- Título: Plástico cruel
- Autor/a: José Sbarra
- Año de publicación original: 1992
PRIMERA PARTE
«Yo
te buscaré a quién amar
antes
de que seas un niño:
después
te toca abrir tu caja
y
comerte tus sufrimientos.»
NERUDA
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Me
contó su vida en el baño de la Estación Central.
Cuidaba
cerdos, y olía a eso, pero se negaba a tocarme. Cogía en una batea con una
cerda y le daba asco tocar a un travesti.
Sin
embargo, en sus ojos, hubo un margen de curiosidad cuando le mostré las tetas…
Y, como que soy la más puta de las poetas, aproveché ese margen.
—Dejame
en paz.
—No
pretendo alterar tu paz, sólo deseo chuparte la pija.
Llegó
a la ciudad en un tren de carga. Vino para triunfar como poeta (de lo cual
deduje que su idea de la realidad es un tanto distorsionada). Pero es casi un
niño (un niño de campo, se entiende).
—No
me gustan los maricas.
—¿Dónde
viste un marica con tetas, bebé?… Soy un travesti.
Su
primer amor fue una cerda particularmente mansa: la ponía en una batea y ahí se
la cogía. Unas niñas exploradoras completaron su educación sexual. Y yo lo tenía
ante mí, recién llegado, casi indefenso.
—Fumate
un cigarrillo, me gustan los hombres indiferentes, que fuman mientras les chupo
la pija.
Fue
monaguillo y niño-dios en el pesebre viviente de su pueblo.
—Tomá.
Vas a necesitar algo de dinero hasta que triunfes.
—Gracias,
me llamo Axel.
—Axel,
el Cerdo.
—No,
Axel, nada más.
—Para
mí sos Axel, el Cerdo. Lo digo cariñosamente.
—Todo
hay que entenderlo al revés: sos un hombre, pero sos una mujer, y los insultos
son pruebas de cariño.
—Me
gustan los chicos que aprenden rápido. Mis amigos me llaman Bombón.
—¿Bombón?
—Sí,
es una cosa que se come. Voy a presentarte a mis amigos.
—¿Son
todos como vos?
—Sí,
son todos poetas.
—Me
refiero a si…
—Hombres
y mujeres normales… podría decirse así. Bueno, ¿somos amigos o no?
—Pero
amigos, nada más.
—No
soy El-ogro-come-niños.
—Si
me preguntan, ¿digo que sos mi amigo o mi amiga?
—Vos
no venís del campo, venís de otro planeta.
—Sos
muy divertida, Bombón.
—Y
vos tenés la risa y la verga más puras que conocí en toda mi poética y puta
vida.
Sus
ojos me tomaban fotografías y yo salía muy bella.
—¿Dónde
está tu equipaje?
—No
tengo.
—Sí
que tenés, Axel, no lo olvides nunca, el equipaje lo llevas entre las piernas.
Desde
este diario declaro al baño para caballeros de la Estación Central como
Honorable Salón de Poetas.
Lo
más increíble no es dónde conocí a Axel, el Cerdo, ni tampoco el hecho de
haberlo conocido. Lo más increíble es que mientras escribo mi diario, él está
en mi cama, durmiendo desnudo.
Desde
cualquier ángulo que la enfoquen, mi vida se ve fascinante.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel,
el Cerdo, podrá vivir en la ciudad. Consiguió un sótano. Le regalé un póster
que hicieron con una foto mía hace mil años. Le llevo cigarrillos y comida.
Come como un tigre, un león y un elefante.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
¿Ya
dije que lo amo?
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—Perdí
el vuelo y suspendieron los próximos porque no sé quiénes están de huelga.
—Tomás
un autobús y listo.
—Pero
mi equipaje se va en el vuelo que perdí.
—Pediré
que lo retiren y te reunirás con él en cuanto llegues.
—¿La
gente que me espera no lo tomará a mal?
—Linda,
es un detalle de muy buen gusto que el equipaje de una dama llegue antes que
ella.
—¿Yo
soy una dama?
—No,
hija, y a juzgar por tu incapacidad para distinguir una trufa a las hierbas de
un corazón de ciervo a la parrilla no llegarás a serlo nunca.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
—¿Qué
es lo que más te gustaría hacer, pequeño cerdo?
Axel
tiene la edad en que todavía se desean cosas que se pueden obtener.
—Ir
al mar.
—Decís
«ir al mar» como yo diría «a París».
—No
estuve nunca en el mar. Cada vez que leo esa palabra en un libro, me dan ganas
de subirme a una carretera y bajarme en la playa.
Música
para mis oídos. Me conmueve. Cualquier estupidez que dice Axel se convierte en
música para mis oídos. Me conmueve. Es tan joven que me siento como una madre,
una putísima madre, se entiende. No fui con él porque no puedo abandonar mis
shows en el Boogie-Bar. Y porque no quiero ser detenida por corruptora de
menores. Le compré un pasaje. Lo empecé a extrañar desde que le compré el
pasaje. ¡Qué duro ser madre!
SEÑALES DE TRÁNSITO
El
mar no sabe que es mar ni que lo amás.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Me
reúno con La Malco, Trespa y Frula en la Estación Central. Todos me preguntan
por Axel, ese chico los impresionó tanto que hasta inspiró un poema de Frula: «Mi
amante es una cerda».
Hace
cuatro meses que Axel llegó a la ciudad y a mi vida.
Cuatro
meses de amor unilateral y desmesurado. Todo en él me conmueve: es el chico que
yo hubiese querido ser.
Soy
la puta-madre-cerda, cuando mi pequeño regrese de la costa, pasaré una noche
entera con mi mejilla reposando entre sus piernas.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Me
dejás del lado de la ventanilla?
—Mnnn.
Pasá.
—¿Tristeza
o malhumor?
—Fastidio.
No salen aviones y tengo que viajar en esto.
—Esto
es un autobús. Al principio parece horrible, pero después pasan una película y
te dan un alfajor.
—¿Sos
el hijo del dueño de la empresa?
—¿Tengo
el aspecto?
—Para
nada. ¿Te molesta si fumo?
—Por
mí podés fumar, masturbarte o violar al chofer que me da igual.
—Sólo
quería saber si te molestaba el humo
—Y
yo te respondí que no.
—Hablás
como un rockero. ¿Sos una estrella de rock o «algo así»?
—Una
estrella de rock no soy, pero ¿qué quiere decir «algo así»?
—Nada.
Es una manera de hablar. Me llamo Linda Morris, ¿y vos?
—Yo
no.
—Desde
la escuela secundaria que no escucho un chiste tan estúpido
—Es
mi problema con las mujeres cultas. Yo soy Axel, para los amigos Axel, el
Cerdo.
