al analista.
            —Cada vez que siento el ardor en el culo me acuerdo de Axel. Es como si lo llevara a todas partes dentro de mí.
            —¡Linda! Dejá de hablar de ese modo.
            —No puedo. Estoy enamorada.
            —¿Se lo dijiste a ese chico?
            —Sí. Y me respondió que lo único que le interesa del plástico es su cualidad de ser descartable.
            —¿Cuál es la traducción?
            —¿Sabés cómo me llama?
            —Creo que prefiero no enterarme.
            —Plástico Cruel.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Sólo tengo el deseo y la poesía. «Y mi amistad», me dice Axel. Cuando lo que busco de un hombre es que me ame, su amistad es sólo un consuelo, y nada me entristece tanto como un consuelo. Le contesto a Axel. Toma su cerveza y se va. Extraña a la burguesa plastificada.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Buenos días, ¿te acordás de mí?
            —¿Qué hora es? ¿Estuvimos durmiendo toda la mañana?
            —Axel, el cerdo, encantado.
            —No sé ni qué día es hoy…
            —¿Qué importancia tiene que sea septiembre o lunes?
            —Por favor, Axel, guiarme por el calendario me tranquiliza y no me interesa polemizar sobre el tema.
            —Linda, el calendario es sólo una opinión.
            —Una opinión con la que coincido y coincide todo el mundo civilizado. ¿Dónde dejé mi ropa?
            —¿Te vas? ¿Las convenciones del mundo civilizado te reclaman?
            —Volveré mañana.
            —No me hables del futuro.
            —¿El futuro?
            —Sí, ya sabés, cuando esté mirando la vida desde la ventana de un geriátrico.
            —Dije «mañana», no el siglo que viene.
            —No hay diferencia, para mí, todo lo que no es ahora, no existe.


            AXEL Y LINDA


            —¿Qué hiciste durante mi ausencia?
            —Inauguré un museo de cadáveres.
            —Comprendo. ¿Cadáveres desconocidos?
            —No. Sólo cadáveres de amigos. Expuse en público mis penúltimas desilusiones y convoqué una asamblea de sufridores ocasionales.
            —¿Para no sentirte solo?
            —Sí, y también me hice pintor. Pinté una acuarela con vino rojo.
            —¿Cómo anduviste de salud?
            —Me hice cuatro autopsias parciales: de recuerdos, de planes, de corazón, de pija.
            —¿Comiste?
            —Sobrevolé como un cuervo hambriento hectáreas de locura.
            —¿Te drogaste mucho?
            —Sorprendí la imperceptible vibración de una monja que intentaba fugarse. Presencié un desfile de lujosos carruajes con enfermos mentales, vi pasar esqueletos con trajes de lentejuelas envenenadas, escuché música de carbonizados dirigidos por una corista epiléptica que se electrocutaba sobre un caballo de neón.
            —¿Me extrañaste?
            —Conocí el golpe incesante de tu recuerdo contra la escollera de mis huesos. Y supe que el adiós es cortante como la aleta de un tiburón en la superficie del silencio.
            —Efectivamente, te drogaste mucho.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Un ataúd de cristal y yo vestida de novia. Y que me maquillen.


            AXEL Y LINDA


            —¿Subís o no?
            —No me gusta viajar en un auto conducido por una mujer.
            —¿No creés que sepa manejar?
            —No es eso. Me hace sentir como un marica.
            —¿Un tipo como vos tiene prejuicios?
            —Sí. Sólidos prejuicios.
            —Conducí vos.
            —¿Adónde vamos?
            —A verlo a mi padre.
            —¿No conocés algún sitio más interesante?
            —Vamos a sacarle dinero.
            —¿Por dónde agarro?
            —Por la autopista.
            —¡Qué bueno es este auto!
            —Es el mejor. Costó doscientos mil dólares.
            —Parece que tu viejo tiene mucha pasta.
            —Esa fábrica blanca es de él.
            —¡Guau! ¿Por dónde está la entrada?
            —No está ahí. Está en otra, más adelante. Esa gris también es de él.
            —¿Cuántas tiene?
            —No sé. Esa del tanque como un cilindro también es de él.
            —¿Qué fabrican?
            —Desde hamburguesas hasta misiles.
            —¿Y ésa?
            —Esa es mía. Me la regaló cuando cumplí ocho años. Yo quería una bicicleta y él se apareció con las acciones de esa empresa. Fue muy decepcionante.
            —Me imagino el sufrimiento.
            —No te imaginás nada. Si una chica quiere una bicicleta y los padres no se la compran, ya sea porque son pobres y no les alcanza el dinero o porque son ricos y no les alcanza el cerebro, la decepción es la misma.
            —No es la misma, pero para qué discutir.
            —Axel, si no coincido para nada con vos, ¿por qué estás conmigo?
            —Por el placer de manejar este auto y porque tenés mucha plata.
            —Hasta hoy no lo sabías.
            —Los cerdos tenemos muy buen olfato.
            —¿Y si te digo que te bajes del auto?
            —¿Querés que me baje?
            —No. Tomá por ese camino. Es allá.
            —¿Esa? No tiene ningún cartel.
            —Hacé señas con los faros para que sepan que está todo bien.
            —¿Está todo bien?
            —Sí, a menos que quieras que te vuelen la cabeza por intentar tomar vos solo una fábrica de armamento pesado.


            AXEL Y LINDA


            —¿Por qué caminás inclinado?
            —Se me desprendió un taco del zapato.
            —¿Dónde comprás los zapatos?
            —El derecho lo encontré en un conteiner y el izquierdo me lo regaló un amigo, son bastante parecidos, ¿verdad?
            —Si te casaras conmigo serías inmensamente rico y por ende inmensamente feliz.
            —¡Entonces era cierto! El dinero hace la felicidad.
            —Quizá no, pero hace que la infelicidad sea mucho más cómoda.
            —Prefiero mi incómoda felicidad.
            —Insisto en que podría hacerte mucho más feliz de lo que sos.
            —Nena, me parece que te sobreestimás o que me subestimás.
            —Acordate de que bastaría un silbido tuyo para llevarme al altar.
            —No sé silbar.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            La Malco encuentra misterio en el sexo mal satisfecho. Esa posesión incompleta la retiene y la lleva a perseguir hombres que no tienen ningún interés en ella. Cuando se enfrenta a la indiferencia de algún amante, viene a casa y llora. En esas ocasiones nunca la dejo a solas: tengo miedo de que abra las llaves del gas. A veces, para mí, ser testigo de su sufrimiento es un consuelo. Ni siquiera las mujeres son felices. ¿Hay algo más triste que un consuelo?


            AXEL Y LINDA


            —¿Hace mucho que me esperabas?
            —Pasó un chico con una soga, pasó una soga y después pasó una vaca. Pasaron dos curas sospechosos de homosexualidad…
            —¿Por qué eran sospechosos de homosexualidad?
            —Porque uno me miró el bulto y después lo codeó al otro.
            Pasó una vieja que no podía cruzar la calle porque el semáforo no permanece cuatro horas y media en la luz verde, pasó un policía de civil…
            —¿Si estaba de civil cómo sabés que era un policía?
            —Al pasar dejó olor a neuronas en estado de descomposición.
            Después pasaron mil años y un tren…
            —¡Y llegué yo!
            —Eso fue mucho después. Antes pasó una guerra y murieron niños, alguién inventó una nueva religión y de la carpa de un circo se escapó un elefante en celo. Y entonces… Hola, Plástico.
            —Hola Axel, ¿cómo estás?
            —Tocame la bragueta y vas a saberlo.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            El único virus mortal es el aburrimiento y el único delito es la crueldad deliberada.


            AXEL Y LINDA


            —Los chicos nos respetaban demasiado o nos odiaban.
            —¿Y a vos te odiaban o te respetaban demasiado?
            —A mí me buscaban. Jugaban conmigo para tocarme.
            —¡Por qué?
            —No sé. Nunca pude explicármelo.
            —¿Te dejabas tocar?
            —Sí. Creo que era una ingenua. No sabía se eso estaba bien o estaba mal.
            —¿Ahora lo sabés?
            —No.
            —¿Te interesa que te dé mi opinión?
            —No.
            —¿Qué sentías cuando te tocaban?
            —Cosquillas… Miedo… No sé.
            —¿Dónde te tocaban?
            —En todo el cuerpo.
            —Quise decir si en tu casa o en la calle.
            —En mi jardín había un laberinto de ligustros. Los chicos me encerraban y me agarraban como pulpos desesperados.
            —¿Todos a la vez?
            —Sí.
            —¿Cuántos eran?
            —Seis o siete.
            —¿Te gustaban?
            —No. Había uno que sí. Yo le pedí que viniera solo, pero él insistía en que me dejara tocar por sus amigos.
            —Era solidario. ¿Y te besaban?
            —No mucho. Eso no les interesaba.
            —¿Al que te gustaba tampoco?
            —A él lo besaba yo. Abríamos la boca y mezclábamos las lenguas.
            —¿Él te enseñó eso?
            —No. Supongo que besarnos con la boca cerrada nos habrá resultado aburrido y abrimos los labios.
            —¿Cuánto duró esa historia?
            —Poco tiempo. Súbitamente me dio un ataque de santidad, y dejé de responder al llamado de los ligustros.
            —¿Ellos se resignaron?
            —Al principio los defraudé, después se olvidaron de mí.
            —¿Y el que te gustaba…?
            —Me dejó de gustar.


            AXEL Y LINDA


            —Cabalgá vos, Linda, porque yo estoy cansado.
            —¿Qué me pedís que haga?
            —Lo que quieras, pero hacelo todo vos, parame la pija, hacé con ella lo que quieras, te la presto.
            —Sólo quiero amar.
            —Entonces amame la pija, amala, tratala como a una fiera a la que vas a domar y después metétela donde quieras, hoy estoy para mirar el techo y gozar. Si te gusta la pija, te la presto. Y si no, volvé a tu casa.

            —¿Vos que vas a hacer?


 CUARTA PARTE

 

 

            «En algún punto entre el miedo
            y el sexo está la pasión.»
            JEANETTE WINTERSON





            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Con quién te acostaste antes de mí?
            —No quiero irla de campeón del orgasmo, pero me resulta imposible recordarlas a todas.
            —La anterior a mí. ¿Quién fue?
            —La hija de un tipo para el que hice un trabajo.
            —¿Vos trabajando?
            —Es una manera de decir.
            —¿Cuándo fue?
            —Hace muy pocos días.
            —¿Es bonita?
            —Sí.
            —¿Te encamaste más de una vez con ella?
            —Sólo una.
            —¿Cómo fue?
            —Socialmente deleznable, moralmente imperdonable y físicamente electrizante.
            —Contame algo concreto.
            —Ni el alma más monástica se resiste a los detalles sórdidos.
            —No me interesan los detalles sórdidos. Sólo me gustaría imaginarte con otra mujer. Y tu descripción no me revela nada.
            —¿Qué querés saber?
            —¿Fue de día o de noche?
            —De mañana.
            —No puedo imaginarte despierto por la mañana, ni siquiera para echarte un polvo.
            —Había dormido en casa de un amigo. Su mujer nos obligó a levantarnos temprano para ir no sé a dónde.
            —¿Fue en la habitación de ella o en la tuya?
            —En el baño. Yo salía de la ducha con una toalla en la cintura y justo entraba ella.
            —¿Qué se dijeron?
            —Nada. Ella miró el bulto que se me formaba bajo la toalla y yo le miré las tetas.
            —¿Las tiene grandes?
            —Tiene las tetas más pequeñas y puras que he probado en mi vida.
            —¿Cómo empezó?
            —Descorrí la toalla y le mostré la pija, que se movía sin mi consentimiento. Al mismo tiempo dejé mi vista clavada en sus tetitas tratando de parecerme a Francisco de Asís hablando con dos palomas.
            —¿Y entonces?
            —Se quedó hipnotizada por la curiosidad. Mi juguete cabeceaba de un lado hacia el otro. Fue una pausa excitante. Me acerqué un paso tratando de no asustarla y le dije: agarralo.
            —¿Y ella qué hizo?
            —Lo agarró con inexperiencia.
            —¿Era virgen?
            —Nunca se sabe, pero supongo que sí. Y que sigue siéndolo.
            —¿No la penetraste?
            —No pude. No le entraba. Y nos esperaban abajo con el desayuno.
            —¿Qué fue lo que hicieron?
            —Le enseñe cómo tenía que pajearme y cómo chupármela sin morderme.
            —Era una boluda.
            —Yo no diría eso. Aprendió con facilidad. Después se la metí entre las piernas. Eso le gustó mucho. Cabalgó como si estuviera montada sobre un caballo caliente. Fue… electricidad pura.
            —Así como la contaste no le encuentro nada de particular.
            —Decís eso porque no la conocés.
            —¡¿Cuántos años tiene?!
            —Nueve.
            —¡¿Nueve años?!
            —Sí, pero parece de siete.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —Hola, mamá, soy yo, Linda.
            —¿Dónde estás, con quién y qué cosa rara estás haciendo?
            —Estoy e la cueva de Axel, mamá, y no hacemos nada raro: estamos escribiendo un libro.
            —¿Y eso te parece algo normal? ¿Sobre qué escriben?
            —Ningún tema en especial. Contamos las cosas que vivimos. Por ejemplo, la semana pasada estuvimos con un grupo del Boggie-bar, que hacen intercambio sexual comunitario.
            —Y esta semana tendrán seguramente alguna de esas enfermedades sociales.
            —Tu deducción es correcta, mamá, tengo el pubis lleno de bichitos que pican.
            —Andá ya mismo al servicio médico de la familia.
            —No es necesario, un travesti amigo nos trajo una pomada.
            —¿Cómo se llama ese médico amigo?
            —No dije médico, dije travesti, mamá. Y se llama Bombón.
            —Últimamente sólo escucho apellidos extrañísimos. ¿El doctor Bombón es experto en ese tema?
            —Sí, esa es precisamente su especialidad.
            —¿Vendrás a cenar?
            —Un día de estos, mamá.
            —Espero que la cultura esté aún en buenas manos y que nunca publiquen ese libro.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —No te bañes.
            —¿Qué decís?
            —Que por favor no te bañes.
            —Transpiré mucho.
            —Voy a secarte con mi lengua.
            —Axel…


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            El mundo interior no cuenta. Podés ser la persona más fascinante del universo, pero a la hora de amar, los hombres sólo quieren apariencias, reclaman los accidentes geográficos convencionales en la carne que desean. El mundo interior no cuenta.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Pegame, Linda.
            —¿Qué?
            —Que te pares sobre mí y me pegues como a un niño malo.
            —Estás loco, Axel, vos tenés una parte muy enferma.
            —Claro, Linda, por eso estás acá.
            —Estoy aquí por tu parte sana.
            —De acuerdo, pero ahora, mi parte enferma te pide que abras tus piernas sobre mi y me castigues.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            La Malco lloró toda la noche. Tuve que consolarla. Se quejó de un tipo que se acostó con ella una noche y después no tuvo la delicadeza de llamarla para encontrarse otro día. Los hombres se acuestan con La Malco sólo cuando están muy borrachos o cuando no hay ninguna otra mujer al alcance de la noche. Algunos la llevan a camas cada tanto para que siga regalándoles cigarrillos del kiosco que tiene en la estación. La Malco no es atractiva, tiene las tetas horriblemente caídas y su culo no permite un solo elogio. Hace treinta años que La Malco tiene las tetas caídas y un culo que no permite elogios y sin embargo se sorprende de que los hombres no quieran verla más después de haberla llevado a la cama. La naturaleza la agredió. Su figura es un envoltorio absurdo. En su cuerpo están condenados a fracaso perpetuo el deseo y la esperanza de ser amada alguna vez. Lloró toda la noche. Debí haberle dicho: «sos bonita, en cualquier momento vas a encontrar un hombre que sepa amarte, un tipo que no le tenga miedo al amor». Pero no tuve el coraje suficiente.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Qué te pasa, Plástico?
            —Nada.
            —Te quejaste.
            —Es que hoy no estoy para…
            —¿Te hice daño?
            —Sí, pero no importa.
            —¿Por qué no me lo dijiste al empezar?
            —No quería arruinar tu placer.
            —Si hago algo que no te gusta, mi placer se arruina igual aunque no lo digas.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            LUNES: Axel me mira. Yo le sonrío y sigo escribiendo.
            Estamos en la cocina de mi departamento. Se enamoró de una puta de lujo y eso le da un aire de seguridad. Me exaspera y me estremece. Axel sonríe. Se siente cómodo. Escribo versos inconexos, cualquier cosa. Lo hago solamente para no tirarme al suelo a besarle los pies, tan jóvenes y tan sucios. Axel no sabe que su amistad es un elemento imprescindible para mi respiración. Sonríe. Le digo que en la heladera tiene cerveza. Vuelve con la lata de cerveza y se para a mi lado a leer lo que estoy escribiendo. Me paso la lengua por los labios y le miro el bulto. Sé que está leyendo lo que escribo. Entonces pongo en letras mayúsculas: SI NO ME TOCA PRONTO LAS TETAS MORIRÉ DE AMOR.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            MARTES: Sobreviví.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            La novia de Axel es una imbécil con dinero y un agujero entre las piernas. No puedo comprender que esos dos insignificantes detalles me hagan perder a Axel.


