
Tienes razón, tiene razón, tiene razón, tiene razón, no puedo decir nada porque tiene razón. Déjame aclararte una sola cosa nada más, acá, Dalma, es un poco más que una gran estrella, acá es feliz (dirígete a la asamblea) ellos ya lo saben, ya lo saben pero qué valor puede tener eso desde la razón, qué valor puede tener conocer a un tipo como don Aquiles o ser amigo de Emilio, seguro que no tanto como el laburo que vos proponés, tenés razón... ah, una cosita más, yo no sé ustedes, pero yo no tengo que recuperar mi dignidad, porque todavía no la perdí, estuve a esto, lo reconozco, pero todavía no la perdí; porque cuando allá fuera compré la idea del laburito que después perdí, eh, o la licuadora que se me quemó o la casetera que me terminó aburriendo como un pelotudo, acá dentro yo seguía siendo el mismo tipo, y me sentía el mejor amigo, el más admirado, el más querido, igual que Dalma y que todos nosotros, y eso, algún valor debe tener, ¿no?, porque yo aprendí muchas cosas, últimamente, a la fuerza, lo reconozco; aprendí que puedo vivir sin cable, sin video, sin ir al cine, sin prepaga, sin seguridad, sin ropa nueva, sin luz, sin gas, sin perfumes, pero no puedo vivir sin la admiración de mi mujer y de mi hijo, mis hijos. Yo no puedo, no puedo.
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