—El
viaje va a ser largo, conviene que hagamos esfuerzo por ser simpáticos.
—Espero
que tenga baño este autobús.
—¿Baño?
—Sí,
Linda, es un espacio pequeño con una pileta, un espejo y un inodoro para…
—Sé
muy bien lo que es un baño. Está ahí atrás.
—Gracias.
—¿No
ibas al baño?
—Sólo
quería saber si había, porque siempre tuve la fantasía de voltearme a una mina
en el baño de un autobús.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
tiene un aspecto que a cualquier mujer le hace pensar: «Una ducha y a la cama».
Pero es más fácil llevarlo a la cama que a la ducha.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Yo
tengo veintiséis. ¿Vos cuántos años tenés?
—Si
después de «cuántos años», viene «¿de-qué-signo-sosy-qué-animal-en-el-horóscopo-chino?»,
mejor yo sigo leyendo y vos seguís con lo que estabas haciendo antes de abrir
la boca.
—Sólo
quería saber tu edad, sospechaba que te habías escapado del jardín de infantes.
—Ahora
tu sospecha quedó confirmada.
—Te
prometo que no hablo más, pero decime cuántos años tenés.
—Los
suficientes como para meterme en la cama de una mujer que no sea mi madre.
—Llegamos.
—¿Me
dejás pasar, Linda?
—¿Adónde
vas?
—Al
mar.
—Obvio,
pero supongo que irás a un hotel, ¿no?
—No.
Voy al mar.
—¿Pensás
dormir en el agua?
—No,
en la arena.
—¿Te
estás burlando?
—No.
—¿Y
tu equipaje?
—Lo
llevo entre las piernas.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Hambrienta
de sexo. He perdido el placer de estar una noche a solas. El chico de los
cerdos todavía no regresó. Sufro como una madre, de esas.
SEGUNDA PARTE
«¿Tenemos
que amarnos para
conocernos
o tenemos que
conocernos
para amarnos?»
MICHELANGELO
ANTONIONI
(El
Eclipse)
SEÑALES DE TRÁNSITO
Vio
el mar por primera vez. En la distancia el mar era azul.
Incuestionablemente
azul. Sintió la felicidad de comprobar. Corrió desnudo por la arena de una
playa sin turistas hasta que las olas le salpicaron la cara. Se detuvo,
sospechando algo terrible, tomó entre sus manos un poco de mar. Y lo temido
ocurrió. En el hueco de sus manos, el mar dejaba de ser azul, era sólo agua
transparente. Acortar la distancia para destruir el encanto.
Primera
alucinación
EL ENCUENTRO
Con
la mitad del corazón agonizando y la otra mitad en estado catatónico entré en
el Boogie-Bar. Ella estaba sentada en el taburete de la perversión.
Me
acerqué guardando la timidez en el bolsillo izquierdo de mi pantalón azul
marino que nunca navegó. Algún lisérgico escultor la había sentado ahí para
tenerla de modelo. Saqué la mano del bolsillo cuidando que no se me cayera la
timidez, por si en otra ocasión necesitaba de tu silencio.
Ella
lanzó hacia mis ojos dos líneas eléctricas. Cambié la dirección de sus feroces
rayos y se los devolví. No estaba dispuesto a que extrajera de mi corazón el
clorhidrato de la locura.
La
saludé acariciando sus pechos. Le hablé de mis sueños con las manos.
Ella
me respondió mostrando su lengua sedienta. Tiré de esa lengua, que era mucho más
larga de lo que Brueghel hubiese imaginado. Una canción empezó a sonar entre
sus piernas, una canción profunda. Y se le encendieron luces plateadas y
anaranjadas en las orejas.
Giré
la pupila de su ojo izquierdo con la esperanza de que se abriesen las puertas
del amor.
En
la vuelta 44 aproximadamente se produjo una explosión que desmoronó su nariz.
Este hecho resulta bastante sorprendente si se tiene en cuenta que su aspecto
era el de una mujer habituada a los terremotos del orgasmo.
En
su ojo derecho, como una máquina tragamonedas, se sucedieron imágenes de uvas,
granadas y fresas hasta quedar detenido ante mi asombro, su número telefónico.
Recordé
aquel proverbio medieval que dice: «No metas en tu cama a nadie que esté más
loco que tú», y decidí marcharme. Antes de hacerlo, por si al día siguiente
cambiaba de opinión, tomé nota del número de su teléfono.
FIN DE LA ALUCINACIÓN
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Volvió
a su cueva Axel, el Cerdo. Sé que volvió de la playa, pero todavía no vino a
verme.
Le
regalé el pasaje y algo de dinero. Por la noche y por la arena y por una mujer
arrojó al mar las piedras luminosas de nuestros buenos momentos.
¿Por
qué no fui con él?
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Vas
a venir?
—¿Querés
que vaya?
—¿Por
qué no respondés directamente?
—Porque
vos no pedís directamente. Decime exactamente lo que querés.
—Quiero
saber si vas a venir.
—No.
—Bueno,
yo quería saber nada más…
—Axel…
—¿Qué?
—¿Por
qué?
—¿Por
qué, qué?
—¿Por
qué no podés expresar tus sentimientos?
—Será
porque no tengo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Si
lo pierdo a Axel puedo instalar un circo con tigres, leones y elefantes. Gastaría
en alimentación lo mismo que gasto con Axel.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Te
recordaba más alto.
—Siempre
decepciono la segunda vez. ¿Te gusta mi casa?
—Nunca
pensé que pudiera haber vida humana en un sitio como este… ¡Aaaay! ¡Ratas!
—Son
Pablo y María, no les temas, tienen su propia comida.
—¿Qué
es esto?
—La
cocina. Y pasando esa pila de escombros está el baño.
—Va
a quedar hermoso cuando termines de refaccionarlo.
—Ya
está terminado.
—¿Qué
era antes… esto?
—Un
estacionamiento subterráneo, ahora es mi casa.
—¿Vivís
sin ventanas?
—Y
duermo de día, pero no me encierro en un ataúd ni clavo los colmillos en el
cuello de las mujeres.
—¿Ese
desayuno es para nosotros o tenés caballos?
—Leche,
cereales, frutas, miel, queso y fiambres. Una amiga me manda esto porque estoy
en la edad del crecimiento.
—¿Vas
a desayunar desnudo?
—No
creo que los vecinos puedan espiar, pero para que no se altere tu digestión vamos
a fumarnos un buen porro.
—No,
gracias. Si anoche aparecí aquí, no quiero pensar dónde puedo despertarme si
fumo otra vez esa cosa.
—¿Qué
buscás?
—Un
reloj.
—No
hay. ¿Es tan importante saber qué hora es?