            LINDA Y SU MADRE


            —¿Con quién vas a salir?
            —Con La Malco.
            —Qué encanto. Dale mis saludos… ¿Quién es La Malco?
            —Es una amiga nueva que no conocés.
            —Ya me parecía que ese nombre no lo había escuchado nunca. ¿De qué origen es?
            —Es un apodo. Unos amigos le pusieron La Malco.
            —¿Tiene algún significado?
            —Sí. Quiere decir la malcomida.
            —¡Qué buena síntesis! Conozco varias mujeres que merecerían ese apodo, empezando por mí misma.
            —Me voy, mamá.
            —Decime, Linda, ¿esa chica es de dinero?
            —No, mamá. ¿Pero eso qué importa?
            —Debe ser horrible ser Malco y encima pobre.
            —Adiós, mamá.


            LINDA MORRIS Y LA MALCO


            —Linda, ¿vos sabés que Bombón está enamorada de Axel?
            —Sé que le gusta.
            —Más que eso, está perdidamente enamorada de él.
            —Me sorprende muchísimo.
            —¿Te sorprende que Axel haya tenido historias con un travesti?
            —Eso no.
            —Pero no te preocupes, Axel te prefiere a vos.
            —Yo no sabía que los travestis, no sé cómo decirlo. Yo creía que…
            —¿Qué creías?
            —Que eran pervertidos, nada más. Nunca se me hubiera ocurrido pensar que también necesitaban amor.
            —Ahora entiendo por qué te dicen Plástico Cruel.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Desesperadamente quisiera ser mujer para que Axel no se vaya de mi lado.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Me voy.
            —¿Por qué?
            —No se puede reducir la vida a esto, Axel.
            —¿A qué?
            —A drogarse, comer y hacer el amor.
            —A mí no me parece un mal plan.
            —Pero es que nunca sabemos cuándo es de día o de noche.
            —Es porque en este sótano no hay ventana.
            —No es sólo por eso, Axel…
            —Tenemos la libertad de elegir: son las cuatro de la tarde o las siete de la mañana, podés decidirlo vos.
            —No puede ser así.
            —Entiendo, preferís que sea de noche.
            —No. No entendés. No prefiero nada. Quiero vivir al mismo tiempo que el resto del mundo.
            —Eso no es posible, Linda, porque mientras de este lado del mundo sea de noche, siempre del otro será de día.
            —No es eso, Axel.
            —Es por la comida. Tenés hambre. ¿Qué te parece si preparo huevos con queso, almendras y avena y lo llamamos desayuno?
            —Me voy.
            —¿A dónde?
            —Si es de día, a mi casa, y si es de noche a un bar hasta que amanezca.
            —Averiguá la hora por teléfono mientras preparo algo que sirva igual para desayuno o cena.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Acabo de ver la luna más gorda y sensual que haya habido nunca flotando sobre el parque.
            —Leí tus papeles.
            —¿Y?
            —Sos el mejor escritor del mundo.
            Dijo eso mientras me desnudaba y me besaba. Justo en una noche de luna redonda.
            A los pocos días discutimos porque ella se había puesto desodorante en la concha. O porque habíamos cojido mal. O porque yo me rasqué el culo mientras comíamos. O porque decidimos pasar la noche en el Boggie-bar y cuando salimos de la cueva era de día y había un sol insoportable.
            Antes de dar un portazo, más previsible que el final de una película americana, me gritó:
            —¡Sos el tipo más sucio que he conocido!
            Eso fue lo único cierto que dijo en toda su vida. Eso… y lo de que soy el mejor escritor del mundo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            A Plástico Cruel le da vergüenza pasear conmigo. Ayer me citó en el parque. Lejos de los senderos. Cuando llegué la encontré leyendo un libro de cuatrocientas páginas que está de moda. Le pregunté si de veras puede leer cuatrocientas páginas y acordarse de los capítulos anteriores. Respondió que sí, pero no le creí.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Vamos a comprar un poco de diversión?
            —No tengo dinero, Axel.
            —¿Qué pasó? ¿Quebraron las hamburguesas o los misiles?
            —Ninguna de las dos, pero mi padre se negó a darme dinero.
            —¿Vendemos el auto?
            —Está a nombre de él.
            —¿No podemos sacar algo de la fábrica que te regaló?
            —No puedo disponer de un solo centavo sin su firma.
            —Curiosa manera de hacer regalos tiene tu padre.
            —¿Qué hacemos?
            —Mañana voy a procurar uno dólares.
            —¿De qué manera?
            —No más ilegalmente que tu padre.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Vino a verme Axel, traía un guión escrito. Estaba sucio y hermoso. Como un chico que recita su poema en al fiesta patria, dijo: «Linda no quiere que tenga historias sexuales con vos». Su tono era poco convincente. Le habían ordenado recitar ese monólogo. Me dolió. Armé un porro nevado con cocaína para darme dignidad. Hablamos de su novela. Al marcharse repitió el monólogo que le había dictado Linda. Pero en esa oportunidad hubo una variante en la escena: mientras declamaba que nunca más, que a Linda no le gustaba, que lo comprenda, que su vida cambió, yo, de rodillas, abría su bragueta, metía su sexo en mi boca y lo bebía como siempre.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Qué te pasó?
            —Me golpearon.
            —¿Quiénes?
            —Dos tipos. Me asaltaron y me golpearon.
            —Cerrá los ojos que te pongo alcohol en la frente.
            —Linda, te amo, te amo, te amo…
            —Sacate la camisa.
            —No.
            —¡Dios! ¿Qué te pasó en el pecho?
            —Me patearon por todo el cuerpo.
            —Axel, ¿qué pasó realmente?
            —El rastrillo.
            —¿Para qué tenés un rastrillo?
            —Para nada. Un rastrillo me salvó la vida. Quise planchar un tipo y me salió mal.
            —¿Qué quiere decir planchar?
            —Hay una casa abandonada a donde llevo clientes.
            —¿Clientes?
            —Sí. Gente que quiere comprar equipos de audio, videos, boludeces. Voy a la tarde y les muestro la mercadería. Después vuelvo a la noche y les digo que tengo que entrar solo. Les monto alguna historia. Los convenzo. Me dan los dólares y salgo por la puerta de atrás. Eso quiere decir planchar.
            —¿Y hoy te plancharon a vos?
            —Llevé al tipo. Me dio 400 dólares. Entro. Salgo por atrás. Echo a correr y en la esquina me cierra un Renault, bajan dos tipos armados. Uno me hizo esto en la frente con una 9mm. Caí al suelo atontado, me patearon y me subieron al Renault. Me llevaron a un descampado, me iban a matar. Entramos en un galpón. Me sacaron los 400 dólares, y me dejaron en calzoncillos, el que me apuntaba dijo: «esta es la última que hacés, pibe, porque te vamos a matar». El otro fue a buscar no sé qué. Pero salió del galpón. El que me apuntaba con la 9 mm me dio la espalda para cerrar la ventana y en ese relámpago de tiempo vi el rastrillo. Lo agarré y lo golpeé con todas mis fuerzas. Vi la sangre corriendo por la campera. El tipo cayó de rodillas y soltó la 9. Le apunté a la cabeza. El de afuera todavía estaba armado. Me cubrí con este que sangraba y que me pedía que no lo matara. Le dije al de afuera que tirara el fierro si no quería ver muerto a su amigo. El otro tiró la 45 y arrastrando a ese semicadáver llegué hasta el Renault. Lo puse en marcha y salí en tercera. Como la sangre me chorreaba por los ojos, no podía ver bien, además me habían atontado los golpes y terminé en una zanja. Ya estaba bastante lejos. Tiré la 9 mm y la 45 al agua. Empecé a correr y llegué a una casa. Me encontré con un matrimonio de viejos. Les dije que me habían asaltado, como estaba semidesnudo los viejos me creyeron. Me dieron este pantalón y esta camisa. Y aquí estoy. Gracias a un rastrillo. Esos tipos me habían desnudado, golpeado y estaban decididos a matarme. Y de pronto, por un rastrillo toda la historia se dio vuelta, y fueron ellos los que suplicaron que no los matara.
            —Axel…
            —No me reproches nada. Dame un beso.
            —¿Dónde? Si estas todo magullado. ¿Dónde te beso?
            —En la pija. Ahí me siento bien.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —No entiendo, Axel, cómo conseguís ser tan tierno un día y tan desagradable al día siguiente.
            —No es difícil conseguirlo, basta con ser espontáneamente humano.
            —Si seguís así vas a morir de soledad.
            —¿Quién te dijo que necesite estar acompañado?
            —¿Para qué me llamaste?
            —Para cojer.
            —¿Y ahora querés que me vaya?
            —Podés hacer lo que se te antoje.
            —Hay más de cuarenta tipos que se mueren por mí, Axel.
            —Conozco a esos pelotudos con etiquetas de fama hasta en los calzoncillos.
            —Para vos, todos los que no están con una aguja clavada en la vena son unos pelotudos.
            —Así es. Igual que para ellos somos pelotudos todos los que no corremos tras un fajo de dólares.
            —¿El cerdo Axel con delirios de grandeza?
            —No son delirios, Plástico, es grandeza pura.
            —Mejor no te digo lo que estoy pensando.
            —Aunque no hables, reconozco tus pensamientos por la fricción de los engranajes de plástico de tu cerebro.
            —Siempre tratás de herir antes de que te hieran, quizás estás en lo cierto, yo no entiendo qué te pasa, no comprendo cómo funciona tu sensibilidad, quizás yo sea irremediablemente de plástico…
            —De plástico cruel.
            —De plástico cruel, y no alcanzo a entender tu inútil genialidad, pero hay una cosa que sé, Axel, y es que ahora me necesitás.
            —Muy conmovedor tu discurso, pero lo único que necesito de vos es que me chupes la pija antes de dormir. Lo hacés muy bien, pero sos reemplazable.
            —¿Y creés que a vos no te puedo reemplazar?
            —La mitad de la humanidad huele a cadáver y la otra mitad a desodorante de ambiente.
            —¿Y en qué mitad se incluye Axel, el cerdo?
            —En ninguna, yo huelo a mugre llena de vida.
            —Ya me estoy aburriendo de tu narcisismo.
            —Tomá, besámela un poco y no te aburras.


            LINDA MORRIS Y BOMBÓN


            —Yo también amé alguna vez, Linda.
            —¿Y qué pasó?
            —¿Te interesa toda la película o particularmente las partes morbosas?
            —¿Cómo era él?
            —Era el muchacho más maravilloso del mundo, caminábamos tomados de la mano y todo eso…
            —¿Y un día te traicionó con una mujer?
            —Fui yo quien lo traicionó. Me acosté con su mejor amigo y no me lo perdonó, ¿querés toda la película?
            —Sí.
            —Yo lo quería de verdad. Y él también me quería. Todo era demasiado perfecto. Me había regalado un traje como de novia y un anillo con un brillante. Me trataba como a una dama. En Navidad iba a presentarme a su madre. Era alemán y yo lo llamaba Ricky. Su mejor amigo era un negro, estaba fuerte, pero yo estaba enamoradísima de Ricky, pasaba de fijarme en él. Además el negro tenía una novia que lo esperaba en Marruecos para casarse. Vivíamos los tres en la misma casa (Ricky, el negro y yo). Una noche, después de hacer el amor con Ricky, me levanté de la cama para ir al baño, Ricky se había dormido. Para llegar al baño tenía que pasar por ante la habitación del negro. Era verano, el negro hacía más de un mes que no veía a su novia y estaba durmiendo con la puerta abierta. Y destapado. Miré su cuerpo, estaba iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana. En eso veo que la mano se mueve y se aprieta la pija abajo del calzoncillo. Estaba despierto mientras yo lo miraba. Y entonces me dijo: «Entrá y cerrá la puerta». ¿Qué podía hacer yo? Era una voz de un hombre en celo. Yo lo quería a Ricky. Jamás había estado tan enamorada. Pero el negro tenía la pija dura y me la estaba mostrando y me decía: «Entrá y cerrá la puerta».
            Entré y me tiré sobre esa pija que me estaba ofreciendo. Ricky dormía. Yo creía que dormía. Al rato escuchamos pasos. Era Ricky, abrió la puerta de una patada. Estaba encendido de furia. Se peleó a trompadas con el negro. Me arrancó el anillo que tenía un brillante. Me echó a la calle y no quiso verme nunca más. Después de eso, me dediqué a la mala vida. Ricky fue el único hombre que me amó hasta el extremo de enfrentar a la sociedad y a su propia familia. Y yo, que también lo amaba, lo traicioné…
            —¿En ese tiempo ya te vestías de mujer?
            —Linda, yo nací mujer, poeta y puta.
            —¿Qué vas a hacer cuando no puedas ganarte la vida de esa manera?
            —¿Me ves con una bata raída, chinelas y charlando con las vecinas en una pensión?
            —Eso no me aclara nada.
            —Cuando mi vida deje de parecer una comedia musical, voy a retirarme como una reina.
            —¿Te vas a suicidar?
            —No. Con mis ahorros voy a inaugurar el primer convento para travestis. Me encerraré a escribir, como la Sor Juana, poemas a las pijas de mis amantes.
            —Me cuesta entenderte, bueno, en fin, somos de distinto sexo.
            —No, Linda, no somos de distinto sexo, somos de distinto material.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel zafó de la muerte gracias a un rastrillo. Ventajas de haber sido chico de campo. Dos tipos que eran policías u otra clase de asesinos estuvieron a punto de matarlo.
            Le aconsejé que no salga a la calle por uno o dos meses.
            Deben estar buscándolo: esa gente no se resigna a perder.
            Axel es un insensato. Lo peor de todo es que cuando se mete en esas locuras lo quiero más.


            AXEL Y LINDA


            —Cuando te dije que te iba a bañar en mi leche, quise decir exactamente eso: bañarte en mi leche.
            —Soltame un minuto.
            —¿A dónde vas?
            —A darme una ducha y vuelvo.
            —De aquí no te vas.
            —Soltame, sos un cerdo.
            —Si no te gusta que se seque en tu piel te la limpio.
            —Sí, por favor, sí.
            —Voy a dejar tu piel inmaculada como la de un bebé.
            —¡No! Con tu lengua no. No seas más cerdo todavía. Dame una toalla.
            —Voy a tragarme cada una de las gotas de mi leche sobre tu cuerpo. Después podrás ducharte.
            —¡Soltame!
            —No.
            —Me das asco.
            —¿No te gustan las caricias de mi lengua?
            —No. ¿Dónde aprendiste tantas porquerías?
            —En ningún lado. Las improviso.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Un amor tan grande que nunca desee traicionarlo: eso es lo que busco. O quizás precisamente eso es el amor, y las historias que yo viví no hayan sido otra cosa que atenuantes de mi desesperación.


            LINDA MORRIS Y BOMBÓN


            —Sexo y poesía. Pocas veces me cojen bien…
            —¿Qué quiere decir que te cojan bien?
            —Que el tipo sepa cojer, que sepa usarla, ¿me entendés? Que me asuste, que me gaste, que me bese con morbo. No sé, no se puede explicar.
            —¿Sos feliz, Bombón?
            —Muy pocas veces. Para mí la felicidad es tener una pija en la boca, otra en el culo y cuatro tipos eyaculándome encima.
            —¿Otra imagen de la felicidad no tenés?
            —No. Son todas variantes de la misma.
            —¿Podés imaginar la felicidad sin sexo?
            —No.
            —¿Y tus poesías?
            —Amo escribir poesías. Pero si un macho me dijera: «Tirá esas boludeces a la basura y chupame la pija…» No dudaría en obedecerle.
            —¿Te gusta Axel?
            —Lo amo. Pero no te preocupes. Vos sos mujer y al cerdo le gustan las mujeres. A mí me ha usado cada tanto. Y me gusta que me use. Nunca le dije que no.
            —¿No te irrita que sea tan machista?
            —Eso es lo que me fascina de él.
            —¿Por qué siempre terminamos hablando de Axel como si no hubiese otro hombre?
            —Porque no hay otro hombre.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            ¿Alguna vez dos seres se amarán del mismo modo y al mismo tiempo?


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —A mi pija también a veces la odiás y a veces la amás, como hacés conmigo.
            —Axel, el sexo no está separado del resto de una persona.
            —Tal vez no, pero sé que a veces pensarás en mí y otras recordarás mi pija.
            —Me estás fastidiando.
            —El hecho de que te enfurezcas refuerza lo que te digo.
            —¿No te deprime lo elemental de tus esquemas de pensamiento?
            —Lo que me deprime es ver lo complicado que son los esquemas de la mentira.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Quizás sea cierto que todos somos únicos. Pero lamentablemente somos únicos para nosotros mismos.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Me apoyé contra un árbol. Los zapatos me destruían. Una máquina se cerraba hasta triturar los huesos de mis pies. Cuarenta años dando placer. Placer. Experta en dar placer. Pero no puedo mantener la elegancia en las esperas. Años atrás caminaba 48 horas seguidas, hacía decenas de clientes. Y los seleccionaba. Ahora soy un saldo en el escaparate de la decadencia. Los hombres se sorprenden al verme desnuda: me imaginaban peor. No sé si eso me alegra o me humilla. Llegué a casa y puse mis torturados pies en agua caliente con sal. Soy un travesti en ruinas que reposa sus pies en una palangana humeante. La imagen es tan desagradable como el sonido de la palabra palangana. Como huéspedes fastidiosos se incorporan a nuestra vida esas palabras horribles a partir de los cuarenta. Tendré que ahorrar dinero para fundar mi convento para travestis-poetas urgente. Yo seré la Puta Madre Superiora.


