
x Reynaldo Sietecase - Hace un año publiqué un libro de cuentos con un denominador común: cada relato tiene como protagonista a un niño o adolescente que termina matando. Se llama Pendejos. La elección de ese título generó más de una polémica. Expliqué entonces que el término viene del latín (pectiniculus) y que si bien en el habla coloquial del Río de la Plata remite a los chicos o jóvenes, su significado original es “vello púbico”. Esa acepción es la que convierte la palabra en metáfora social. Los pendejos son esos pelitos que ocultamos por pudor. Igual que a estos pibes a los que nadie quiere ver y que se hacen visibles sólo cuando matan o son asesinados.
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