—No
sé, pero quizás me dé una idea de que aún estoy dentro del sistema solar.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Todavía
no reapareció (Axel, el Cerdo, por supuesto). Extraño su voz ronca de cachorro
excitado.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Mis
amigos son La Malco, Frula, Trespa y Bombón.
—¿Qué
significan esos nombres?
—La
Malco quiere decir: la malcogida.
—¿Frula?
—Frula,
lo sabe todo el mundo, quiere decir cocaína.
—¿Bombón
y Trespa?
—Un
bombón es una cosa que se come. Y a Trespa le dicen así desde chico.
—¿Vos
no tenés ningún apodo?
—Si,
me dicen el Cerdo, Axel el Cerdo.
—Viéndote,
no hace falta preguntarte por qué. ¿Bombón y Trespa son pareja?
—No,
a Trespa le gusta otra clase de mujeres.
—¿Qué
clase de chica es Bombón?
—Es
la clase de chica que puede ser un chico.
—¿Es
lesbiana?
—No,
es travesti.
—¿Está
operada?
—Tiene
tetas, buenas tetas.
—Pero…
¿abajo?
—Tiene
huevos.
—¿Te
acostaste con Bombón?
—Me
chupó la pija un par de veces.
—¿Por
qué lo decís todo de la peor manera posible?
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
A
mí me encienden por las tetas. Si un hombre me acaricia bien las tetas podrá
obtener de mí lo que quiera. Mis pezones son el PLAY para que empiece el
placer. Aprieta mis tetas y dará comienzo el juego. Me enciendo por ahí. No soy
una mujer hasta que un hombre no abre sus labios para cerrarlos sobre mis
pezones. Aprieta mi PLAY y el placer del mundo estará en tus manos.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Dónde
conociste amigos tan extravagantes?
—En
el baño de la Estación Central.
—¿En
un baño público?
—Sí,
es un sitio generalmente amplio y sucio, donde culmina el ciclo de la digestión.
—¿Pero
qué hacen en el baño?
—Reuniones
de poetas y algunos negocios. Es más cálido que la calle y no te obligan a
consumir como en los bares.
—¿Y
el olor?
—Nos
agrada bastante.
—¿La
Malco también pertenece al taller literario del baño público?
—No,
La Malco atiende el kiosco de cigarrillos de la estación.
—¿Qué
hacía Bombón en el baño el día que la conociste?
—Entró
para sacarse la ropa de mujer y ponerse la ropa de hombre porque la estaban
siguiendo.
—¿Quiénes
la seguían?
—Dos
policías que querían encamarse con ella sin pagarle.
La
vi salir del water vestida de hombre o de algo semejante. Llevaba un bolso con
ropa y libros.
—¿Libros?
—Sí,
unos objetos de papel con un montón de palabras inútiles que te hacen parecer
inteligente.
—¿Qué
hace con los libros? ¿Se los lee a los clientes?
—Le
pregunté más o menos lo mismo y me contestó que no respondía preguntas idiotas.
Yo le confesé que soy idiota.
—¿Y
qué te dijo?
—Que
ella era idiota y poeta. Yo también, le dije, soy idiota y poeta. Bombón agregó
que era idiota, poeta y travesti. Yo tampoco, le dije.
—¿Y
así empezó una culta amistad?
—Sí,
me hizo pasar al water para demostrarme su calidad poética. Me bajó el cierre
de la bragueta y metió mi pija en su boca.
—Comprendo,
no pudiste impedirlo.
—Me
dijo que ése era el alimento fundamental para su poesía.
—¿Y
qué hiciste?
—Bueno,
siempre estuve en contra de la desnutrición. No la soltó hasta que me hizo
acabar.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Elegimos
el ejemplar más exótico, nos enamoramos de su libertad y empezamos a
construirle una jaula.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Por
qué no trabajás?
—Porque
conozco el número privado de todos los peces, pero no me gusta molestarlos a
cualquier hora.
—Si
te hacen una buena traducción puede ser que lo que dijiste sea una genialidad,
pero yo no entendí nada.
—Creo
que entré por la puerta equivocada.
—Por
como vas vestido, parece que siempre entraste por la puerta equivocada.
—Linda,
¿sos un ser humano o una muñeca de plástico?
—Por
lo desagradable pareces judío.
—Lamentablemente
no soy judío.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Cuántas
complicaciones para realizar un acto tan simple y, sobre todo, tan breve.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Sabés
que están haciendo ahora la mitad de la ciudad?
—¿Qué?
—Está
cojiendo con la otra mitad. Si se atrevieran a gritar la felicidad de sus
orgasmos caerían los vidrios de todos los edificios. Gritá, Plástico cruel,
gritá.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿No
estuvo mal, verdad?
—Puede
que seamos la pareja más extraña, pero lo que hicimos estuvo estupendo.
—Entonces,
¿todavía tenés ganas de volver a verme?
—Sí,
Axel.
—¿Aunque
mis reservas de seducción sean limitadas?
—Espero
que sean limitadas.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Finalmente
vino Axel, me encontró deprimida. Odio parecerme a La Malco.
—Tengo
cuarenta años, Axel.
—Ni
se te nota.
—Sí
que se nota.
—¿En
qué?
—En
qué, no sé. Pero sé cuándo. Y es cuando necesito sentirme deseada por alguien.
Dio
resultado. Axel durmió conmigo, abrazándome por detrás. Yo, obviamente,
despierta toda la noche. Fue casi la felicidad.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Qué
te gusta de mí?
—Me
gusta cómo te quedan los libros.
—¿Y
qué otra cosa te gusta de mí?
—Que
vivís fuera de la ley
—¿Te
gusta como funciono en la cama?
—La
gente no pregunta esas cosas.
—Yo
sí. ¿Te gusta o no?
—Lo
que más me gusta es que sos un chico extraordinario y ninguna mujer se da
cuenta, no te miran con deseo, te dejan pasar como si no valieras nada.
—¿Por
qué te gusta eso?
—Porque
así permiten que solamente yo goce con vos. Sos un regalo muy caro envuelto en
papel de diario.
—Supongo
que en tu estilo eso es un elogio. Pero no me respondiste si te gusta o no.
—Sí,
me gusta.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Sos
el peor.
—¿Por
necesitar cuatro orgasmos por día?
—La
gente normal no lo hace tantas veces.
—Nunca
pretendí pasar por normal.
—¿Qué
hacés?
—Dejame
un poquito, vos dormí.
—¡Axel,
no!
—Entonces
chupame la pija mientras fumo un cigarrillo.
—Yo
no soy tu prostituta.
—Ese
es tu problema. Yo sólo le pido a la humanidad que me ponga un cigarrillo en la
boca y que me chupen la pija.
—Sos
un perverso.
—Sí.
—Y
estás loco.
—También.
—Estás
muy loco.