            PLÁSTICO CRUEL


            Tu culo pequeño, con olor a talco y del color de la apariencia. Mi lengua subversiva explorando tu culo de mujer burguesa. Mi pija entrando en la cueva de la alta sociedad. Tu boca tragándose al héroe de la noche. Tu garganta dejando el paso libre al semen de los marginados. Los engranajes de nailon de tu cerebro haciendo girar la rueda de la culpa. Creyéndote inteligente porque sufres, Plástico Cruel, amo tu estupidez.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            El dolor más placentero y el placer más doloroso: soy una mística.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —En mi libro voy a incluir una tesis sobre el existencialismo genital.
            —¿En qué consiste?
            —Se trata de una doctrina filosófica como cualquier otra.
            —¿Quién la invento?
            —Algún libre pensador.
            —Por casualidad, ¿conocido como Axel, el cerdo?
            —Efectivamente. Espero que eso no la invalide.
            —¿Cómo es la doctrina?
            —El postulado principal sostiene que todo pasa entre las piernas.
            —No suena muy filosófico.
            —Eso es porque unos alemanes malcojidos nos hicieron creer que la filosofía es una elucubración abstracta y metafísica.
            —¿Qué sabés vos de metafísica?
            —Lo fundamental: que es una rama de la ciencia ficción. Soy el primer filósofo de los órganos genitales, que es el lugar por donde entra el conocimiento de la existencia. Por eso mi sistema filosófico se denomina existencialismo genital.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Consideraciones sobre el orgasmo, según el existencialismo genital:
            La intensidad del placer en el orgasmo es absolutamente independiente de la persona que está colaborando para que lo alcances.
            Es posible alcanzar el orgasmo al mismo tiempo que el otro, pero se trata sólo de una coincidencia en la simultaneidad del fenómeno. El placer del orgasmo es inexorablemente individual.
            Algunos amantes suponen que disfrutan porque están enamorados. Se sorprenderían como niños engañados si supieran qué poco tiene que ver el amor con la intensidad del placer.
            No se puede hacer nada por Plástico Cruel si ella no está dispuesta a disfrutar.


            LINDA MORRIS Y BOMBÓN


            —¿Y Frula? ¿Y Trespa?
            —Frula es una especie de socio de Axel. Trespa sólo se quiere a sí mismo y no puede ser amigo de nadie.
            —¿Y La Malco?
            —Axel nunca podría quererla realmente a La Malco porque es fea, no tiene humor y carece de talento.
            —Pero alguna vez se acostaron…
            —La Malco no existe. No es más que una concha.
            —¿O sea que la única amiga de Axel sos vos?
            —Así es. Soy la única que jamás lo va a traicionar.
            —¿Y él lo sabe?
            —Cuando está en apuros que es cuando importa, lo recuerda.
            —¿Y eso no te pone mal?
            —Sé amar de muchas maneras.
            —Cualquiera que te escuche sin verte, diría que sos una santa.
            —Si existe alguna monja capaz de amar, esa moja se parece mucho a mí.
            —¿Que un travesti se compare con una moja no es un poco ofensivo?
            —No, Linda, no me ofende para nada.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            El problema de Axel es cómo conseguir que una chica lo quiera sin tener que ponerse perfume en las pelotas.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Si te bañás y te ponés ropa limpia, tu aspecto mejoraría bastante.
            —No estoy seguro de querer mejorar.
            —Pero, Axel, sos increíblemente sucio.
            —Vos vas a misa, sabés que dios hizo al mundo en seis días y al séptimo descanso sin bañarse.
            —Un poco libre tu interpretación de la Biblia.
            —En ningún capítulo dice que el protagonista se haya bañado o puesto desodorante, igual que yo.
            —¿Te comparás con Dios?
            —Es verdad, debo estar muy loco ya para compararme con un personaje de ficción.
            —¿Por qué discutimos tanto, Axel? ¿qué nos pasa?
            —Nos pasa que tendríamos que estar tirados en el suelo y cojiendo en lugar de hacer estos debates para televisión.
            —¿Siempre igual, Axel?
            —No, cada vez peor.


            LINDA Y BOMBÓN


            Una cita para hablar de Baudelaire


            —Hace un par de horas que estoy esperandote, Bombón.
            —¡Ay, Linda! ¿A que no sabés lo que me pasó?
            —¿Un accidente?
            —Claro, no tenés ni puta idea. Yo en cambio, de puta tengo todo. Y por eso tuve un tropiezo.
            —En el camino se me cruzó uno de esos machos que te dejan sin aliento. ¡Unas espaldas! ¡Un pecho! ¡Un bulto! ¡Y esos ojos! Si tendrían morbo esos ojos, que se los miré más que al bulto. A unos metros de mí, el macho sacó el pañuelo y se sonó estrepitosamente la nariz. Yo seguí con «mi mirada en su pupila azul». El macho me mostró el pañuelo y me dijo: «¿Querés un poco, putazo?» Yo, que de lenta no tengo nada, le contesté: «Sí, todo, pero frotámelo en el pecho». Total, que terminé chupándole la pija bajo el puente del ferrocarril.
            —¿Y para hacer esa porquería me hiciste esperar una hora?
            —Sí, Linda. Y no me arrepiento. Tragar ese chorro de semen fue como beberme su mirada azul.
            —Vida de poeta.
            —Así es, de poeta y puta. Y cuando más poeta, más puta me siento. Recién ahora, después de esa chupada, me encuentro en condiciones de hablar de Baudelaire.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            CUANDO QUIERO AMOR
            ME OFRECEN SEXO
            Y CUANDO QUIERO SEXO
            INSISTEN CON ESO DEL AMOR


            LINDA MORRIS Y LA MALCO


            —¿Te molesta que te llamen La Malco?
            —Me da igual. Te pueden decir «preciosa» con la peor maldad y te pueden llamar «pelotuda» con el cariño más grande del mundo.
            —¿Te sentís realmente malcojida?
            —No es eso. No soy como vos ni como Bombón. Yo soy una romántica. Una vez fui con un chico a un hotel… en la habitación no había ni una sola planta, ni una pequeña maceta con un geranio… Se lo comenté al chico.
            —¿Qué te dijo?
            —Me preguntó si era lesbiana.
            —Qué grosería.
            —No lo dijo con maldad. Los varones no saben lo que sufrimos las mujeres… Yo tengo las tetas muy caídas… Mis tetas son feas, ni me las tocan.
            —Eso se puede corregir con una buena cirugía plástica.
            —Me da pánico… Además no tengo dinero… ¿Sabés qué hago cuando estoy desnuda con un hombre…? Llevo los brazos hacia arriba para que no las vea tan caídas… Soy patética, ¿verdad?
            —Malco, mirá, hay casi como un arco iris sobre el lago.
            —Si pensás que hacés otra cosa que confirmar lo triste que es mi vida al cambiar de conversación, me creés más tonta de lo que soy.
            —La vida es estupenda…
            —Estoy aburrida, Linda.
            —Tengo algo de dinero, ¿vamos a gastarlo juntas?
            —Y después, ¿qué?
            —Vos no estás aburrida, Malco, a vos te encanta aburrirte.


            SEÑALES DE TRANSITO


            Falsificadores abstenerse


            sólo se recibe amor
            no se aceptan copias
            por perfectas que parezcan
            falsificadores abstenerse


            LINDA MORRIS Y BOMBÓN


            —¿Y tus padres cómo tomaron la noticia de que te hiciste travesti?
            —Mamá me apoyó siempre. Y en esta ocasión no me defraudó.
            —¿Y tu padre?
            —Tomó la decisión… una decisión muy elegante. ¡Ay, se me saltó el esmalte de una uña!
            —¿Cómo?
            —No sé cómo fue, con el borde de la silla, supongo.
            —No te pregunto por tu uña sino por tu padre. ¿Qué decisión tomó?
            —Se suicidó.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¡Basta!
            —¿Basta qué?
            —Nos están mirando.
            —¿Y qué me importa? ¿Te gusta que te toque el culo o no?
            —No.
            —Hacé memoria.
            —No en público.
            —No te vayas.
            —¿Me lo pedís o me lo estás ordenando?
            —Si no te amara sería una orden. Escuchame, Plástico, sé que voy a seguir respirando sin vos, pero me gusta vivir en tus pulmones.
            —Esa frase ponela en tus libros, es pirotecnia, no dice nada, pero deslumbra.
            —Yo no pretendo decir nada, siempre repito lo mismo: no me dejes nunca.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Mis sentimientos son los de una mujer, pero razono como un hombre. Lo sé.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿En qué estás pensando?
            —En dar un golpe grande.
            —¿Matar al presidente, asaltar un banco…?
            —Secuestrar a la hija de un millonario, ¿no te parece algo grande?
            —¿Qué estás diciendo?
            —¿Tu padre sabe que yo existo?
            —Apenas sabe que existo yo. ¿Secuestrarme? ¿Cómo se te ocurrió una idea tan ridícula? Vamos a dormir.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            No volveré a creer en el amor. Quizá exista el amor, pero no para mí. Soy un monstruo. No soy un monstruo. Esta noche pasará.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Ya resolví cómo vamos a cobrar el rescate.
            —Supuse que una noche de sueño te iba a hacer olvidar ese absurdo plan.
            —No dormí.
            —Vos estás loco.
            —La locura no existe, sería bueno que lo recordaras como a la fecha de tu cumpleaños. No dormí en toda la noche. Ya tengo todo planeado: vamos a pedir 400 mil dólares.
            —Creo que estás exagerando el afecto que me tienen mis padres.
            —Está bien, pediremos 200 mil. Cincuenta mil para cada uno.
            —¿Quiénes son cada uno?
            —Vos, yo, Bombón, La Malco y Frula.
            —¿Y Trespa?
            —No tengo trabajo para él. Además a Trespa le alcanza con que su abuela no insista en respirar.
            —Axel, ¿estás hablando en serio?
            —Sí, teniendo las cenizas de su abuela, Trespa es un tipo feliz.
            —Me refiero a lo de secuestrarme.
            —Ya estás secuestrada.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Soy una santa. No hay diferencia entre los místicos y yo.
            Sólo cambia el cáliz, pero la devoción es la misma. Me pongo de rodillas.


            AXEL Y FRULA


            —Me enamoré de una millonaria. Se llama Linda Morris.
            —¿Es la que vino a mi negocio un par de veces?
            —Sí, esa belleza es millonaria.
            —Felicitaciones, ahora no vas a necesitar ensuciarte las manos.
            —Tengo una idea genial.
            —¿Estás seguro?
            —Vamos a secuestrarla.
            —Me pareció haberte escuchado decir que tenías una idea genial.
            —Hablo en serio, Frula. Vamos a secuestrarla.
            —¿No te habías enamorado?
            —Me enamoré, pero soy poeta.
            —Un poeta perverso.
            —¿Existe otra clase de poetas?
            —¿Cómo vamos a hacerlo?
            —Lo estoy planeando. Necesitaba saber si contaba con vos.
            —¿Tenías alguna duda?
            —¡Qué lindo tipo sos, Frula!
            —Axel, todavía me gustan las mujeres.
            —A mí también, pero te quiero mucho, vos para mí sos Fer Brunet.
            —¿A quién mató?
            —Era como Robin Hood, le robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
            —La tenía clara ese Fer Brunet.
            —Adelantame unos gramos por lo que vamos a rescatar con el secuestro.


            LINDA MORRIS Y BOMBÓN


            —Nadie tiene deseos equilibrados: o deseás someter o deseás ser sometida.
            —Pero vos sos un auténtico revolucionario, porque desafiaste el tabú supremo de tus padres.
            —Primero, Linda, hablame en femenino. Y segundo: no soy ninguna revolucionaria. Yo quería librarme de mis padres para atarme a un hombre que, además de protección, me diera placer.
            —Pero desafiante el tabú.
            —Yo no desafié un carajo. Me vestí de mujer y el revuelo se armó solo.


            AXEL Y BOMBÓN


            —Tenés que ayudarme.
            —¿Por qué me elegiste a mí?
            —Porque sos una mariquita con pelotas.
            —No soy mariquita, soy un travesti.
            —Vas a tener que cobrar un rescate. Vamos a secuestrar a una mujer.
            —¿Y a matarla?
            —No. Sólo secuestrarla.
            —Qué pena.
            —Se trata de Plástico Cruel.
            —¿De Linda? ¿Te creés que yo serviré para eso?
            —Sos el tipo indicado. Sé que no me vas a traicionar.
            —¿Por qué estás tan seguro?
            —Porque yo siempre te respeté, porque tenés huevos y porque sé que te gusto.
            —En lo último no te equivocás.
            —¿Entonces cuento con vos?
            —Sí, guapo.
            —¿Cuánto querés por el trabajo?
            —Con una noche contigo me doy por bien pagada.
            —Eso te lo voy a dar de yapa, pero igual vas a tener tu parte.
            —¿No hay un adelanto?
            —¿De dinero?
            —No, chico, de lo otro.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Brillaste hace años, pero ya no brillas. No saltas de la cama con la misma gracia de cuando tenías veinticuatro. Apagás luces. Te peinás y te maquillás a cada instante. Te cepillás los dientes cuatro veces por minuto. «No enciendas la luz, por favor». Te levantás por las mañanas como si todas las noches ejecutaran un solo de tambor cerca de tu almohada. Prefieres despertarte sola, pero sigues necesitando acostarte acompañada. El despiadado mecanismo del amor exige carne fresca. «No enciendas la luz». El mecanismo se traba ante una mujer incompleta de cuarenta. Sólo aventuras. Nunca más un hombre que te abrace enamorado-para-toda-la-vida. Brillaste, pero fue hace una eternidad. Fundaré el primer convento para travestis y que dios me perdone.


            AXEL Y BOMBÓN


            —Necesito que hagas algo más, aparte de cobrar el rescate.
            —Si me das tu cuerpo a cambio, ya mismo hago lo que quieras.
            —¿Podés imitar la voz de un secuestrador y de un director de agencia de detectives?
            —A las cuatro en el puente, venga solo y no se le ocurra llamar a la policía.
            —¡Sos un talento, Bombón!
            —¿Entonces me vas a dar tu cuerpo?
            —Esperá un poco, vampiro, también necesito que imites al director de la agencia de detectives.
            —Encontraremos a su hija sana y salva, señor Morris, le enviaré a uno de mis mejores hombres, confíe en él.
            —¡Genial!
            —Por vos aprendo a imitar la voz del presidente de Rusia.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Hay fiesta en lo de Trespa, ¿vamos?
            —¿Qué festeja?
            —La muerte de su abuela.
            —¿Y por eso hace una fiesta?
            —Gracias a la muerte de su abuela se va a Francfort.
            —¿Le dejó una herencia?
            —No, un negocio. La abuela pidió que sus cenizas fuesen esparcidas en la Selva Negra.
            —Parece mentira.
            —Es mentira.
            —¿La abuela nunca pidió eso?
            —Sí, lo pidió.
            —¿Es mentira que Trespa piense irse a Francfort?
            —Va a Francfort.
            —Axel, me estás confundiendo. ¿Trespa se va o no a Francfort a tirar cenizas al viento?
            —Va a Francfort. Lo de tirar cenizas es un agregado suyo.
            —¿Y qué va a hacer con la ceniza?
            —Venderla.
            —Voy a empezar a mirar con más cariño a mis abuelas.
            Nunca hubiese pensado que en Europa se cotizara la ceniza de un fósil.
            —Cuarenta dólares el gramo.
            —¿Cuarenta dólares un gramo de ceniza?
            —De cocaína. Va a cambiar el contenido de la urna.
            —Decime, Axel, ¿por qué todos tus amigos son delincuentes?
            —Porque la vida sin delitos se les hace muy tediosa.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Hubo reunión en casa de Trespa. Noche de droga idiota.
            Cada uno decía una boludez más grande que su antecesor e infinitamente más pequeña que su sucesor. La droga idiota. Yo me drogo para arrancarme de la cabeza un poema o para voltearme a un tipo que no me animaría a abordarlo sin estar completamente de la cabeza. Todos parecían muy felices de consumir y consumir buena cocaína sólo para poner en evidencia la vaciedad de sus cerebros. La Malco le marcaba el bulto a Trespa, yo como siempre moría por Axel, aunque noté que Frula me miraba con cierta libidinosidad, Axel está estúpido con esa mina de plástico, que al final se fue a la casa de sus padres. Nadie cojió. Noche de droga idiota.


            FRULA Y AXEL


            —Vos vas a ser detective. Vamos el 20 por ciento para Bombón, veinte para La Malco, veinte para Plástico Cruel, veinte para mí y veinte para vos.
            —No puedo aceptar eso.
            —¿Te parece injusto el porcentaje?
            —El porcentaje no, me refiero a hacer de policía.
            —De policía no, Frula, de detective.
            —Es la misma mierda. Los dos laburan para el enemigo.
            —No, yo te voy a explicar: la policía trabaja para el sistema, pero un detective puede luchar por una verdadera justicia. Tu función es evitar que la policía se meta en este asunto.
            —Yo no sé nada de detectives.
            —Tenés que comportarte igual que en las películas. Vos vas a ser un detective científico.
            —Renuncio.
            —Renunciás a veinte mil dólares.
            —¿Detective científico?
            —Sí, boliviano, científico y cocainómano. No vas a tener ningún problema. Lo que no se puede disimular, conviene exagerarlo.
            —Boliviano ya soy, cacainómano ya soy, detective como en las películas, pero eso de científico… ¿qué significa?
            —Lo leí en esta revista. Están de moda, basan sus investigaciones en los testigos mudos del crimen: uñas, pelos, saliva, de esos elementos analizan el ácido desoxirribonucleico.
            —¿El qué?
            —Tomá, leelo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            A partir de los cuarenta es necesario el sudor de las neuronas para conquistar un poco de carne genital. Con la imagen no basta. Y a veces la imagen conspira. Fuera de mi negocio casi no hago el amor. Voy camino al convento de travestis-poetas.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel me pidió que imitara la voz de un secuestrador y la del director de una agencia de detectives. No puedo negarle nada. Soy un autómata. Ya que no me ama, que por lo menos me necesite.



 QUINTA PARTE

 

 

            -el secuestro-

            «Se ame o no, siempre es terrible.»
            M. YOURCENAR





            LA SECRETARIA DEL SEÑOR MORRIS RECIBE LA LLAMADA DE BOMBÓN, QUE FINGE LA VOZ DE UN SECUESTRADOR


            —Hola.
            —Deme con el señor Morris.
            —Imposible, el señor Morris está en una reunión.
            —Interrumpa la reunión y dígale que me atienda.
            —Imposible, señor, no puedo interrumpirlo. Deje su mensaje.
            —Mirá, concha con desodorante, decile a ese viejo que si quiere ver a su hija con vida, me atienda rápido. Estoy en un público y tengo una sola ficha.
            —Espere un momento, por favor.


            EL SEÑOR MORRIS ATIENDE A BOMBÓN


            —Hola, soy el señor Morris.
            —Doscientos mil dólares en el puente de la dársena sur, el jueves a las cuatro de la tarde.
            —¿Quién habla?
            —Eso no te importa, doscientos mil dólares.
            —No tengo ese dinero. Es imposible.
            —Esa palabra «imposible», la repiten demasiado en su empresa. Empezaré a enviarle a su hija por partes. ¿Sigue siendo imposible?
            —Está bien. Estaré ahí y quiero a mi hija absolutamente sana.
            —El jueves a las cuatro. Venga solo o lo lamentará.


            EL SEÑOR MORRIS Y SU SECRETARIA


            —Siiii, señor.
            —¿Le pareció reconocible la voz del hombre que llamó?
            —No, señor Morris, jamás la había escuchado.
            —¿Dijo algo en particular?
            —Quería hablar con usted, tenía urgencia.
            —¿No dijo nada en especial?, ¿algo que sirviese para identificarlo?
            —Dijo que si quería ver a su hija con vida lo atendiese rápidamente y que estaba en un teléfono público.
            —¿Qué más?
            —No sé, ninguna cosa importante.
            —Todo lo que pueda recordar es importante.
            —Dijo que no tenía más fichas telefónicas.
            —¿Qué otra cosa dijo? ¿Usó alguna expresión que le haya llamado particularmente la atención?
            —Hablaba de un modo común.
            —¿Se dirigió a usted con respeto?
            —No.
            —¿Cómo la trato?
            —Me llamó «concha con desodorante».
            —¿Es común que la llamen así?
            —Señor Morris…
            —Está bien. Señorita, siga con su trabajo. Le agradezco la colaboración.
            —Bien, señor.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Quereme, Plástico Cruel, aunque no me entiendas como yo te entiendo pero te quiero.
            —Nos llevaríamos mejor si te hubiese conocido hace diez años.
            —Linda, habríamos provocado la revolución sexual infantil: hace diez años, yo era un niño.


            EL SEÑOR MORRIS Y SU SECRETARIA


            —Lo está esperando el señor Froilán Frula.
            —¿Quién es el señor Froilán Frula?
            —Es el detective que usted pidió, lo envió su amigo Charly, el director de la agencia de detectives privado.
            —Yo no sabía que tenía un amigo que dirige una agencia de detectives.
            —Eso mismo le dije yo. Me respondió que se conocen de la universidad.
            —Desde que la prensa se ocupa de mi fortuna, mis compañeros de universidad se multiplicaron. Haga pasar a ese señor…
            —Froilán Frula.
            —Qué nombre extraño para un detective, ¿por qué no se lo habrá cambiado?
            —Eso mismo pensé yo, ¡suena tan ridículo!
            —No le pago para que piense. Haga pasar a ese señor Froilán Frula.
            —Bien, señor.
            —No hace falta que diga «bien, señor» cada vez que se retira.
            —Bien, señor… Perdone, señor.
            —Haga pasar a ese detective.


            AXEL Y PLÁSTICO CRUEL


            —Chupame la pija.
            —No.
            —Quereme, Plástico Cruel, quereme.
            —Te quiero, pero no entiendo por qué tenemos que estar siempre en la cama.
            —Podemos hacerlo de parados.
            —Basta, Axel, no seas desagradable.
            —Quereme, quereme un poco.
            —Te quiero muchísimo…
            —Entonces, quereme menos y chupame la pija más.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Buenas tardes.
            —¿No podía llegar más temprano?
            —Jamás trabajo por las mañanas.
            —Un detective que jamás trabaja por la mañana. ¡A dónde hemos llegado!
            —Hasta aquí. ¿Desea que me retire?
            —Acepté esta entrevista porque, según parece, Charly es un viejo amigo y, además, insistió.
            —¿Su viejo amigo le habló de mí?
            —Dijo que usted es extranjero, detective y científico. Espero que no tenga otras cualidades.
            —El informe que el dieron es bastante completo.
            —¡¿Bastante completo?! Me dejaría más tranquilo si me dijera que es suficiente. No quisiera enterarme de más particularidades suyas.
            —Entonces, digamos que es suficiente, agregando que jamás trabajo por la mañana. ¿Duda de mí, señor Morris?
            —Para nada, directamente no creo en absoluto en lo que usted dice.
            —Llame al director de la agencia, su amigo Charly.
            —Eso mismo es lo que haré.


            LA MADRE DE LINDA MORRIS Y EL ANALISTA


            —¿Cómo se encuentra, señora Morris?
            —Con un marido sicótico y una hija oligofrénica secuestrada por algún terrorista, ¿cómo quiere que me encuentre?
            —No llore, señora Morris, si llora deja de pensar y de buscar una salida positiva.
            —Ya no sé que haría sin usted, licenciado.


            EL SEÑOR MORRIS RECIBE LA LLAMADA DE BOMBÓN, QUE FINGE SER CHARLY, EL DIRECTOR DE LA AGENCIA DE DETECTIVES


            —Hola, Charly, casualmente pensaba comunicarme con vos. Pedí el mejor detective y aquí llega un individuo que me dice que no trabaja por las mañanas.
            —Es el único que puede resolver tu caso, es un detective científico.
            —¿Es brujo?
            —No es brujo, pero por muy poco.
            —Entonces llamaré a una agencia más seria.
            —Somos la agencia más seria. Ese individuo que está frente a vos, y espero que siga estándolo, es el mejor detective, dejalo hacer.
            —En todo caso será «dejalo dormir», que es lo que está haciendo en este momento en mi despacho. ¡Quién es exactamente este hombre Froilán Frula?
            —Un detective especial. Posee un método de investigación científica. Se basa en los testigos mudos del delito.
            —¿Huellas dactilares?
            —Si con las huellas dactilares no se obtiene nada, Frula busca otros elementos: sangre, semen, saliva, sudor, uñas, piel, pelos. Es un genio y, te pido reservas, es cocainómano.
            —No quiero parecer obstaculizador, pero: detective, extranjero, científico y cocainómano, son demasiadas particularidades hasta para un país absurdo como el nuestro.
            —Confiá en ese hombre, no te vas a arrepentir.
            —Una pregunta más, Charly.
            —Las que desees.
            —Sólo una, ¿este tipo no será, además, homosexual?


            LA MADRE DE LINDA MORRIS Y EL ESTILISTA


            —¿Qué tal, señora Morris, como está?
            —Con el infeliz que tengo de esposo, con una hija secuestrada y con el cabello reseco, ¿cómo quiere que esté?
            —Llore, señora Morris, llore. Tome mi pañuelo, llore todo lo que pueda, desahóguese.
            —¿Usted cree que me hará bien llorar?
            —Por supuesto, sobre todo para aflojar la tensión de los pómulos y para el brillo de los ojos.
            —Yo no sé qué haría sin usted, Felix. ¿Cómo me veo ahora?
            —Rutilante.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Señor Frula, me levanto a las seis de la mañana, duermo cuatro horas y manejo varias empresas. Me cuesta creer que alguien pueda ser eficiente trabajando sólo por las tardes.
            —Y por las noches, señor Morris.
            —Su nombre es Froilán Frula, ¿verdad?
            —Efectivamente.
            —Perdone la indiscreción, pero ¿por qué no se lo cambió?
            —Esa pregunta parece más propia de su secretaria que de una persona que duerme cuatro horas y maneja varias empresas.
            —Charly me dijo que es usted extranjero.
            —Así es.
            —Si no le parece una pregunta de mi secretaria, ¿de dónde es?
            —Soy boliviano.
            —De modo que Bolivia, además de cocaína, exporta detectives.
            —Según su amigo Charly: «La mejor cocaína y los mejores detectives».
            —Quiero que empiece a trabajar rápidamente.
            —Para eso estoy acá.
            —¿Hay algo que desee preguntarme o, a esta altura, ya sabe todo?
            —Me gustaría conocer con detalles qué dijo el hombre que telefoneó por el rescate.
            —Dijo exactamente lo que le comenté hace unos instantes.
            —No me refiero al lugar, la hora o el dinero que pidió. Quiero saber si usó alguna expresión particular.
            —Ninguna, fue una comunicación absolutamente normal.
            —¿Hablaba con corrección?
            —Absolutamente normal.
            —¿Habló normalmente con su secretaria?
            —La llamó «concha con desodorante».
            —¿Debo entender que es «absolutamente normal» que a su secretaria la llamen «concha con desodorante»?
            —Lo ignoro, señor Frula. Y ahora tengo otros asuntos que atender, espero noticias suyas en mi casa, a medianoche.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Un niño corre a mostrarles a sus padres el dibujo de un jardín con cerdos, un sol, una casa con chimenea y un camino que conduce a quien lo mira.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Llevé en el auto a Frula. Es buen tipo Frula, lo único que me molesta de él es que nunca da muestra de desearme. Es un poco puritano. Cuando llegamos a la mansión de los Morris se estaba llevando a acabo una fiesta. La casa brillaba como un incendio en el bosque.
            A la puta-frívola-reventada que soy le hubiera gustado figurar entre esos invitados. Y la puta-anarquista-reventada que también soy quería barrerlos a todos con una ametralladora.


            AXEL Y PLÁSTICO CRUEL


            Inauguraste el NO. ¿Qué buscabas en mí y no lo encontraste? Quiero que una nube tóxica te envuelva y desaparezcas. Que te vayas y que todos te hagan daño. Que por toda la vida te hagan daño todos los hombres que toques. Te amo, Plástico Cruel, de la única manera que sé amar, desastrosamente.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Permítame estrechar su mano.
            —¿Cómo un gesto de amistad?
            —No. Quiero cerciorarme de que no lleva armas.
            —Tengo arma, señor Morris, pero no la llevo en la mano.
            —Comprenderá que con lo sucedido, me veo obligado a desconfiar de todo el mundo, señor Frula.
            —Llámeme Frula, nada más. Suena ridículo «señor Frula».
            —Yo no lo encuentro nada ridículo.
            —¿Sabe qué quiere decir «frula»?
            —No.
            —Cocaína.
            —Frula, me gustaría saber si usted, políticamente, es de derecha o de izquierda.
            —En política, no hay izquierda ni derecha, señor Morris, sólo hay arriba y abajo.
            —Le agradeceré que no me mire con ese gesto.
            —¿Con qué gesto?
            —Con ése. Usted no mira, usted opina con sus ojos.
            —Miraré por la ventana mientras le formulo tres o cuatro preguntas.
            —Me parece lo más correcto. Y espero que sólo sean tres o cuatro, tengo invitados que atender.
            —¿Acaban de secuestrar a su hija y realiza una fiesta?
            —Mis invitados y mis negocios son la misma cosa, Frula.
            Esto no es una fiesta, es un aquelarre de especuladores.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            Todo te lo habré enseñado. Cómo chupar una verga, cómo acabar juntos. No sé. Tantas cosas. Otro lo podrá disfrutar. Más que yo. Es un pensamiento mezquino de mi parte. Pero cuando me dejás caliente y te veo dormir como ahora, siento tu egoísmo de plástico cruel. Me estoy haciendo la paja, Plástico Cruel, y vos dormís.
            Cuando acabe solo en el cosmos sin que nadie, salvo yo, se estremezca, vas a despertarte y me pedirás que te acaricie el culo para volver a sumergirte en tus sueños llenos de pijas y de semen. Y yo lo voy a hacer, porque ya habré acabado y porque me gusta demasiado tu culo. Otro no tendrá nada que enseñarte, todo lo que se puede hacer bajo la luna lo habrás aprendido conmigo. Otro podrá disfrutarlo más que yo. Y ése será egoísta con vos, pero lo soportarás, te excitará como me ocurre ahora a mí mientras veo tu culo que empieza a moverse pidiendo que le haga algo más que acariciarlo y que, en tu sabia pereza, estás segura de que lo haré.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Si usted no consigue rescatar a mi hija, el jueves voy a pagar, Frula.
            —¿Doscientos mil dólares?
            —Es lo que gasto en los empleados que mensualmente se retiran de mis empresas.
            —Es usted un hombre muy generoso.
            —No es eso. A los empleados que se van hay que pagarles para detener los juicios.
            —¿Y por qué le hacen juicios?
            —En el trabajo se cometen algunas irregularidades.
            —Si no le parece una indiscreción, quisiera preguntarle…
            —Todo lo que usted pregunta me parece indiscreto, de todas maneras, ¿qué quiere saber?
            —¿Por qué empresas tan rentables trabajan con irregularidades?
            —Porque así son más rentables.
            —No entiendo mucho de negocios, señor Morris.
            —Le voy a dar un ejemplo: en la fábrica de armamento pesado, es más barato pagar el subsidio a una viuda que comprarle un equipo de seguridad a cada obrero, ¿ahora comprende?
            —Estoy demasiado sorprendido como para entender.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel y su enamorada, Poliestirena Formofenólica Cruel, empezaron a romper las porcelanas del amor. Axel está viviendo sus primeros tormentos. Soplan vientos de la separación. No puedo evitar sentirme dichosa. Soy la peor.


            FRULA Y LA MADRE DE LINDA MORRIS


            —Señor Frula, no quisiera perder el vuelo.
            —Puede tomar el siguiente, señora Morris.
            —Ya despaché mi equipaje y mis amigos irán a recogerme al aeropuerto.
            —Tome el siguiente vuelo. Es de muy buen gusto que el equipaje de una dama llegue antes que ella.
            —¿Desde cuándo los bolivianos saben qué cosa es de buen gusto?
            —Desde que pudimos observar de cerca de la clase alta argentina.
            —¿Es un elogio o un insulto?
            —Usted elige, señora.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel sospecha que Linda lo engaña. Le dije que, en amor, cuando uno sospecha es porque el otro traiciona. No hace falta más prueba que la sospecha. Le dije que los celos son la evidencia del engaño y que ningún amante es celoso cuando no es engañado. En fin, lo incité al plasticidio.


            FRULA Y LA MADRE DE LINDA MORRIS


            —Lo siento, pero no puedo atenderlo. Debo ir a mis prácticas de underbody, ¿conoce el método? Es lo último.
            —Disculpe mi ignorancia, señora Morris.
            —Debería practicarlo. Es para despertar la conciencia del esqueleto.
            —Comprendo la importancia.
            —No, no comprende. Y no me sorprende. Hay mucha gente que va por el mundo sin tomar conciencia de su esqueleto.
            —Señora Morris, siempre que debo entrevistarla por el caso de su hija, usted está en otra parte o tiene urgencia por ir a otra parte.
            —Señor Frula, en el horóscopo azteca soy «movimiento», de modo que es absolutamente normal que sea una mujer activa. Buenas tardes.


            LINDA MORRIS Y TRESPA


            —¿A dónde podemos ir, Linda?
            —Con mi Porsche, a donde quieras.
            —Son las ventajas del progreso.
            —Del que parecen estar en contra todos los amigos de Axel.
            —No yo. ¿Querés venir a mi casa?
            —Vayamos a tu casa.


            MADRE DE LINDA MORRIS Y ESTILISTA


            —¿Hubo alguna novedad en el caso de su hija?
            —Mi esposo contrató a un detective que se llama Froilán Frula, ¿qué le parece?
            —Un nombre horrible.
            —Usted y yo siempre coincidimos, pero eso no es nada, además, es boliviano.
            —¿Boliviano? Su esposo se volvió loco.
            —Eso es lo que yo creo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Amo de él todo lo que me niega (siempre hablo de Axel).
            Cada vez que la plastificada desaparece, Axel me llama para drogarnos juntos. Nuestros encuentros terminan invariablemente con él, de pie, fumando un cigarrillo y yo, arrodillada, chupándole la pija. No da para más y lo amo. ¿Qué haría una verdadera mujer en mi lugar? Lo ignoro.