—Sí,
y te pido que me chupes la pija ahora, antes de que tu cadáver y el mío estén
masturbándose bajo la tierra.
—Axel,
los cadáveres no se masturban.
—El
mío impondrá esa costumbre.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—Axel
me llevó al Boogie-Bar. Cuando apareció Bombón en el escenario, dijo: «Un leñador
perdió su hacha y acusó a un joven del pueblo. Ese joven, según la opinión de
todos, caminaba como un ladrón, miraba como un ladrón, y hablaba como un ladrón.
Cierto día el leñador recordó el sitio donde había dejado su hacha y la recuperó.
Desde ese momento, el joven del pueblo, según la opinión de todos, caminaba,
miraba y hablaba como un chico normal».
—¿Qué
significa esa historia?
—No
sé. Pero después de contarla, Bombón empezó a hacer un strip-tease.
—¿Se
desnudó totalmente?
—Claro,
si no, nunca me habría convencido de que era un hombre.
—¿Y
por qué le gusta a tu amigo ese lugar?
—Axel
dice que es el único sitio donde se puede encontrar poesía.
—¿Recitada
por un travesti?
—Para
Axel, Bombón es el mejor actor y la mejor actriz del mundo.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Hola,
soy yo.
—¿«Yo,
quién»?
—Axel,
el Cerdo.
—¿Hay
otro Axel?
—Sí,
mi papá.
—¿Y
cómo está el cerdo Axel?
—Bien.
Te llamo para hacerte una pregunta.
—¿Qué
pregunta?
—¿Todavía
tenés ganas de verme?
—Sí.
—¿Estás
segura?
—Si.
Lo estoy.
—No
quisiera que lo dijeses sin estar convencida.
—Lo
estoy de veras.
—Esta
noche hay luna redonda. Voy a verla en el parque.
—Axel.
—¿Qué?
—¿Me
estás proponiendo una cita?
—Bueno,
yo voy a estar en el parque, así que si vas, seguramente vamos a encontrarnos.
—¿Me
querés?
—Estoy
trabajando seriamente en ese asunto.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—Volvamos
a casa, ese chico es peligroso.
—¿Axel
peligroso?
—Si
no lo es, ¿por qué me pediste que te acompañara?
—Porque
es tarde y me da miedo este parque.
—¿Entonces
por qué aceptaste una cita en este lugar?
—Axel
pensaba venir aquí aunque yo no viniera.
—O
sea que no sabe si vendrás o no.
—Así
es.
—Tomemos
un taxi y volvamos a casa.
—Sigamos
caminando.
—Vos
estás loca.
—Allá
está Axel.
—¿Qué
hace?
—Mira
la luna.
—¿Se
interna en este parque para mirar la luna?
—Viene
solamente cuando hay luna llena.
—Tenés
razón. Ese chico no es peligroso, es tonto.
AXEL Y BOMBÓN
—Hola,
Axel, habla Bombón. Necesito que me prestes tu sótano-loft por una hora.
—No
puedo, Bombón, estoy con una chica.
—Llevá
a esa puta a algún cine que necesito tu casa. Es fundamental.
—¿Vas
a venir a meditar?
—Un
viejo me va a pagar 400 dólares.
—¿Y
por qué no lo recibís en tu casa?
—Mi
sobrina vino a pasar unos días. Ya tiene 14 años.
—Comprendo.
Está grande y se puede dar cuenta de la clase de vida que lleva su tío.
—No
es eso, cerdo.
—Entonces,
¿qué?
—Me
lo quita. Tiene unas tetas preciosas y me quita los mejores clientes. ¿Me prestás
tu cueva o no?
—Sí.
Pero está en un estado algo ruinoso.
—¿Hay
cucarachas?
—Por
suerte, no.
—¿Les
ponés veneno?
—No,
se las comen las ratas.
—¿¡Hay
ratas!?
—Solamente
dos: Pablo y María. Creí que las conocías.
—No,
Axel, no tuve el gusto.
—Fue
por recomendación tuya que las adopté.
—Estás
más loco que nunca. Yo no puedo haberte recomendado que tuvieses ratas.
—Vos
me dijiste que si me sentía solo, lo mejor era que me consiguiera una mascota.
Bueno, conseguí dos.
—Me
refería a perros, gatos o pájaros, Axel.
—Bombón,
¿cuánto hace que no nos vemos?
—Por
lo que contás, no nos vemos desde que tu casa formaba parte de la civilización
occidental.
—En
el estado en que se encuentra no creo que sirva para tus negocios.
—Pero
no puedo traer al tipo a casa. Voy a la tuya. No creo que se fije mucho en la
decoración. Y con respecto a las ratas, encerralas en la cocina por una hora.
—No
tengo divisiones. Tiré los tabiques.
—Bueno,
llevalas al cine con esa puta.
—¿Cuándo
venís?
—Al
tipo lo cito para las cinco y yo voy a llegar quince minutos antes, para poner
un poco de orden.
—De
acuerdo, nos vamos al cine.
—¿Con
las ratas?
—Las
encierro en el baño.
—Voy
a sacarle 400 dólares. Cien te los dejo sobre tu cama.
—No
hay.
—¿No
hay qué?
—Cama.
—¿No
tenés cama, Axel? ¿Y dónde dormís?
—En
el suelo.
—¿Ponés
el colchón en el suelo?
—Eso
de «colchón» es producto de tu fantasía.
—¡Ay,
Axel! Si no te conociese, pensaría que no querés prestarme tu casa.
—Te
dije que sí, Bombón, pero tengo que avisarte el grado de anarquía alcanzado.
—Voy
a llevar una colchoneta. Repetime la dirección.
—Calle
de la Luna 17 bis. La llave se la dejo a la portera.
Ella
está en el tercer piso, departamento 83.
—¿Entre
el primero y el tercer piso hay 83 departamentos?
—Noventa
—Axy,
eso no es un edificio, es un palomar.
—Pero
palomas casi no hay porque las ratas les comen los huevos.
—¿Sigue
mi póster colgado en la pared?
—Tuve
que venderlo.
—No
importa, Axy, trataré de buscarte algún trabajo.
—¡Qué
clase de trabajo?
—El
más sucio que encuentre, no te alarmes. En unas horas estoy ahí. Hasta luego,
Axel.
—Bombón.
—¿Qué?
—¿Se
trata de una broma, verdad?
—¿Que
necesito tu casa?
—No,
eso de conseguirme un trabajo.
AXEL Y LINDA MORRIS
Coches
junto al lago. Dentro de las carcazas metálicas se encienden los cuerpos. En
esa intimidad de vidrios y lata, las parejas fotocopian el amor.
—¿De
dónde sacaste este auto, Axel?
—Me
lo prestó un amigo, ¿te gusta?
—Sí.
—Ahí
hay un buen sitio para fumarnos un porro, chupame la pija mientras lo armo.
—¿Así?
—Así,
Plástico.
—¿Qué
pasa?
—Era
demasiado bueno para que durase.
—¿Qué
querés decir?
—Que
se acercan dos policías de la brigada-con-tra-el-placer, están alumbrando los
coches con sus linternas, no te levantes.
—¿Qué
vamos a hacer?
—Decirles
que este humo es un sahumerio y que lo que tenés en tus manos no es mi pija
sino un libro de poemas.
—¿Se
lo van a creer?
—Si
no nos creen, será nuestra primera condena juntos: seis meses por fumar porros…
—Los
abogados de mi padre lo pueden resolver.
—Hay
un delito más, Plástico.
—¿Cuál?
—Soy
menor de edad.
—¿Por
qué no me lo dijiste antes?
—No
me parece el momento más adecuado para discutirlo.
Aparte,
hay otro delito.
—¿Cuál?
—El
auto es robado.
—¿A
qué distancia están los policías, Axel?
—Les
quedan cuatro coches por revisar antes de llegar a nosotros.
—Huyamos.
—Hay
otro delito.
—¡Otro
más! Sos el manual del delincuente completo.
—Este
delito es el más grave de todos.
—¿Cuál?
—Estoy
enamorado de vos, Plástico Cruel.
—Si
de veras es cierto, apretá a fondo el acelerador.
—¿Así?
—Así,
mi amor.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Nadie
está a salvo. Me enamoré. Es así de simple. Las estrellas están de sobra. Si
hasta yo, que nací en el país de los que siempre llegan tarde, estoy enamorado,
quiere decir que le puede pasar a todo el mundo. No escucho campanas ni me da
por besar a la portera. No salto, no bailo, no canto, ni hablo solo, pero en
algún rincón de mi cerebro están festejando con una banda y con fuegos
artificiales. Estoy enamorado. Es más que un ácido. Demasiado. Es una felicidad
que se pasa de rosca y te hace llorar. Es apenas soportable.
AXEL Y BOMBÓN
—Estoy
enamorado, Bombón.
—¿De
mí? ¿Y me lo decís así?
—De
vos, no. De esa chica que conocí en el autobús.
—¿Cómo
se llama?
—Linda.
—¿Algún
dato más que me permita imaginarla?
—Es
de plástico cruel.
—Comprendo,
Axel, ojalá no te destruya.
—¿Estás
felicitándome o me estás augurando un destino fatal?
—Estoy
diciéndote que te amo.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Les
hablaste de mí a tus amigos?
—Les
dije que estabas viniendo algunas noches por mi cueva. Y dos palabras más.
—¿Qué
significa: «dos palabras más»?
—Eso,
Linda, dos palabras. Solo dos palabras.
—¿Cuáles?
—Plástico
Cruel.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿De
veras que nunca te hiciste la paja?
—No
vas a conseguir que me sienta que la anormal aquí soy yo.
—No
me importa quién es anormal aquí ni en ningún lado.
Pienso
en el placer que te perdiste.
—¿No
se te ocurre que puedo haber tenido otros placeres?
—¿Cuáles?
—Muchos.
No todo es sexo.
—Nombrame
los otros placeres.
—Leer,
conversar con amigos, escuchar música, pasear, ir al cine y a las exposiciones
o al teatro.
—No
puedo creer que estés hablando en serio.
—Sos
vos el que no habla en serio.
—¿Pretendés
decirme que escuchar música es igual que un orgasmo?
—Igual
no, Muchas veces es mejor.
—Es
una broma, ¿verdad?
—Aparte
de lo que vos pensás, existe la realidad.
—La
realidad y yo andamos por caminos distintos y no siento ninguna curiosidad por
ella. Decime, Plástico, ¿te gusta mi pija?
—La
gente no hace esas preguntas.
—Yo
sí.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
No
soy una estúpida. Sí, soy una estúpida. Cada día que abro los ojos sé que estoy
cometiendo un error.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Voy
a preparar un té.
—Hay
en la lata que dice orégano.
—¿Y
el azúcar dónde está?
—En
la lata que dice harina.
—Todo
muy práctico.
—En
la lata que dice glucosa, hay glucosa.
—¿Para
qué tomás glucosa?
—Es
para cortar cocaína.
—¿Sos
un traficante?
—Eso
de «traficante» suena demasiado espectacular. Compro para mí y vendo la parte
que me sobra.
—Corregida
y aumentada.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Estoy
perdiendo a Axel, lo más hermoso que encontré en mi puta y poética vida. Ayer
me preguntó:
—¿Por
qué hacés lo que yo quiero y me das siempre la razón?
—Porque
a los niños y a los locos no hay que contradecirlos, y vos sos las dos cosas.
Axel
entendió el sub-texto y se portó como antes de conocer a su muñeca Barbie. Pero
lo estoy perdiendo.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Cualquier
cosa que pase, me mandás al frente a mí. Fuiste a traerme algo que yo te pedí y
no sabés nada. ¿De acuerdo?
—¿Entonces,
por qué no vas vos?
—A
mí me ven la facha y ya saben que llevo algo. A vos ni se les ocurriría
pararte. La policía tiene olfato.
—¿Dónde
es?
—En
una relojería.
—¿Una
relojería?
—Sí,
un negocio con un señor que se pone una lupa en un ojo y está todo rodeado de
relojes.
—¿Y
cómo se la pido?
—En
la vidriera hay un neón rojo. Al lado hay otro neón verde. Si el neón rojo está
apagado, no te acerques. Y si el neón rojo está encendido: entrá y pedile cinco
gramos para Axel, el cerdo. El tipo que te va a atender es mi amigo Frula.
—Si
el neón rojo está apagado: peligro, y si el neón rojo está encendido: adelante.
¿Y para que tiene el neón verde?
—Ese
anuncia que también hay de lo otro.
—¿Marihuana?
—No,
dólares falsos.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Conocí
a Plástico Cruel. Es rarísima. Se pone nerviosa cuando los hombres nos gritan
algo. Se enrojece cuando hablamos de sexo. Es una hipócrita típica.
AXEL Y LINDA MORRIS
—No
podés seguir viviendo aquí.
—¿Por
qué razón?
—Sencillamente
porque ninguna persona puede vivir de este modo si está en su sano juicio.
—Nunca
dije que tuviera intención de estar en mi sano juicio. ¿Qué otro motivo hay?
—Bueno…
Que nadie… esto es…
—Ya
ves, no podés encontrar ningún motivo válido. De manera que puedo seguir
viviendo aquí.
—¿A
vos no parece importarte lo que pueda decir la gente?
—La
gente soy yo. Y a yo le parece estupendo que yo viva aquí.