            FRULA Y LA MADRE DE LINDA


            —No voy a aceptar que un detective boliviano me someta a un interrogatorio.
            —¿Prefiere que lo haga el sargento de la policía argentina?
            —¿Por qué se hizo detective usted?
            —Cuando se nace pobre y con un poco de inteligencia, modestamente, sólo se puede ser detective o delincuente.
            —O terrorista.
            —Sí, pero carezco de ideales…
            —Y de moral.
            —Eso es muy cierto, señora.
            —¿Y por qué no se hizo usted delincuente?
            —Porque no tenía dinero para comprar un arma. Las agencias de detectives proveen una sin pagar.
            —Usted no me gusta.
            —Nunca le he caído bien a los delincuentes.
            —¿Está insinuando que soy una delincuente por el sólo hecho de que soy rica?
            —No fue una insinuación.
            —Si continúa faltándome el respeto ordenaré que lo echen de está casa ya mismo.
            —Creo que decididamente usted prefiere ser interrogada por la policía, no tengo inconveniente en pasarles mi informe y que ellos continúen el caso de su hija.
            —¿Qué es lo que necesita saber?
            —¿Qué cosa hizo usted los días siguientes a la desaparición de su hija?
            —¿No pretenderá que las recuerde todas?
            —¿Fue a un desfile de modas, a una fiesta o a un teatro?
            —Creo que sí, el primer día fui a un desfile de modas, el segundo día a una fiesta…
            —Y el tercero a un teatro.
            —Probablemente.
            —No está colaborando, señora.
            —¿Por qué habría de colaborar?
            —Supongo que por amor a su hija.
            —¿Qué quiere que haga? ¿La escena de la madre destruida?
            —Sólo me gustaría saber por qué una mujer continúa su vida social cuando se entera de que su hija será descuartizada por sus raptores si no reciben el dinero a tiempo.
            —Señor Frula, dígame por qué estos seres secuestraron a mi hija.
            —Supongo que necesitaban dinero, señora Morris.
            —Es doloroso pensar lo mal hecha que está la vida.
            —¿Por qué no toma su chequera y la corrige?
            —He visitado a algunas amistades. Es lógico que me reuniera con ellas para contarles lo que estaba viviendo.
            —¿Qué estaba viviendo, señora Morris?
            —Un drama de noticiero de TV. Le agradeceré que ya me deje descansar.
            —Una última pregunta.
            —Sólo si me promete que de veras será la última.
            —Se lo prometo, señora Morris.
            —Pregunte entonces.
            —¿Quiere usted a su hija?
            —No.
            —¿Por qué?
            —Señor Frula, ya le respondí su última pregunta, buenas noches.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel siempre lo envidió a Trespa porque tiene la pija más grande. Y ahora supone que Linda lo está engañando con Trespa. Le explico que un motivo como ese no es suficiente para que una mujer deje de amar a un chico como él.
            Insisto en que esa mujer tendría que estar muy enferma para dejarlo a él por un motivo tan gastronómico. Dejé entrever una vez más, que Linda es una tonta del culo. Con Axel hay que ser sutil.


            FRULA Y LA MADRE DE LINDA


            —¿Cuándo fue la última vez que vio a su hija?
            —Fue en el restaurante del Place. Yo le había preguntado qué clase de salsa quería para acompañar los langostinos. Me acuerdo que recé por que no pidiese salsa siberiana, Linda nunca supo armonizar sabores… Bueno, estábamos en eso cuando entraron los Hudges. Los Hudges comen siempre en el restaurante Place. Crucé dos palabras con la señora Hudges y cuando terminaba de decir «le presento a mi hija…», descubrí que Linda ya no estaba a mi lado.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            El frío de la calle me hiela las piernas: lo mejor que tengo para mostrar. Y las tetas. Hacer la calle en invierno es humillante. Yo cobro tarifas diferentes por cojer vestida o totalmente desnuda. Sin calefacción es más caro. En cambio, en verano no hago estas especulaciones. Me encanta sudar. Me encanta revolcarme desnuda en el sudor de un hombre. Terminar empapada en el sudor de una cama de verano: esa es mi felicidad.


            LA MADRE DE LINDA Y SU ANALISTA


            —¿Por qué se encuentra tan alterada?
            —Vino a verme otra vez ese detective boliviano. No sé por qué le temo más a él que a los secuestradores de mi hija.
            —¿La molestó con sus preguntas?
            —No son sus preguntas lo que me irrita. No sé qué es. Pero siempre me hace sentir como una estúpida. Es como si no creyera en mi sensibilidad.
            —¿Por qué no lo despide?
            —Según mi esposo, es el mejor detective que hay en la ciudad. Cuando le dije que estaba desesperada, miró la piscina y pasó su mano por el borde de mármol. Me miraba con eso ojos como escarabajos que tienen los indígenas. Yo le dije: «Señor Frula, cuando una mujer está desesperada, está desesperada aunque tenga un camarero tailandés que le sirva el cóctel en una piscina de mármol.»
            —¿Tiene un camarero tailandés?
            —Sí, es un barman excelente, ¿nunca le hablé de él?
            —Parece que lo omitió.
            —Ya hablaremos, me crea serios conflictos, pero prepara el negroni como nadie. Lo trajimos en el último viaje de…
            —Continúe hablándome de ese detective.
            —Yo le dije: «Nací rica, señor Frula, ¿qué se supone que debo hacer?, ¿repartir mi fortuna entre los pobres?»
            —¿Y qué le respondió?
            —«No es una mala idea». Y apagó su cigarrillo en mi piscina.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Hoy, Axel me llevó en taxi hasta el lugar de la cita con el padre de Plástico Cruel. Hubo más vibración entre él y yo. Me abrazó varias veces. Cuando íbamos en el taxi nuestras piernas se tocaron y él no se apartó. Al despedirse me besó en la boca.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Fui con el dinero y no sólo no me devolvieron a Linda, sino que nadie vino a buscar el rescate. Tal vez llegué 1 ó 2 minutos tarde, pero no más.
            —¿Cuánto tiempo esperó?
            —Un tiempo lógico.
            —¿Cuánto es para usted, señor Morris, un tiempo lógico?
            —Una vez cumplido el horario de la cita, es el tiempo en que tarda en pasar un negocio ante mis narices.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Cualquier objeto de plástico dura más que un amor eterno.


            AXEL Y BOMBÓN


            —¿Por qué no esperaste?
            —Esperé, pero el tipo no llegó.
            —¿Hasta qué hora esperaste?
            —Un tiempo lógico.
            —¿Qué es para vos un tiempo lógico?
            —Una vez que cumplido el horario de la cita, es el tiempo en que tarda en pasar un hombre.
            —Te hiciste un levante y te fuiste a cojer.
            —El tipo no vino a la hora fijada y en eso pasó un taxi, lo miré por si Morris venía adentro, pero el tipo interpretó mal mi mirada y… me llevó a dar una vuelta en pija.
            —No había contado con esa parte tuya cuando te elegí para este trabajo.
            —Si no me das lo tuyo, tengo que agarrar lo que venga. Cuando veo un hombre me caliento como el mercurio de un termómetro metido en el culo de un bebé que tiene cuarenta grados de fiebre.


            LINDA MORRIS Y TRESPA


            —¿Por qué no me pedís que vaya a Francfort con vos?
            —¿Vendrías conmigo a Francfort?
            —Sí.
            —¿Y Axel?
            —Él me puso Plástico Cruel y me tiene por descartable, ya me cansé.
            —Pero te quiere.
            —Vos también me querés. ¿Por qué si sos un ganador insistís en jugarla de perdedor?
            —¿Te gusto?
            —Preparame una buena línea que con eso me pongo sincera.
            —Tomá.
            —Desde que te conocí me hice fantasías sexuales con vos.
            A veces le chupaba la pija a Axel, pero imaginaba que estaba con vos y que te hacía gozar.
            —Axel nos va a odiar.
            —¿Y por eso nosotros no podemos amarnos?
            —Creí que lo querías.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA


            —Señor Frula, esto parece un prostíbulo.
            —Se lo agradezco, pero creo que está sobredimensionando la importancia de mi oficina.
            —Tenía otra idea de lo que era la oficina de un detective.
            —¿Un whisky, señor Morris?
            —No, gracias.
            —¿Una línea de cocaína?
            —No.
            —¿Entonces, un café?
            —Le acepto un café.
            —Ya está listo.
            —¿Recalienta el café?
            —Es una costumbre que tenemos los pobres.
            —Sólo vine por el tema de mi hija.
            —No me cabe ninguna duda.
            —No comprendo cómo puede trabajar para la policía un hombre que se droga y mantiene un prostíbulo.
            —Señor Morris, trabajo para la justicia, no para la policía.
            —Siempre creí que eran la misma cosa.
            —Usted pasa demasiado tiempo ocupado en sus empresas.
            —¿Qué averiguó sobre Linda?
            —Ya estoy tras la pista de los secuestradores, mañana le podré dar un informe más completo.
            —Bien, lo espero mañana, ahora debo marcharme.
            —No terminó su café.
            —No se preocupe, podrá recalentarlo nuevamente.


            AXEL Y LINDA


            —No me toques. Estoy cansado.
            —Mmm, un cielo de tormenta se cierne sobre Axel, el cerdo.
            —Si querés hacer algo por mí, decime alguna cosa agradable.
            —Sos el mejor amante y el escritor más talentoso del mundo.
            —Decime algo que yo ignore.
            —Axel, el cerdo, está mal y por eso se hace el interesante.
            —No me hago. Soy interesante.
            —Yo sé lo que te pasa.
            —Decímelo. No me dejes morir sin la respuesta.
            —Estás mal porque no vine ni el sábado ni el domingo.
            —Yo nunca sé cuando es sábado, lunes o jueves.
            —Sí, pero sabés que hace dos días que no vengo por esta sucia cueva. Y en tu cabeza de napolitano habrán pasado una película titulada «Las orgías de Linda Morris, alias Plástico Cruel».
            —Te estás dando demasiado protagonismo, nena.
            —Sí, hombre duro. Pero dejame contarte que me quedé a dormir en la estancia donde se casó mi mejor amiga.
            —¿Todavía se hacen esas boludeces como casarse, ponerse anillos, ir a la iglesia y tirar arroz?
            —Sí, Axel, y son ceremonias conmovedoras, lo que nunca supe es por qué a los novios les tiran arroz.
            —Es obvio. Porque los tomates manchan.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA


            —No he tenido nuevos llamados de los secuestradores.
            —Quizá los desenmascare antes de que vuelvan a comunicarse, tenga confianza en la investigación científica.
            —¿Si asesinaron a mi hija, para qué puede servir que Ud. sea científico?
            —Poseo un laboratorio de investigaciones.
            —¿Piensa explicarme en qué consiste ese sistema científico o prefiere hacerse el misterioso?
            —No hay ningún misterio. La ciencia no es ficción.
            —No tengo mucho tiempo, como comprenderá, ¿puede ir al grano, Frula?
            —Considero únicamente las huellas de ADN, ¿sabe qué es el ADN?
            —Soy un ejecutivo, no un científico.
            —Es el Acido-Desoxirribo-Nucleico, la molécula de la vida. Esta molécula se encuentra en todas las células y contiene el código genético completo de cada individuo.
            —Hasta ahora no veo cómo va a resolver el caso de mi hija…
            —Cualquier célula del individuo que atacó a su hija puede revelarnos datos fundamentales. Es como si el asesino perdiese su documento de identidad en el lugar del crimen. Para descubrirlo me basta con el análisis de un pelo o de una gota de saliva.
            —¿Y qué espera, que el asesino le envíe una carta con un mechón de pelos?
            —Señor Morris, si los métodos científicos no los puedo aplicar, aplico los métodos clásicos.


            SEÑALES DE TRANSITO


            -perfumes tóxicos-


            el aliento de un amante
            en la oscuridad


            LINDA Y TRESPA


            —¿Qué significa tu nombre?
            —Tres patas, desde que era muy chico me llamaban así.
            —¿Por qué?
            —No quisiera resultar desagradable.
            —Después de haber vivido con Axel, todos los hombres me parecen monaguillos.
            —Tampoco soy eso.
            —¿Vas a decirme o no por qué te llaman tres patas?
            —Porque tengo la pija bastante grande.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            El inventor de la rueda redondeó la palabra adiós. La hizo más ágil, más dinámica. Su invento es una fiesta triste. Ocupó en la historia del amor un protagonismo tan lamentable que por eso nadie recuerda el nombre de ese genio.


            AXEL Y LINDA MORRIS.


            —¿Qué pasó con Trespa?
            —Fuimos a dar una vuelta.
            —¿Desde las 12 de la noche hasta las 6 de la mañana?
            —¿Me espíás?
            —No. No te espío. No hace falta que me respondas.
            —Puedo responderte.
            —No. No lo hagas. Prefiero tu silencio a que me cuentes una mentira.


            FRULA Y LA MADRE DE LINDA.


            —Perdone la demora, señor Frula, pero necesitaba cambiar de ropa.
            —¿Usted mira mucho cine, verdad señora?
            —Me encanta. ¿Por qué lo dice?
            —Porque se viste como la mujer de un gangster de película.
            —¿Desde cuándo los detectives saben de moda?
            —Sólo intentaba decirle algo simpático.
            —Pues lo único que consigue es ponerme nerviosa.
            —No confía en mí, ¿verdad, señora?
            —No. Y si faltara algo en mi casa no dudaría en suponer que usted lo robó.
            —Generalmente, robar es poner las cosas en su sitio.
            —¿¡Pero, qué clase de policía es usted!?
            —No soy policía. Soy detective.
            —¿Un detective no trabaja para la policía?
            —No necesariamente.
            —Señor Frula, está logrando irritarme. ¿Para quién trabaja usted?
            —Si es por mi cuenta, lo hago para la justicia. Si me contratan, trabajo para el que me contrata.
            —No sé cuántos son sus honorarios, pero tengo mi propio dinero, si se retira de este caso, le pagaré el doble de lo que le haya ofrecido mi esposo.
            —Es demasiado, señora.
            —Considérelo una obra benéfica.
            —Nunca abandono un caso sin resolverlo.
            —No sabía que los bolivianos tuvieran convicciones tan firmes.
            —No son convicciones, es curiosidad. Señora Morris, ¿conoce usted a los amigos de su hija?
            —A algunos.
            —¿Sabe sus nombres o dónde viven?
            —No sé dónde viven ni cómo se llaman.
            —¿Su hija no los nombró nunca?
            —Sí. Pero todos tienen apodos rarísimos.
            —¿Recuerda esos apodos?
            —No se, La Mola, Tresna o algo así, y creo que Alex era el que más estaba con ella.
            —¿No serían La Malco, Trespa y Axel?
            —Puede ser.
            —¿No recuerda cómo son físicamente?
            —No, por supuesto, señor Frula, créame que lamento interrumpir esta conversación, pero tengo cita con mi analista.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Te acostaste con Trespa?
            —No, siciliano celoso, no me interesa para nada.
            —Sin embargo se miraron de una forma extraña toda la noche.
            —Axel, ¿no se te van a pasar nunca los celos?
            —Tendría que dejar de amarte.
            —Antes me decías que no te importaba que me acostase con todo el mundo.
            —Antes no sabía que te quería tanto.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA


            —Volvieron a llamar por el rescate. Mañana a la misma hora en el mismo sitio. ¿Qué me aconseja, Frula?
            —Vaya y pague. Es la manera más rápida de recuperar a su hija.


            AXEL-BOMBÓN-FRULA-TRESPA-LINDA


            —Perdimos a La Malco.
            —¿Qué quiere decir que la perdimos? ¿Qué se fue de viaje o que la canjeaste por 10 gramos de cocaína?
            —Eso es imposible. Nadie daría 10 gramos por La Malco.
            —Se suicidó. Se tiró bajo las ruedas de un tren.
            —¿Por qué de esa manera tan horrible…? Bajo las ruedas del tren…
            —Supongo que porque no es posible matarse tirándose sobre el techo del tren.
            —En eso, hay que reconocerlo, fue sensata.
            —Se mató porque nadie supo quererla.
            —No, se mató porque ella no supo quererse.
            —¿A dónde quieren llegar con estos comentarios desubicados?
            —A no sentir culpa.
            —¿Sentimos culpa?
            —A mí me da pena.
            —¿Nadie va a llorar?
            —¿Dónde está el cadáver?
            —Sigue tirado al costado de las vías.
            —No me sorprende, La Malco siempre fue negligente.
            —No es eso. Las ambulancias de la morgue están en huelga.
            —¿Nadie va a llorar?


            MADRE Y PADRE DE LINDA


            —¿En ese sobre te enviaron el anillo?
            —Sí.
            —¿Había algo más?
            —Sí.
            —¿Podrías dejar de responderme con monosílabos?
            —Sí.
            —¿Qué más había en el sobre con el anillo de Linda?
            —Un dedo.
            —¿Un dedo…? ¿Y de quién?
            —De Linda.
            —No debo llorar. No debo llorar. Mi analista me dijo que no debo llorar. Aunque mi estilista dice que es mejor descargar. No sé qué hacer. ¿Dónde está?
            —¿Quién?
            —El dedo.
            —En poder de mi secretaria.
            —Pedí que lo envíen inmediatamente.
            —¿Por qué?
            —Porque soy la madre de… ese dedo.
            —¿Para qué hacer que traigan el dedo de Linda?
            —Es parte de nuestra hija.
            —Es sólo un dedo.
            —Esta será su casa hasta que pueda reunirse con el resto de Linda.
            —Como quieras.
            —Además se me acaba de ocurrir una idea.
            —Espero que estés hablando en broma.
            —Vamos a guardar ese dedo en el freezer hasta que recuperemos a Linda. Quiero que se sienta orgullosa de sus padres.
            —Ya mismo ordeno que lo traigan.
            —Voy a reservar turno en alguna clínica de New York para los dos.
            —¿Para quiénes? Yo no creo que pueda viajar a New York.
            —Yo tampoco puedo viajar. Es para Linda Morris y su dedo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            No creo que exista nada que yo no sea capaz de hacer por Axel. Cualquiera que haya tenido una amiga malcojida y suicidada y que se haya visto en la obligación de encontrar y ocultar, ante la mirada implacable de los curiosos, un dedo de su mano cortada brutalmente por el acero de las ruedas de un tren para ponerle el anillo de una joven rica secuestrada, con la finalidad de enviar anillo y dedo al padre millonario para que éste pague el rescate, comprenderá lo difícil que resulta efectuar esta operación


            LA MADRE DE LINDA Y SU ANALISTA


            —¿Cómo se siente ahora que ha recuperado una parte de su hija?
            —Es una parte muy pequeña. Si me hubiesen enviado a Linda y se hubieran quedado con el dedo, me sentiría un poco mejor.
            —No es lo mismo, señora.
            —¿¡Cómo que no!? Si lo que ellos quieren es el dinero, vamos a pagar lo mismo porque Linda recupere su dedo o porque su dedo recupere a Linda. Mi hija no sería mi hija sin todos los dedos de su mano.
            —Señora Morris, considero que tendrá que venir 4 veces por semana.
            —¿De veras cree que debo venir dos veces más?
            —Por el bien de su salud mental y porque en febrero voy a viajar a Europa.
            —¿Por qué mejor no llama a éstas, sesiones intensivas y me las cobra el doble?
            —Es una idea brillante, señora Morris.
            —Cuando se trata de hacerle gastar dinero a mi marido, siempre se me ocurren ideas brillantes.
            —Nuestra primera sesión intensiva terminó.
            —La última pregunta…
            —Mejor, en la próxima, señora.


            SEÑALES DE TRANSITO


            Uno debería ser el único de su especie
            las otras especies deberían ser
            los objetos sexuales para uno, pero sin posibilidad
            de atracción entre ellas. Y adiós a los celos.


            LA MADRE DE LINDA Y SU ANALISTA


            —¿Usted cree que le quedará alguna marca horrible a Linda?
            —Seguramente sí. Pero con varias sesiones por semana, al cabo de unos años se habrá reestablecido.
            —No me refiero a su estado psíquico. Digo si le quedará alguna marca luego de que le pongan el dedo en la mano.
            —Señora Morris, yo soy analista y no cirujano.
            —Qué pena.


            LA MADRE DE LINDA Y SU ESTILISTA


            —Mi analista me dijo que a Linda le va a quedar una marca horrible y que tendrá que hacer tratamiento por largos años.
            —Pero no, señora Morris, hoy en día la cirugía plástica hace milagros.
            —No, Félix, me refería a una marca psicológica, un trauma.
            —Eso se cura con un viaje, señora, mándela a Europa.
            —Linda ya está aburrida de ir a Europa.
            —Entonces a algún país exótico.
            —Los conoce todos.
            —Entonces va a tener que anotarla en algún vuelo charter al espacio.
            —¡Qué ocurrente es usted, Felix!
            —En eso salí a mi santa madre.


            AXEL Y PLÁSTICO CRUEL


            —¿A partir de cuándo tengo deudas con vos? ¿Te debo haberme enseñado a fumar porros o a jalar cocaína? ¿Te debo la cuota de ingreso al club de los marginados? Cerdo Axel, no te debo nada que a su vez no me debas a mí. Me voy, Axel. Nos hartamos los dos. Aquí no hay culpas ni deudas. ¿Qué pasó con tu inteligencia precoz?


            LA MADRE DE LINDA Y SU ESTILISTA


            —Félix, estilista, buenos días.
            —Hola, Félix, habla la señora Morris, tiene que darme un turno.
            —¿Para el viernes le parece bien?
            —Tiene que ser ya mismo.
            —Ay, no puedo, señora Morris, tengo toda la tarde ocupada.
            —El dedo de mi hija se lo cortaron al cadáver, mi hija se arrojó bajo un tren o la empujó un terrorista, no sabemos, por favor, Félix, tenga piedad de mí, deme un turno.
            —En ese caso, déjeme ver cuál puedo anular.
            —Anúlelos todos. A primera hora de la tarde estaré ahí.
            —Bien, señora Morris, la espero, siento mucho lo de…
            ¡Click!


            AXEL Y LINDA


            —No te vayas.
            —Esta historia terminó.
            —¿Hay otro tipo?
            —Hay miles de tipos.
            —Todos de plástico.
            —Serán más apropiados para mí, según vos.
            —¿Por qué no les mentís a ellos en lugar de mentirme a mí? Deciles que los querés, pero engañalos conmigo. Quereme sólo a mí, acostate con todos, pero quereme a mí. Seamos amantes.
            —Eso es ridículo, Axel, tenemos que separarnos y basta.
            —No me parece la solución más creativa.
            —Cuando el amor se termina, una pareja se separa. Es tan elemental que no tendría que explicártelo.
            —A mí no se me terminó el amor.
            —Axel, sólo querés que me quede a tu lado por comodidad y por orgullo.
            —No me juzgues según tu manual de códigos morales. No quiero retenerte por comodidad ni por conveniencia.
            —Yo no dije conveniencia, dije orgullo.
            —¿Orgullo ante quiénes?
            —Ante vos mismo.
            —Estoy demasiado ocupado con el dolor de perderte como para pensar qué-diré-yo-de-mí porque una mujer deja.
            —Me voy.
            —Te dije alguna vez que sos la mujer más hermosa que conocí en toda mi vida.
            —Toda tu vida, Axel, tenés diecisiete años.
            —No te vayas.
            —No puedo quedarme, Axel.
            —¿Por qué no lo pensamos mejor?
            —No hay nada que pensar.
            —¿No querés darte una ducha? Hay un montón de ropa tuya en esta cueva.
            —Axel, ¿vos pidiéndome que me bañe…?
            —Estoy dispuesto a pedirte lo que quieras, ¿querés casarte conmigo?
            —Basta, Axel, dejame salir.
            —Cenemos juntos y después te vas, en un instante preparo una cena.
            —Son las seis de la tarde, Axel.
            —¿Te vas con Trespa…?
            —Me voy y punto.
            —Es un tipo peligroso, como todos los cobardes. Es capaz de hacerle daño a cualquiera.
            —¿Y el que abusa de una niña de nueve años, qué es para vos?
            —Yo no abusé de esa chica, sólo le di placer, creí que lo habías entendido.
            —Lo entendí perfectamente, Axel.
            —No, no es cierto. Nunca entendiste nada.
            —Con más razón para que me dejes ir sin hacer cuestiones.
            —Te voy a extrañar.
            —¿Me vas a extrañar a mí o al sexo que hacías conmigo?
            —¿Qué diferencia hay?
            —Basta, Axel, cuando la gente deja de amar, se separa. Y listo.
            —Yo no dejé de amar.
            —Vos no amás.
            —¿No es amor haber pasado tanta historia con vos?
            —Tu interpretación de cualquier cosa es tan cerrada como la de mi madre. Sos incapaz de ver la realidad.
            —¿Qué realidad tengo que ver? ¿Que te vas a buscar otra pija?


            FROILAN FRULA Y LA MADRE DE LINDA


            —Si se suicidó es porque no quería vivir más, señor Frula.
            —¿No le parece demasiado simplista su deducción?
            —Es así de simple: los que no quieren la vida, se matan.
            —Tal vez los que se suicidan son los que más quieren vivir.
            —Eso es un juego de palabras. Aquí no le faltaba nada. Se fue y terminó matándose. Y no me diga que le faltaba amor porque eso es una tontería.
            —Señora Morris, un suicida es alguien que se equivocó de víctima.
            —Debería haberme matado a mí, ¿eso es lo que intenta decirme?
            —Señora Morris, no creo que yo pueda decirle nada que usted no sepa.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —La mujer que debía recibir el rescate no vino, Frula.
            —Se habrá retirado del delito.
            —¿Por qué no le reemplazó otro de la banda?
            —Probablemente no funcionan como el directorio de sus empresas, son delincuentes menos organizados. Pero quédese tranquilo que su hija está viva.
            —Frula… ¿Cómo sabe que mi hija está viva?
            —Entre las características de mi personalidad que no le mencioné al presentarnos, figura la clarividencia.
            —Frula, ¿me está diciendo que, además de boliviano, científico, detective y cocainómano, usted es… vidente?
            —Afirmativo, señor Morris.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Vamos a cojer.
            —¿No podés insinuarlo de una manera más delicada?
            —¿Nos acostamos, mi cielo?
            —No.
            —¿Por qué?
            —Porque el sexo por el sexo me parece un acto gratuito.
            —Hacés tantos actos gratuitos que no entiendo por qué cuestionás el más divertido.
            —Me cansé, Axel, me cansé de tu búsqueda de sensaciones baratas.
            —¿Baratas? La cocaína está carísima.
            —No hagas el idiota, me refiero a tu liberación sexual pasada de moda.
            —Nunca pretendí estar a la moda.
            —Me cansé de tu idea de que sólo se puede disfrutar de la vida tomando drogas y fornicando bajo la lluvia de una dotación de caballos en celo.
            —De modo que preferís la clásica y aburrida manera de fornicar de Trespa.
            Y aunque Axel no se lo preguntó, ella dijo:
            —Estoy enamorada de Trespa.



 SEXTA PARTE

 

 

            «Partimos en busca de la virginidad
            y llegamos a Sodoma.»
            FEDOR DOSTOYEVSKI





            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Quiero tanto que Axel me quiera que acentúo mi estupidez.
            Exagero lo que le cuento para que se ría de mí. Almaceno sus risas para cada oportunidad en que necesito desesperadamente su cariño. Soy una idiota que cultiva su estupidez como si fuese un jardín. Ya estoy para el convento.


            LINDA MORRIS Y AXEL


            —Cuando te drogás te descontrolás demasiado, Axel.
            —Nena, precisamente esa es la razón por la que me drogo, para descontrolarme.
            —Drogate todo lo que quieras, pero nada de mearme ni de pedirte que te mee. Ya me aburrí de esas porquerías.
            —No son porquerías, es amor.
            —Vaya idea que tenés del amor.
            —Todo el mundo ama mal, mi manera de amar es convertir el cariño en morbo. Te digo que te quiero con mi pija, yo tengo el corazón entre las piernas. Vení a besarme el corazón.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Yo sí tengo noticias, Frula
            —¿Qué noticias?
            —La muchacha muerta responde a las características de Linda. Suicidio u homicidio, al cadáver de esa muchacha le falta un dedo, la policía citó a mi esposa, irá a la morgue para hacer el reconocimiento.
            —Nadie mejor que una madre para reconocer el cuerpo de su hija.
            —Si realmente se trata de Linda, quiero que encuentre al culpable, como sea. A la policía no le mencioné nada sobre el secuestro.
            —Lo encontraré, señor Morris, no pierda la confianza en su detective.


            MADRE DE LINDA Y SU ESTILISTA


            —Félix, atiéndame ya.
            —Están todos los turnos tomados, señora Morris.
            —Anúlelos, le pagaré por todos. Debo ir a la morgue a reconocer el cadáver de mi hija.
            —En ese caso, venga por aquí.
            —Estoy desolada, Félix.
            —Quizá sea el cuerpo de otra muchacha.
            —¿Usted cree?
            —Últimamente violan y asesinan a muchas jóvenes con las características de su hija.
            —Yo pensaba que Linda era más personal. Nunca aprobé su peinado ni su manera de vestirse. ¡Qué terrible lo que estoy viviendo Félix!
            —No se preocupe, va a ver que el cuerpo no es de su hija, recuerde que a su hija le falta un dedo.
            —A la que encontraron, también. Me lo dijo la policía.
            —Eso no quiere decir nada, señora Morris, hoy es muy común que secuestren muchachas, las violen y les corten los dedos.
            —¡Félix! ¡Por favor! El flequillo lo uso hacia la izquierda, ¡no se distraiga!


            AXEL Y LINDA


            …Y sin que Axel hubiese preguntado nada, Linda dijo:
            —Me enamoré de Trespa.


            FRULA Y LA SEÑORA MORRIS


            —¿Por qué pone tanto entusiasmo en su trabajo, señor Frula?
            —Porque me gusta descubrir la verdad. Y luego decirla pase lo que pase.
            —¿Practica eso con todo el mundo?
            —Con todos, menos con la policía, naturalmente.
            —No consigo entenderlo a usted, señor Frula. Debe ser un problema de lenguaje.
            —Si es por eso no se preocupe. No debe existir ninguna palabra en el mundo que tenga el mismo sentido para los dos.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            En el ángulo que forman las costillas superiores con el esternón del pecho de Axel cazaron un ciervo en pleno vuelo.


            AXEL Y LINDA


            —Sí. Me enamoré de Trespa —repitió Linda y su voz, como un flash, encendió la memoria de Axel.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            No me tires a matar como si tuviese repuesto.


            AXEL Y LINDA


            —¿Trespa? —preguntó inútilmente Axel. Y un recuerdo, que se había resistido a pasar al compartimento del olvido, ocupó su memoria. Resplandeció nítido y veloz como un video-clip.


            SEÑALES DE TRANSITO


            -perfumes tóxicos-


            La mirada que se cruzan los cómplices de una traición.


            AXEL Y LINDA


            —Tu historia con Trespa empezó hace unos meses.
            —¿Otra vez te salió el siciliano celoso?
            —Cuando nos reencontramos en el recital, ¿Trespa te estaba abrazando?
            —¿¡Cómo se te ocurre!?
            —Se me ocurre porque te noté sobresaltada cuando me besaste.
            —El siciliano herido en su honor.
            —No te enojes.
            —Voy a salir.
            —¿A dónde vas?
            —Axel, basta, no soy una pertenencia tuya. ¿OK?
            —OK.


            MALDITA MEMORIA SELECTIVA


            Por varios caminos miles de jóvenes se dirigen al césped del estadio. Una banda soporte llena el tiempo hasta que llega la estrella del rock.
            Axel y Linda ríen estúpidamente porque ya les sube el ácido que tomaron en la cueva.
            Pronto se pierden el uno al otro en la multitud gritona y densa.
            Trespa, que también está en ácido, detecta a Plástico Cruel y se detiene detrás de ella. Apoya su bulto en el culo de Plástico y cuando ella gira se miran a través del prisma lisérgico. Y ríen.
            —Todo está bien —dice Trespa—, soy yo.
            —Está bien —responde Linda y vuelve a girar dejando que Trespa le apoye su pedazo en el culo.
            Estimulado por la onda de ella, Trespa pasa un brazo por el costado para acariciarle suavemente las tetas.
            Entre el grupo de gigantes aparece Axel, como un niño perdido en el bosque.
            Linda se separa de Trespa y salta hacia Axel. Se besan.
            Axel percibe una actitud extraña en ella. No le da importancia. Vuelven a besarse.
            —Está Trespa —dice Linda.
            —¿Dónde? —pregunta Axel. Pasando por el costado de Linda, aparece Trespa, con los ojos brillantes, y dice:
            —Aquí. Axel lo besa en la mejilla. Una ráfaga de confusión se filtra en su euforia, pero prefiere dejarla pasar. Cuando está en ácido rechaza los pensamientos oscuros. Sabe drogarse. Los tres se miran. Ríen. Y empiezan a bailar en estado de gracia psicodélica.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Entré sin llamar y descuarticé mis ilusiones.