AXEL Y LINDA MORRIS
-el
amor líquido-
Cae
tu meada. Oro desde tu entrepierna hasta mis piernas.
Rayo
de sol humeante y vertical. Cae tu meada. Chispas doradas de tu amor líquido
caen sobre los engranajes caliente de mi locura. Bañame. Empapame. Cae tu
meada. Meame la espalda, meame el culo, los huevos, los pies y llename la boca.
Luego yo, cerdo marítimo, por las grietas de tu pecho de piedra te mearé el
corazón y bañaré los últimos bostezos de tu pureza.
TERCERA PARTE
«Yo
estaba maravillada. Su sexo colgante, huidizo, húmedo
sobre
mi muslo. Me prohibí adorar su verga. Cuánta
historia,
diría una prostituta. Sí. Cuánta historia.»
VIOLETTE
LEDUC
LINDA Y SU MADRE
—¿Qué
es eso del amor líquido, Linda?
—¿No
te lo imaginás?
—No.
—Es
que te meen encima cuando estás desnuda.
—¿Y
ese chico intentó hacerte eso?
—No
lo intentó. Lo hizo.
—Pobrecita,
¿cómo conseguiste escapar?
—No
me escapé… Lo disfruté, mamá.
—¡Linda!
SEÑALES DE TRÁNSITO
Los
placeres profundos son caóticos y destructivos. Y la felicidad de la paz es un
disfraz del aburrimiento.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—¡Es
un chico fantástico!
—¿Quién?
—¡Axel,
mamá!, en la cabecera de la cama tiene un collage.
—¿Qué
tiene de fantástico eso?
—Que
son un hombre y una mujer cojiendo.
—Su
tema favorito, supongo.
—Pero
está hecho con las facturas del gas y de la luz que nunca pagó. ¿No es
fascinante?
—Prefiero
ignorar cuál es tu concepto de lo fascinante.
—A
veces me parece que lo quiero y otras veces me veo como una investigadora
social analizando a un terrorista. Su visión del mundo es completamente
distorsionada, pero después de una noche junto a él, empiezo a sentir que la
visión distorsionada es la mía.
—¿Está
enamorado de vos?
—Hoy
me dijo que me veía estúpida, misteriosa y egoísta.
—¿Y
algún elogio más?
—Me
dijo que esa manera de ser mía lo está volviendo loco.
—¿Eso
significa que te quiere o que piensa asesinarte?
—Creo
que las dos cosas.
AXEL Y LINDA MORRIS
—La
única manera de que mi padre continúe dándome dinero es que nos casemos.
—Ese
es un deporte que no me interesa practicar.
—Te
estoy hablando en serio.
—Tampoco
practico el deporte de la seriedad. Lo que vos necesitás es un buen trip.
—¿Un
buen trip?
—Sí,
Linda, un viaje de ácido.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—Hace
cuatro días que no te veo.
—Estuve
de viaje, mamá.
—¡Qué
estupendo! Mi estilista dice que un viaje es la mejor terapia, aunque mi
terapeuta no está de acuerdo. ¿Y a dónde fuiste?
—A
Egipto.
—¿Paraste
en el Milton de El Cairo? Es el único hotel soportable.
—No,
mamá, me tomé un ácido lisérgico y estuve en el antiguo Egipto, con faraones y
todo eso. Yo era Cleopatra.
—Adoro
las fiestas de disfraces. ¿Pagaste con tarjeta?
—Los
traficantes sólo aceptan efectivo.
—Vivimos
tiempos de una inmoralidad tan pavorosa, que me parece lógico que los hoteleros
no quieran aceptar tarjetas.
—No
dije «hoteleros», mamá, dije traficantes.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Cómo
podemos saber si realmente estamos enamorados?
—Vamos
al parque a mirar la luna. Si al verla, decimos: «Ahí está la luna», mientras
metés la mano en mi bragueta y yo te acaricio el culo, quiere decir que
realmente estamos enamorados. Pero si contemplamos la luna y nos sentimos
sublimes, quiere decir que, además de estar realmente enamorados, somos dos
pelotudos.
AXEL, EL CERDO, Y LINDA MORRIS
—Estoy
en dificultades, Plástico.
—¿Qué
te pasa?
—Tengo
2.400 dólares.
—¿Y
a eso lo llamás estar en dificultades?
—Son
falsos.
—¿Querés
que los lleve a tu amigo Frula?
—Podemos
cambiarlo por diez o veinte gramos. Decile que son para el cerdo.
—Okay.
—Si
te para la policía, vos no tenés idea de lo que llevás, decile que yo te pedí
que…
—No
me escribas un guión. Puedo improvisar. ¿Voy a la relojería?
—No.
Ahora está en la vereda de enfrente, atiende una carnicería.
—¿Una
carnicería?
—Sí,
es un lugar lleno de cadáveres desangrándose sobre mostradores de mármol.
—¿Alguna
contraseña?
—Esperá
que no haya ningún cliente y decí solamente que vas de parte de Axel el cerdo.
—¿La
policía no tiene fichado ese nombre?
—Probablemente.
—¿No
te conviene cambiarlo por otro?
—Imposible.
—¿Por
qué?
—Porque
me gusta demasiado que me llamen Axel el cerdo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Le
regalé 2.400 dólares a Axel. Son falsos, pero se cotizan al 20 por ciento. ¡Qué
más le puedo dar para que me ame? No resisto estar a su lado comportándome como
si no quisiese besarle cuello-manos-pija-huevos-culo-y-pies-sucios. Todavía no
se le pasó la curiosidad por investigar el contenido de su muñeca inflable
marca Morris.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—¿Con
quién vas a salir, a qué sitio horrible vas a ir y a qué hora pensás volver?
—¿Estás
trabajando de madre?
—Estoy
tratando de ser tu amiga. Una madre tiene la obligación de saber con quién sale
su hija. No me lo hagas difícil, Linda.
—Voy
a la cueva de Axel.
—¿Es
un bar de moda?
—Es
la casa de Axel.
—¿Dónde
lo conocimos a ese chico? ¿En algún cóctel de la embajada de Grecia?
—No,
mamá, Axel, el chico del parque, nunca entró en una embajada.
—Hace
bien. Esas recepciones son cada vez más aburridas.
—Me
voy, mamá.
—Chau,
hija, dale mis saludos al chico de la embajada de Grecia.
—Chau,
mamá.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Quedate
a dormir, por favor.
—¿Por
qué tanta insistencia esta noche?
—Porque
afuera hay luna redonda.
—Está
bien. Me quedo a dormir con una condición.
—La
que quieras.
—Que
me dejes dormir tranquila y no te aparezcas a mitad de la noche en mi colchón.
—Te
lo prometo.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Qué
hacés en mi cama?
—Me
sentía muy solo.
—Pero
me habías prometido…
—Olvidé
decirte que nunca pude cumplir una promesa.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—Me
quedó ardiendo el culo toda la semana.
—¿Cómo
te atreviste a hacer algo así?
—Con
él no hay nada a lo que no me atreva.
—Vas
a tener que ir al analista.
—Cada
vez que siento el ardor en el culo me acuerdo de Axel. Es como si lo llevara a
todas partes dentro de mí.
—¡Linda!
Dejá de hablar de ese modo.
—No
puedo. Estoy enamorada.
—¿Se
lo dijiste a ese chico?
—Sí.
Y me respondió que lo único que le interesa del plástico es su cualidad de ser
descartable.
—¿Cuál
es la traducción?
—¿Sabés
cómo me llama?
—Creo
que prefiero no enterarme.
—Plástico
Cruel.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Sólo
tengo el deseo y la poesía. «Y mi amistad», me dice Axel. Cuando lo que busco
de un hombre es que me ame, su amistad es sólo un consuelo, y nada me
entristece tanto como un consuelo. Le contesto a Axel. Toma su cerveza y se va.
Extraña a la burguesa plastificada.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Buenos
días, ¿te acordás de mí?
—¿Qué
hora es? ¿Estuvimos durmiendo toda la mañana?
—Axel,
el cerdo, encantado.
—No
sé ni qué día es hoy…
—¿Qué
importancia tiene que sea septiembre o lunes?
—Por
favor, Axel, guiarme por el calendario me tranquiliza y no me interesa
polemizar sobre el tema.
—Linda,
el calendario es sólo una opinión.
—Una
opinión con la que coincido y coincide todo el mundo civilizado. ¿Dónde dejé mi
ropa?
—¿Te
vas? ¿Las convenciones del mundo civilizado te reclaman?
—Volveré
mañana.
—No
me hables del futuro.
—¿El
futuro?
—Sí,
ya sabés, cuando esté mirando la vida desde la ventana de un geriátrico.
—Dije
«mañana», no el siglo que viene.
—No
hay diferencia, para mí, todo lo que no es ahora, no existe.
AXEL Y LINDA
—¿Qué
hiciste durante mi ausencia?
—Inauguré
un museo de cadáveres.
—Comprendo.
¿Cadáveres desconocidos?
—No.
Sólo cadáveres de amigos. Expuse en público mis penúltimas desilusiones y
convoqué una asamblea de sufridores ocasionales.
—¿Para
no sentirte solo?
—Sí,
y también me hice pintor. Pinté una acuarela con vino rojo.
—¿Cómo
anduviste de salud?
—Me
hice cuatro autopsias parciales: de recuerdos, de planes, de corazón, de pija.
—¿Comiste?
—Sobrevolé
como un cuervo hambriento hectáreas de locura.
—¿Te
drogaste mucho?
—Sorprendí
la imperceptible vibración de una monja que intentaba fugarse. Presencié un
desfile de lujosos carruajes con enfermos mentales, vi pasar esqueletos con
trajes de lentejuelas envenenadas, escuché música de carbonizados dirigidos por
una corista epiléptica que se electrocutaba sobre un caballo de neón.
—¿Me
extrañaste?
—Conocí
el golpe incesante de tu recuerdo contra la escollera de mis huesos. Y supe que
el adiós es cortante como la aleta de un tiburón en la superficie del silencio.
—Efectivamente,
te drogaste mucho.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Un
ataúd de cristal y yo vestida de novia. Y que me maquillen.
AXEL Y LINDA
—¿Subís
o no?
—No
me gusta viajar en un auto conducido por una mujer.
—¿No
creés que sepa manejar?
—No
es eso. Me hace sentir como un marica.
—¿Un
tipo como vos tiene prejuicios?
—Sí.
Sólidos prejuicios.
—Conducí
vos.
—¿Adónde
vamos?
—A
verlo a mi padre.
—¿No
conocés algún sitio más interesante?
—Vamos
a sacarle dinero.
—¿Por
dónde agarro?
—Por
la autopista.
—¡Qué
bueno es este auto!
—Es
el mejor. Costó doscientos mil dólares.
—Parece
que tu viejo tiene mucha pasta.
—Esa
fábrica blanca es de él.
—¡Guau!
¿Por dónde está la entrada?
—No
está ahí. Está en otra, más adelante. Esa gris también es de él.
—¿Cuántas
tiene?
—No
sé. Esa del tanque como un cilindro también es de él.
—¿Qué
fabrican?
—Desde
hamburguesas hasta misiles.
—¿Y
ésa?
—Esa
es mía. Me la regaló cuando cumplí ocho años. Yo quería una bicicleta y él se
apareció con las acciones de esa empresa. Fue muy decepcionante.
—Me
imagino el sufrimiento.
—No
te imaginás nada. Si una chica quiere una bicicleta y los padres no se la
compran, ya sea porque son pobres y no les alcanza el dinero o porque son ricos
y no les alcanza el cerebro, la decepción es la misma.
—No
es la misma, pero para qué discutir.
—Axel,
si no coincido para nada con vos, ¿por qué estás conmigo?
—Por
el placer de manejar este auto y porque tenés mucha plata.
—Hasta
hoy no lo sabías.
—Los
cerdos tenemos muy buen olfato.
—¿Y
si te digo que te bajes del auto?
—¿Querés
que me baje?
—No.
Tomá por ese camino. Es allá.
—¿Esa?
No tiene ningún cartel.
—Hacé
señas con los faros para que sepan que está todo bien.
—¿Está
todo bien?
—Sí,
a menos que quieras que te vuelen la cabeza por intentar tomar vos solo una fábrica
de armamento pesado.
AXEL Y LINDA
—¿Por
qué caminás inclinado?
—Se
me desprendió un taco del zapato.
—¿Dónde
comprás los zapatos?
—El
derecho lo encontré en un conteiner y el izquierdo me lo regaló un amigo, son
bastante parecidos, ¿verdad?
—Si
te casaras conmigo serías inmensamente rico y por ende inmensamente feliz.
—¡Entonces
era cierto! El dinero hace la felicidad.
—Quizá
no, pero hace que la infelicidad sea mucho más cómoda.
—Prefiero
mi incómoda felicidad.
—Insisto
en que podría hacerte mucho más feliz de lo que sos.
—Nena,
me parece que te sobreestimás o que me subestimás.
—Acordate
de que bastaría un silbido tuyo para llevarme al altar.
—No
sé silbar.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
La
Malco encuentra misterio en el sexo mal satisfecho. Esa posesión incompleta la
retiene y la lleva a perseguir hombres que no tienen ningún interés en ella.