            AXEL Y LINDA


            —Estoy enamorada de Trespa.
            El metal de tus palabras atravesó con su filo el cuello de un ñandú. El ñandú en pleno salto. El metal entrando en el cuerpo caliente. Se partió su vida en el aire. Y sólo quedó en la tierra un nudo de patas muertas.
            «Estoy enamorada de Trespa.»
            Fusilaste con una ráfaga las palomas que dormían en la cornisa de mis pulmones.
            «Estoy enamorada de Trespa.»
            Activaste una bomba en el cajón donde mis ratas hacían el amor desesperadamente.
            «Estoy enamorada de Trespa.»
            Hundiste todos los barcos. Quebraste todos los aviones.
            Lanzaste automóviles por los acantilados.
            «Estoy enamorada de Trespa.»
            Tu voz ametralló a un niño que corría a mostrarles a sus padres el dibujo de un jardín con cerdos.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Por todo lo que usted consume, le convendría destinar este petit prostíbulo a la elaboración de cocaína, sería un buen negocio.
            —Fabricar cocaína es un delito.
            —Y consumirla también.
            —A usted le gusta el whisky, señor Morris, y no se le ha ocurrido instalar una destilería.
            —Insisto en que…
            —Señor Morris, detesto hablar de drogas, permítame jalar dos líneas y luego dígame qué lo hizo venir hasta aquí.
            —Vine a decirle que el caso llegó a su fin. El cadáver de la chica que se arrojó bajo el tren es el de mi hija. Fue un suicidio. Hubo testigos.
            —La policía se ha equivocado, no es el cuerpo de su hija.
            —Creo que es usted quien se equivoca, Frula, mi esposa la ha reconocido.
            —Analicé un pelo del cadáver.
            —¿Quién lo autorizó a tocar el cuerpo de mi hija?
            —No lo toqué.
            —¿Entonces?
            —Ese cuerpo que encontró la policía y que su mujer reconoció como el de su hija, no es el de su hija. Se trata de una muchacha que vendía cigarrillos en la Estación Central, conocida como La Malco. Era la persona que tenía que cobrar el rescate.
            —No puedo entender que la policía haya confundido el cadáver de una cigarrera con mi hija.
            —¿Y su mujer?
            —Mi esposa está borracha de sedantes, si le hubieran mostrado un orangután, también hubiese dicho que era nuestra hija sin depilar.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Plástico Cruel dejó a Axel, pero Axel no corrió a mis brazos.
            Soy demasiado tonta. Me engaño, hasta yo me engaño. Es demasiado evidente que Axel nunca me amará. Aposté y perdí. Sí, soy una estúpida. ¡Al convento de travestis directo!


            ALUCINACIÓN


            EL SHOW DE AXEL Y PLÁSTICO CRUEL

            Enormes corazones purpura suspendidos bajo las luces /una cama redonda / una puerta a un costado / la puerta es lo único blanco que hay en el ámbito / la iluminación es íntegramente en rojo / salvo un spot dirigido hacia la puerta que es blanco: su intensidad aumenta cada vez que Axel hace una referencia a la llegada de Plástico Cruel.

            AXEL: —¡Bienvenidos, señores y caballeros! Como todas las noches, llegó el momento de asistir al gran número del Boogie-Bar… ¡El show de Axel y Plástico Cruel…! [mira hacia la puerta]… Plástico Cruel y yo hacemos este show noche tras noche para demostrar que el amor es inagotable y también irrompible. ¡Cuatro años consecutivos de éxito…! Pero hoy sucedió algo inesperado… Plástico Cruel faltó a la cita. Súbitamente y sin señas previas que hubiesen hecho sospechar este final… El show está montado para dos: Plástico Cruel y yo. Todas las noches es así: yo empiezo a actuar y en un sorpresivo momento ella aparece por esa puerta, justo cuando estoy masturbándome… Pero hoy no me va a interrumpir… Se le confundió el amor y ha decidido dejarme para siempre. ¿¡Qué carajo querrá decir «para siempre»!? Entonces, esta noche nada tiene sentido. No tiene sentido que yo esté aquí y ustedes estén ahí. Ella no va a entrar por esa puerta para besarme, quitarme la ropa y amarme a su manera. De esa manera que a ustedes y a mí nos pone tan locos… ¿Escucharon un ruido? … [va hacia la puerta y la abre]… ¡Qué tonto…! Me pareció que era… que venía… que había entendido que su lugar estaba acá… ¡Hay que ser tonto para hacerse tantas fantasías! … En esta parte va todas las noches la canción de Plástico Cruel… [mira hacia la cabina del sonidista] ¡Mándela igual! [va canción].
            [Al finalizar la canción Axel está tremendamente conmovido pero hace esfuerzo para que el público se sienta incomodo]
            AXEL: —…Cuando esta canción termina yo sé que ella se está preparando detrás de la puerta… Entonces le digo: «Bonita canción, y muy cierta, sobre todo, muy cierta»… [mira hacia la puerta como si otra vez hubiese escuchado un ruido / se convence de que no escuchó nada]… Yo le dije: «No entiendo cómo… así de repente… me dejás de querer. ¿Qué te parece si hacemos la función igual y después lo pensás mejor…?» Pero ella me respondió: «No…» ¡Qué palabra tan dura y sorda! El «No» es una palabra depredadora… Por eso digo que esto no tiene sentido. ¿Qué hacemos acá? Si este show es para los dos y sólo hay uno… Después ella entra sorpresivamente por esa puerta, me besa y me desnuda… Yo le voy sacando la ropa con mi pie derecho… Cuando consigo quitarle la última prenda estalla un aplauso espontáneo… Es el comienzo de la parte fuerte del número…. Le pedí una noche más, sólo una noche más. Pero ella supuso que luego le pediría siempre «una noche más» y nunca la iba a dejar irse… Supongo que tenía razón… Dijo: «No». El latigazo en el hocico de un cachorro… No… Si ella no aparece por ahí, este show no se puede hacer. No debe ser entretenido ver a un hombre masturbándose y que ella no entre nunca… El dueño del Boogie-Bar insistió en que saliera a escena igual y que mañana me busque otra para que reemplace a Plástico Cruel… Cree que es tan fácil… [mira hacia la puerta]… No… sólo me… me pareció que… ustedes saben… Si quieren me masturbo, pero es estúpido… si lo que vienen a ver aquí son mujeres… Supongamos que ella entró hace rato y que ya nos amamos cuatro veces… Entonces viene la canción que va antes del final… también es un dúo, pero la puedo hacer solo. [Empieza la música / Axel canta el mismo tema que cantó en off Plástico Cruel / cuando termina de cantar su estado es lamentable].
            AXEL: — [Visiblemente destruido] ¡Apaguen todas las luces y devuélvanle el dinero a esta gente!
            [Apagón]

            ~ FIN DE LA ALUCINACIÓN ~


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Estoy triste y es por Axel. Si él me hubiese amado, yo amaría la vida. Ni el HUBIESE ni el AMOR existen.


            AXEL Y FRULA


            —¿Qué vamos a hacer?
            —Cobrale tus honorarios a Morris y borrate.
            —¿Qué pasó?
            —Se terminó el juego.
            —¿No vamos a cobrar el rescate?
            —No.
            —¿Y mi parte?
            —No hay rescate, sacale lo que puedas al viejo Morris.
            —Pero, Axel… ¿no te gustó cómo hice mi papel?
            —Sí, pero ya terminó.
            —De acuerdo, pero quiero que me expliques por qué no cobramos el rescate.
            —¿Qué vamos a dar a cambio?
            —A Plástico Cruel.
            —Se enamoró de Trespa.
            —¿Trespa te dejó sin tu chica?
            —No sé si Trespa me dejó sin mi chica o si Plástico Cruel me dejó sin mi amigo.
            —Digamos que te jodieron los dos… ¿Por qué las historias de amor siempre terminan mal?
            —No me interesa el tema, Frula.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel me preguntó qué tiene de interesante Trespa. Le expliqué que una mujer ardiente puede perdonarle a Trespa su ancha franja de deficiencia mental. Es la clase de individuo que una busca cuando necesita que una barra de carne apacigüe su angustia. Trespa no es un hombre. Es un consolador.


            AXEL Y LINDA


            —¿Te vas con Trespa porque tiene la pija más grande?
            —Hay un montón de cosas en la vida aparte del sexo.
            —Pero te vas con él por eso, ¿no?
            —¿Cómo podés suponer semejante vulgaridad?
            —De la misma manera que puedo suponer algo sublime.
            —¿Y por qué no suponés algo sublime?
            —Porque tengo una tendencia impulsiva hacia la verdad.
            —¿Hacia la verdad o hacia el tema del sexo?
            —¿Te gusta la pija de Trespa, no es así?
            —Axel, vos no sos un disminuido sexual.
            —Pero me dejás por Trespa. Ya no te intereso.
            —¿Por qué tenés que pensar que la causa está en vos? ¿Por qué no pensás que se debe a que soy de plástico?
            —Me da asco tu forma elegante de mentir.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Su hija se autosecuestró ayudada por un joven llamado Axel. Un travesti fue quien hizo las llamadas telefónicas y quien debió haber cobrado el rescate la primera vez. El suicidio de otra integrante del grupo interrumpió el cobro la segunda vez. De esa muchacha era el dedo que le enviaron con el anillo de Linda.
            —¿Por qué no intentaron cobrar el rescate una vez más?
            —Su hija abandonó al joven Axel y se fue con otro amigo de ambos, conocido como Trespa.
            —¿Dónde están?
            —Desconozco el paradero, pero sé que viajarán a Francfort.
            —¿Todos esos datos los descubrió con su método científico?
            —No fue necesaria la ciencia. Usé un sistema más sencillo.
            —¿Cuál?
            —Interrogué a la portera del edificio debajo del cual vivieron Axel y Linda.
            —No me parece serio que un detective se guíe por los chismes de una portera.
            —Nunca fui un detective serio, sólo soy eficiente.
            —Si mi hija se fugó con ese delincuente, tiene que detenerlos, Frula.
            —¿Y de qué los acuso? ¿De estar enamorados?


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Vino Axel. Una mala noche. Entró, se tiró sobre la cama y, como un niño consentido al que acaban de negarle una golosina, dijo:
            —El amor es una convención de la cultura.
            —¿Qué pasó…? ¿Terminó la historia con Plástico Cruel?
            —Sí.
            —Entiendo.
            —No. No podés entender. Nadie entiende nada.
            Se acostó, vestido, y lloró hasta dormirse. Fue la primera vez, en mi puta y poética vida, que un hombre durmió en mi cama y yo no intenté chuparle la pija. Lo amo demasiado, soy una santa… lo amo demasiado.


            FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS


            —Este casó terminó Frula, retírese.
            —Me gustaría marcharme con 500 dólares en mi bolsillo.
            —¿Quinientos dólares?, usted me causa gracia.
            —Mis humildes honorarios, señor Morris.
            —Desaparezca de mi vista, Frula, es usted quien debería pagarme para que no lo denuncie por tenencia, consumo y tráfico ilegal de drogas, entre otros delitos.
            —¿Quizás le guste oír este cassette, usted habla en él acerca de las ganancias de sus empresas y la ausencia de equipos de seguridad.
            —¡Déme eso!
            —Me sorprende lo infantil de su gesto, ese cassette era una copia.
            —Tranquilicémosnos, Frula, usted me causa un especial interés.
            —Hace unos instantes le causaba gracia.
            —Olvídelo, usted es una gran persona.
            —No sé si puedo decir lo mismo.
            —Puede, Frula, anímese. La humanidad es básicamente un rebaño de idiotas. Usted y yo somos seres inteligentes, aunque hayamos nacido en clases sociales distintas, la inteligencia nos une.
            —No entiendo qué quiere decir, Morris.
            —Tengo un negocio muy importante para ofrecerle.
            —No me interesa.
            —Aquí tiene sus 500 dólares y ahora le pagaré cien más por cada minuto que dure nuestra conversación.
            —No tengo reloj.
            —Tome el mío. Ya llevamos 40 segundos.
            —Lo escucho, Morris.
            —Le interesará mucho saber cuál es el metal fundamental para mi fábrica de envases.
            —No, pero me está pagando por escucharlo.
            —El estaño. Otra empresa, que aún no es totalmente mía, lo extrae de las montañas. Esa empresa rendiría mucho más si yo contase con un hombre de confianza, ¿sabe cuál es el único país de América donde hay estaño?
            —Lo imagino.
            —Así es: Bolivia. Pensé que le interesaría entrar y salir del país sin pasar por aduanas. Podríamos realizar nuestros negocios con custodia e, incluso, protección de ambos estados.
            —¿Me está proponiendo una fusión de empresas?
            —Exacto, Frula, estuve leyendo algo sobre ese polvo que se mete en la nariz y creo que juntos podemos ganar mucho dinero. ¿Qué me responde, Frula?
            —Que fueron tres minutos con cuarenta segundos, o sea: trescientos sesenta y séis dólares. No grabé ninguna conversación con usted y ya olvidé el motivo de esta reunión.
            —Tome su dinero y, si cambia de idea, venga a verme.
            —Adiós, señor Morris… Ah, trate de rever su concepto sobre la inteligencia.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Axel recibió un duro golpe en el centro de gravedad de su orgullo. Ella le dijo: «me voy». Él le preguntó: «por qué». Y ella respondió: «Porque te quiero, pero sexualmente ya no siento nada». Para Axel fue como haberle echado al fuego las mejores páginas de su existencialismo genital. Cuando la plastificada se dio cuenta de que la piedra había dado justo en el eje de la autoestima, trató de suavizarla, pero Axel se cubrió las orejas con 444 manos para no escucharla más. No le sirvió de mucho desconectar el audio porque, dentro de su cabeza, un grupo de habilidosos ingenieros había instalado un cartel de neón amarillo y rojo con la frase de Plástico Cruel.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Cómo sobreviviste hasta ahora?
            —Hasta antes de la llegada del ejército de salvación vivía drogado y arrastrándome por el suelo. Mientras el ejército de salvación me amó, viví drogado y arrastrándome por el suelo. Ahora que el ejército de salvación me deja, viviré drogado y arrastrándome por suelo. No te preocupes por mí.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            TRISTE como aquél que está por alcanzar la libertad y cae en el último metro.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            No es eso. Pero sin embargo es eso. Plástico Cruel lo dejó a Axel porque no tiene una pija enorme como la de Trespa. Y sin embargo no es eso. O es eso. ¿Quién lo puede saber?


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Hola, Axel.
            —Plástico, ¿dónde estás?
            —No quiero decírtelo.
            —¿Estás bien?
            —Sí.
            —¿Vas a venir?
            —No.
            —Te está tocando.
            —No.
            —¿Quién es?
            —No quiero decírtelo.
            —¿Estás haciendo lo que realmente deseás?
            —Eso no importa.
            —¿Dónde estás?
            —No te lo voy a decir.
            —Decime el número de teléfono.
            —No.
            —¿Y si me ocurre algo muy grave y terriblemente urgente? ¿cómo me comunico con vos?
            —Por favor, Axel, no empeores las cosas. Volveré a llamarte mañana.
            —Llamala a Bombón y dale el número, si me ocurre algo muy grave y terriblemente urgente, yo la llamo a ella y ella te llama a vos.
            —Voy a cortar, Axel, hasta mañana.
            —Plástico, escuchame…
            Click.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Me llamó Axel a las once de la noche. Estaba solo. Me puse un modelo Marilin de lamé amarillo, cartera y zapatos negros. Esa es mi fórmula de la elegancia: solamente dos colores.
            En la calle descubrí dolorosamente que parecía más un taxi que una princesa de Mónaco. La fórmula no había funcionado.
            Felizmente los muchachos del camión de la basura me gritaron tantas vulgaridades que lograron levantarme el autoestima. Entré en la cueva de Axel: olor, desorden, ratas que miran con ojos fosforescentes, penumbra. La casa del terror.
            Las páginas de los libros que está escribiendo Axel desparramadas por el suelo y él estrangulándose con el cable del teléfono como en esa obra de Jean Cocteau.
            —¿Por qué seguís discando mi número si yo estoy aquí?
            —Llamo a la casa de Trespa. Sé que Plástico Cruel está con él.
            Lo besé, leí párrafos de sus libros, los elogié. Por momentos se olvidaba de esa puta plastificada, pero cada tanto flasheaba y volvía a discar el número de Trespa.


            LINDA MORRIS Y TRESPA


            Suena el teléfono. Ellos saben quién es. Sobre la manta de piel, Plástico Cruel, desnuda, se mueve. El ondular de una boa en la trampa. Trespa la obliga a volverse de espaldas. Suena el teléfono. Nadie atiende. Ella hunde la cabeza en la manta. El la obliga a levantar el culo y se coloca detrás, de pie, al borde de la cama. El teléfono reinicia sus llamados. Plástico Cruel cierra los ojos, mueve sus nalgas lentamente. La víctima en el altar de Sodoma. Trespa golpea su juguete contra las nalgas habituadas al sacrificio. El teléfono grita. Trespa entierra su pija en el cuerpo de Plástico Cruel y ella deja de oír el llamado de Axel.


            AXEL Y FRULA


            —¿Qué vas a hacer ahora?
            —Suicidarme.
            —¿Hablás en serio, Axel?
            —No.
            —Qué lástima.
            —¿Por qué?
            —Tengo una cuarenta y cinco que quiero vender y si te querías matar, podías comprármela.
            —¿A cuánto?
            —¿De verás querés comprarmela?
            —No. ¿Qué vas a hacer, Frula?
            —Voy a poner un negocio.
            —¿Vas a trabajar?
            —Sí, a veces hay que trabajar.
            —¿Qué clase de negocio?
            —Estoy pensando en una casa de antigüedades.
            —¿Hablás en serio, Frula?
            —Tengo algunos cacharros, un neón rojo y otro verde y 100 gramos para fraccionar.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Extraño tu culo sobre mi cara. Tu culo besándome en los labios. Recorro tus sabores. Amo todo lo que hay en el edificio de la libertad.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            ¿Lo has olvidado ya? O todavía caminan por el borde de tus sábanas mis pies sucios y los mirás con una sonrisa de sueño.
            ¿Lo has olvidado ya?


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            corazón en reparaciones
            lamentamos las molestias que
            pueda causar. Pero es para brindar un
            mejor servicio en el futuro.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Hola Axel, ¿cómo estás?
            —Triste como una película en la que al final matan a todos los delincuentes.
            —¿Leíste la última nota que te dejé?
            —No.
            —Se la dejé a la portera.
            —Ahora que no me amás, me escribís demasiadas cartas de amor.
            —No era de amor.
            —¿Es posible que una carta no sea de amor?
            —Sí, Axel, hay muchas razones por las que se escriben cartas.
            —Nombrame una sola que tenga lógica.
            —No puedo. No hay ninguna que tenga «tu» lógica.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Reuní un congreso de hormigas putas para que masticaran las hojas de tu recuerdo. Te borré de las paredes, del techo, del aire. Dediqué días y noches a borrarte. Lijé maderas, sombras y sábanas. Borré tu culo de las sillas. Hice un trabajo de borradería tan bueno que, si algún día volvés, cuando trates de hablar, verás que tenés borradas la lengua y las palabras.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Todas las maldiciones son mentira, lo que yo quiero es que te quieran y que conozcas el placer.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            No sé si suicidarme o teñirme el pelo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            Cada vez que leas las instrucciones en el sobre de una sopa sintética, verás en letras mayúsculas: SALGA CORRIENDO HASTA LA CUEVA DE AXEL, TÓMELO POR LA SOLAPA Y DÉLE UN BESO.
            Te quiero, plástico cruel, y siempre que esté encerrado, sin saber si es de día o de noche, luchando con las palabras, te querré. Siempre que esté con la policía en los talones, te querré. Siempre estaré esperando que te asomes sobre mi hombro para mirar lo que escribo y decirme: «Si ponés tantas pijas y conchas y culos y meadas y drogas, nunca vas a triunfar como escritor».


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Hay que querer. Hay que querer y seguir queriendo. No parar de querer aunque te digan que no. Hay que querer hasta que el NO se convierta en SI. Y entonces, después de conquistado el amor, hay que querer el doble.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Hoy un estudiante sin dinero me hizo acordar del día en que lo conocí a Axel. No leyó nunca poesía ni sabe nada de cerdos, pero sonríe con la perversa inocencia de Axel. Me llevó a la pensión en que vive. Hacía un frío enfermante en ese cuarto, pero me desnudé totalmente. Cosa que no hago las noches de invierno ni cuando el cliente paga poco. El estudiante pobre se comportó como un cachorro destetado prematuramente. Obviamente no le cobré nada. Le dí dinero y le compré cigarrillos.
            Me dijo que era hermosa. Y yo no tuve ganas de discutir.


            LINDA MORRIS Y SU MADRE


            —¿Qué fue esa historia del secuestro? ¿Te das una idea de lo mortificada que estoy?
            —Mamá, hablemos de mujer a mujer.
            —Eso suena demasiado kitch.
            —El sexo, el amor y la soledad, ¿cómo te suenan?. Todo lo que realmente importa suena kitch, mamá. Me cago en lo kitch.
            —Qué cambiada estás, Linda.
            —Mi forma de hablar puede que haya cambiado, pero sigo siendo yo: Linda Morris.
            —No estoy tan segura. Mi estilista dice que la forma de hablar es la forma de pensar, aunque mi analista no cree en la importancia del lenguaje. ¡Qué contrariedad!
            —Mamá, ¿querés que nos enojemos o querés conversar?
            —Quiero conversar, pero con una hija normal, no con una jovencita que adquirió costumbres tan raras.
            —Lo único verdaderamente raro, mamá, es ser normal.
            —¿Es eso que te metés en la nariz lo que te hace hablar de ese modo?
            —Esto simplemente me quita el miedo a parecer kitch. No te asustes, no intento convertirte en una adicta a la cocaína.
            —Si está tan de moda voy a tener que probarla.
            —Por favor, mamá, hacé un esfuerzo por parecer humana.
            —Si no fuese humana no hubiera sufrido tanto por esto que nos hiciste.
            —Tendremos que inventar un lenguaje nuevo, sólo para nosotras.
            —Me parece demasiado trabajo… Perderíamos toda la noche.
            —¡Qué importa! Tenemos la noche, el día y todo el tiempo que nos haga falta hasta llegar a tocarnos.
            —¿Tocarnos…? Estás hablando en sentido figurado, ¿verdad?
            —…Ay, mamá… No te escandalices, sí, lo decía en sentido figurado. Voy a casarme.
            —¿Con ese chico griego?
            —No, mamá. Con Trespa. Y nos vamos a Francfort de Luna de Miel.
            —¿A Francfort? El único atractivo turístico que tiene Francfort son las salchichas.
            —Te voy a traer la más grandes, mamá, así sentís algo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            El estudiante se llama Gabriel. Otra vez me encuentro atractiva ante los espejos. Disparen sus flashes paparazzi. Gabriel es una cámara fotográfica y poso para él. Mi vida encuadra bellamente desde todos los ángulos. Un hombre duerme a mi lado mientras escribo mi diario. Parezco un poco superficial, pero lo amo. Mejor dicho: no sé si es amor o no, pero prefiero creer que es amor. ¿Qué pierdo?


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            No importa dónde estés, Plástico, no importa lo que hayas hecho, no importa para qué, llamame cuando me necesites.
            Me gustaría saber que todavía sentís algo de no sé qué por mí, me gustaría subirme a una carretera y que seas vos el sitio a dónde voy.
            Llamame cuando me necesites. Pero necesitame pronto.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            No pudimos cometer ningún delito, ni siquiera fuimos buenos delincuentes.


            ALUCINACIÓN


            DESAYUNO EN EL AEROPUERTO

            El viejo cerdo Axel y su anciana compañera, a quien llama, tiernamente, Plástico Cruel, esperan el llamado para embarcar.
            Despacharon una pequeña maleta forrada en terciopelo, como único equipaje.
            El viejo cerdo Axel ojea el diario distraídamente mientras se enfría el café en la taza.
            La vieja Plástico Cruel hunde una medialuna en el café con leche y mira con fascinación aviones que aterrizan y despegan detrás de los cristales.
            El viejo detiene su vista en una página del diario y le comenta a su compañera:
            —Salió la noticia del robo a la joyería, una cámara oculta grabó todo, hay una instantánea de los asaltantes.
            La vieja Plástico Cruel olvida la medialuna, los aviones, el café con leche, y como si nunca hubiesen pasado los años, pregunta:
            —¿Salí bonita en la foto?


            ~ FIN DE LA ALUCINACIÓN ~


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Vamos a tomar un café?
            —No tengo tiempo, Axel.
            —No importa, el café que vamos a tomar es muy corto.
            —¿Y para qué querés que hablemos?
            —Para saber si tu deseo puede volver a coincidir con lo que no hace mucho tiempo deseé.
            —¿Para qué querés que hablemos, Axel?
            —Quiero convencerte de que te acuestes conmigo.
            —Eso ya es imposible.
            —No hace falta que sea «ya», puede ser dentro de media hora.
            —Quise decir que siempre será imposible.
            —Siento pasión por todo lo imposible. Es terrible, Plástico.
            —¿Qué es lo terrible?
            —Enamorarse de una mujer, presentársela a un amigo, y que mujer y amigo descubran que están hechos para amarse.
            —Cuando dejes de tener una visión tan infantil de la vida, vas a conventirte en un adulto.
            —Convertirse en adulto: más que un premio parece una sentencia geriátrica.
            —No se puede hablar con vos.
            —Depende.
            —¿Depende de qué?
            —De cuánto me amen.
            —No es así, Axel, depende de cuánto te estés amando vos mismo.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —¿Qué necesitás?
            —Nada.
            —¿Para qué me querías ver?
            —Para verte, sólo para verte.
            —Axel…
            —¿No se te pasó?
            —¿No se me pasó, qué?
            —Eso de querer a otro.
            —Tomé una decisión, Axel, ¿cómo no podés aceptarla?
            —No puedo porque te quiero.
            —Cuando conozcas a otra mujer se te va a pasar.
            —Quiero quererte a vos, no quiero querer a otra.
            —Estás empecinado como un chico.
            —Soy un chico y me siento muy solo cuando hay luna redonda.
            —Se dice luna llena, Axel.
            —No me hagas sufrir.
            —Yo no te hago sufrir, vos estás empecinado en sufrir.
            —Es que no puedo entender por qué me dejaste.
            —Las causas no están en vos, están en mí, tenías razón, Axel, soy de plástico.
            —Plástico de alta calidad… y no me amás.
            —Axel…
            —¿Es porque soy un delincuente…? ¿porque me rasco el culo…? ¿porque no uso desodorante…? ¿porque soy muy pendejo?
            —No llores, Axel, por favor.
            —¿Quién está llorando?
            —Nadie, pero no llores.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Que la mujer que ames esté en su habitación con otro hombre. Que la ames. Y que ella esté haciendo el amor con otro hombre mientras vos estás en la habitación de al lado. Que llenes el espacio de música para tapar voces y sonidos que luego no podrías nunca olvidar.
            Que alguien golpee a tu puerta. Que al abrir la veas a ella envuelta en una toalla. Que te sonría. Que te diga si podés ir a comprar cigarrillos, para ella y para su amante. Que la mujer que ames haya ido hasta tu cuarto a pedirte que, ya que estás vestido, compres cigarrillos para ellos.
            Y que vayas, que la quieras tanto. Que llueva. Que corras por la calle hasta el quiosco a comprarles cigarrillos. Y que llueva mucho.
            Que regreses empapado con los cigarrillos. Que la llames.
            Que golpees a la puerta de su habitación. Que tengas que repetir su nombre. Que escuches los sonidos de algo imprevistamente recomenzado. Que escuches jadeos de placer. Que vuelvas a tu cuarto. Que pasen los minutos como siglos. Que ella, la mujer que ames envuelta en su toalla, llame nuevamente a tu puerta. Que abras y te encuentres otra vez con su sonrisa. Que tengas que sonreír. Que debas imponerle otra sonrisa a tu confusión. Que le des los cigarrillos y que ella te agradezca por haber ido con esa lluvia. Que te pregunte cómo estás. Y que le respondas que estás bien. Y que no sea cierto. Que la ames tanto. Que te suceda algo así… para que me entiendas.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Sos el mejor poeta del mundo.
            —Me gustan las chicas que saben cómo empezar una conversación.
            —Estaba extrañando este parque.
            —Comprendo, y viniste a decírmelo.
            —No. Vine a decirte algo yo misma, antes que lo sepas por otros.
            —¿Me va a poner feliz?
            —Creo que no.
            —Entonces no quiero enterarme, no necesito saber algo que no sirve para hacerme feliz. Nadie necesita saber algo que no lo hará feliz.
            —Axel…
            —Solamente decime que, haga las tonterías que haga, me vas a seguir queriendo.
            —Eso ya terminó.
            —No creas, todavía sigo haciendo tonterías. Linda, amá a todos los que quieras y cuando te canses vení a verme. Estaré disponible.
            —Eso es totalmente absurdo.
            —Me gusta ser totalmente absurdo.
            —Voy a casarme con Trespa.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            Nunca sabremos por qué amamos tan poco y tan mal, ni por qué destruimos lo que amamos.


            AXEL EN LA BODA DE LINDA Y TRESPA


            - Alucinación -


            La cueva y sus dos ratas debieron soportar un repentino cataclismo cuando Frula dejó a Axel. Después de romper lo que había de rompible y de beber lo que había de bebible, encontró un ácido intacto. Un ácido que guardaba con la esperanza de que Plástico quisiera compartirlo con él.
            Se apaciguó. Una alucinación lo llevó hasta un pueblo de Sicilia. En la iglesia, la ceremonia ya estaba llegando a su punto culminante.
            El cura preguntó:
            —¿Linda morris, aceptas por esposo a Trespa Porongoni y a su enorme pija para tragártela todas las noches y para chupársela como Dios manda, cada vez que él lo desee?
            —La Iglesia se ha modernizado muchísimo —comentó la madre de Linda.
            Plástico Cruel no dijo SÍ. Tampoco dijo NO. Carcajeó un relincho de yegua y se levantó el vestido de novia mostrando los dos agujeros terriblemente abiertos y palpitantes.
            —Antes, las mujeres bajábamos los párpados, enrojecíamos un poco, se nos llenaban los ojos de lágrimas y respondíamos suavemente SÍ —dijo la madrina.
            —Estas son las costumbres de las nuevas generaciones —aclaró la madre de Linda tratando de salvar desesperadamente el honor de la familia Morris.
            El cura, acostumbrado a las tentaciones demoníacas, continuó, inmutable.
            —¿Y tú, Trespa Porongoni, aceptas a Linda Morris con su insaciable vagina, su boca jugosa y su culo brillante para satisfacerla todas las noches y particularmente las noches de lluvia? —cómo cambian los tiempos —comentó estúpidamente el señor Morris. Trespa no dijo SÍ. Tampoco dijo NO. Peló su enorme garrote dispuesto a ensartar a la novia en el mismísimo altar, ante la mirada perdida de Jesucristo.
            Se oyeron varios ¡Oh! ¡Ah! ¡Oh! de las señoras presentes.
            —¡Todavía no! —dijo el cura—. Pero pió demasiado tarde.
            La tercera pata de Trespa había calzado perfectamente en la grieta de Linda Morris de Porongoni. Y los novios, apareados, salieron cabalgando por la alfombra hasta perderse en la intemperie.
            —¡Qué distintas son las nuevas generaciones! —insistió la señora Morris, pero esta vez sus palabras carecían totalmente de convicción.
            Entre voces del coro, sobresalió la de Axel, el cerdo (adolescente y con el diablo en la garganta) que empezó a cantar el ave maría en una versión tan desgarradora que difícilmente hubiera podido igualar el más masoquista de los místicos de la edad media.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            Escribo un personaje con tu nombre, Plástico Cruel, para obligarlo a hablar, para que explique porqué abandonó al personaje que lleva mi nombre, Axel.



 SÉPTIMA PARTE

 

 

            «Ni en el llegar, ni en el hallazgo
            tiene el amor su cima:
            es en la resistencia a separarse
            en donde se le siente.»
            PEDRO SALINAS





            AXEL Y LINDA MORRIS


            —Sí.
            —¿Qué dijiste?
            —Que sí. Que te veré en el parque, Axel.
            —¿De veras?
            —Sí, tonto.
            —¿Y Trespa?
            —Se fue a Francfort solo.
            —Hoy hay luna… llena.
            —Redonda, Axel.
            —Me estás volviendo loco, Linda.
            —Vos me volvés loca a mí.
            —¿Decidiste quererme de nuevo?
            —Estoy trabajando seriamente en el asunto, Axel.
            —Entonces, en el parque, a las siete, que ya es de noche y la luna está más grande que nunca.
            —OK, a las siete.
            —Me voy a peinar y me voy a poner desodorante.
            —¿Sin bañarte?
            —Hace frío y no tengo agua caliente, pero puedo bañarme en las duchas de la Estación Central, si querés.
            —No, Axel, andá como de costumbre, tengo miedo de no reconocerte.
            —A las siete… en el parque, Linda, te amo.
            —¿No estás enojado conmigo?
            —Sí, pero si me chupás la pija se me pasa.
            —A las siete en el parque, yo también te amo, cerdo.


            BOMBÓN


            -poeta y puta-
            DIARIO


            Si Plástico Cruel hubiera llegado a tiempo… «El hubiera no existe», me dice mi estudiante. Qué rápido que aprenden los más jóvenes. Pero si Plástico Cruel hubiera llegado a las siete al parque… No puedo escribir más. A la mierda con este diario.


            AXEL Y LINDA MORRIS


            Camino al parque, Linda ve una hilera de banderas amarillas con una firma de trazos elegantes en la entrada del drugstore.
            Una sonrisa envuelta en visiones la llama. Cuando Linda atraviesa las puertas del drugstore, otra sonrisa le pone en las manos una copa de champagne. Festejan el lanzamiento de una nueva fragancia de Nina Ricci. Inesperadamente, Linda se descubre rodeada de gente alegre. Le regalan un frasco de perfume para su madre y otro para ella. Su belleza y su apellido le conceden un lugar de privilegio en la fiesta. El ambiente cálido y el champagne no la llevan a olvidar la cita con Axel, pero sí a postergarla.


            SEÑALES DE TRÁNSITO


            SE REGALAN ESCOMBROS
            La mano de una escultura que parece decir adiós
            Restos del friso de las ilusiones
            Estatuas rajadas en la parte del beso


            AXEL Y LINDA MORRIS


            Una hora más tarde, Linda se asoma por lo alto del parque.
            La luna alumbra un paisaje desierto. No hay gente en los bancos ni en los senderos. Cerca de la glorieta en ruinas, tres hombres parecen discutir en un film sin sonido. Uno de ellos es Axel y los otros le están pegando. Linda corre por la pendiente. Uno de los desconocidos dispara dos o tres veces su arma. Axel salta hacia atrás como un muñeco de estopa y cae ensangrentado. Los dos hombres desaparecen entre los árboles.
            Cuando Linda llega a la glorieta, Axel alcanza a verla y aparta el dolor para dibujarle una sonrisa.
            —Axel, ¿quiénes eran? ¿Qué pasó?
            —No había un rastrillo… esta vez.
            —Hablame, Axel… Hablame y no te mueras. Bajo la luz de una luna indiscutiblemente redonda queda su cuerpo inmóvil. Pero Axel tiene el pelo aplastado con jabón, despide el agridulce olor de un desodorante barato y brillan tres condecoraciones de sangre en su pecho.
            Linda recuesta la cabeza sobre las piernas de él y dice:
            —Axel, ¿dónde te beso…? ¿Dónde te beso?

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