Cuando se enfrenta a la indiferencia de algún amante, viene a casa y llora. En
esas ocasiones nunca la dejo a solas: tengo miedo de que abra las llaves del
gas. A veces, para mí, ser testigo de su sufrimiento es un consuelo. Ni
siquiera las mujeres son felices. ¿Hay algo más triste que un consuelo?
AXEL Y LINDA
—¿Hace
mucho que me esperabas?
—Pasó
un chico con una soga, pasó una soga y después pasó una vaca. Pasaron dos curas
sospechosos de homosexualidad…
—¿Por
qué eran sospechosos de homosexualidad?
—Porque
uno me miró el bulto y después lo codeó al otro.
Pasó
una vieja que no podía cruzar la calle porque el semáforo no permanece cuatro
horas y media en la luz verde, pasó un policía de civil…
—¿Si
estaba de civil cómo sabés que era un policía?
—Al
pasar dejó olor a neuronas en estado de descomposición.
Después
pasaron mil años y un tren…
—¡Y
llegué yo!
—Eso
fue mucho después. Antes pasó una guerra y murieron niños, alguién inventó una
nueva religión y de la carpa de un circo se escapó un elefante en celo. Y
entonces… Hola, Plástico.
—Hola
Axel, ¿cómo estás?
—Tocame
la bragueta y vas a saberlo.
SEÑALES DE TRÁNSITO
El
único virus mortal es el aburrimiento y el único delito es la crueldad
deliberada.
AXEL Y LINDA
—Los
chicos nos respetaban demasiado o nos odiaban.
—¿Y
a vos te odiaban o te respetaban demasiado?
—A
mí me buscaban. Jugaban conmigo para tocarme.
—¡Por
qué?
—No
sé. Nunca pude explicármelo.
—¿Te
dejabas tocar?
—Sí.
Creo que era una ingenua. No sabía se eso estaba bien o estaba mal.
—¿Ahora
lo sabés?
—No.
—¿Te
interesa que te dé mi opinión?
—No.
—¿Qué
sentías cuando te tocaban?
—Cosquillas…
Miedo… No sé.
—¿Dónde
te tocaban?
—En
todo el cuerpo.
—Quise
decir si en tu casa o en la calle.
—En
mi jardín había un laberinto de ligustros. Los chicos me encerraban y me
agarraban como pulpos desesperados.
—¿Todos
a la vez?
—Sí.
—¿Cuántos
eran?
—Seis
o siete.
—¿Te
gustaban?
—No.
Había uno que sí. Yo le pedí que viniera solo, pero él insistía en que me
dejara tocar por sus amigos.
—Era
solidario. ¿Y te besaban?
—No
mucho. Eso no les interesaba.
—¿Al
que te gustaba tampoco?
—A
él lo besaba yo. Abríamos la boca y mezclábamos las lenguas.
—¿Él
te enseñó eso?
—No.
Supongo que besarnos con la boca cerrada nos habrá resultado aburrido y abrimos
los labios.
—¿Cuánto
duró esa historia?
—Poco
tiempo. Súbitamente me dio un ataque de santidad, y dejé de responder al
llamado de los ligustros.
—¿Ellos
se resignaron?
—Al
principio los defraudé, después se olvidaron de mí.
—¿Y
el que te gustaba…?
—Me
dejó de gustar.
AXEL Y LINDA
—Cabalgá
vos, Linda, porque yo estoy cansado.
—¿Qué
me pedís que haga?
—Lo
que quieras, pero hacelo todo vos, parame la pija, hacé con ella lo que
quieras, te la presto.
—Sólo
quiero amar.
—Entonces
amame la pija, amala, tratala como a una fiera a la que vas a domar y después
metétela donde quieras, hoy estoy para mirar el techo y gozar. Si te gusta la
pija, te la presto. Y si no, volvé a tu casa.
—¿Vos
que vas a hacer?
CUARTA PARTE
«En
algún punto entre el miedo
y
el sexo está la pasión.»
JEANETTE
WINTERSON
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Con
quién te acostaste antes de mí?
—No
quiero irla de campeón del orgasmo, pero me resulta imposible recordarlas a
todas.
—La
anterior a mí. ¿Quién fue?
—La
hija de un tipo para el que hice un trabajo.
—¿Vos
trabajando?
—Es
una manera de decir.
—¿Cuándo
fue?
—Hace
muy pocos días.
—¿Es
bonita?
—Sí.
—¿Te
encamaste más de una vez con ella?
—Sólo
una.
—¿Cómo
fue?
—Socialmente
deleznable, moralmente imperdonable y físicamente electrizante.
—Contame
algo concreto.
—Ni
el alma más monástica se resiste a los detalles sórdidos.
—No
me interesan los detalles sórdidos. Sólo me gustaría imaginarte con otra mujer.
Y tu descripción no me revela nada.
—¿Qué
querés saber?
—¿Fue
de día o de noche?
—De
mañana.
—No
puedo imaginarte despierto por la mañana, ni siquiera para echarte un polvo.
—Había
dormido en casa de un amigo. Su mujer nos obligó a levantarnos temprano para ir
no sé a dónde.
—¿Fue
en la habitación de ella o en la tuya?
—En
el baño. Yo salía de la ducha con una toalla en la cintura y justo entraba
ella.
—¿Qué
se dijeron?
—Nada.
Ella miró el bulto que se me formaba bajo la toalla y yo le miré las tetas.
—¿Las
tiene grandes?
—Tiene
las tetas más pequeñas y puras que he probado en mi vida.
—¿Cómo
empezó?
—Descorrí
la toalla y le mostré la pija, que se movía sin mi consentimiento. Al mismo
tiempo dejé mi vista clavada en sus tetitas tratando de parecerme a Francisco
de Asís hablando con dos palomas.
—¿Y
entonces?
—Se
quedó hipnotizada por la curiosidad. Mi juguete cabeceaba de un lado hacia el
otro. Fue una pausa excitante. Me acerqué un paso tratando de no asustarla y le
dije: agarralo.
—¿Y
ella qué hizo?
—Lo
agarró con inexperiencia.
—¿Era
virgen?
—Nunca
se sabe, pero supongo que sí. Y que sigue siéndolo.
—¿No
la penetraste?
—No
pude. No le entraba. Y nos esperaban abajo con el desayuno.
—¿Qué
fue lo que hicieron?
—Le
enseñe cómo tenía que pajearme y cómo chupármela sin morderme.
—Era
una boluda.
—Yo
no diría eso. Aprendió con facilidad. Después se la metí entre las piernas. Eso
le gustó mucho. Cabalgó como si estuviera montada sobre un caballo caliente.
Fue… electricidad pura.
—Así
como la contaste no le encuentro nada de particular.
—Decís
eso porque no la conocés.
—¡¿Cuántos
años tiene?!
—Nueve.
—¡¿Nueve
años?!
—Sí,
pero parece de siete.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—Hola,
mamá, soy yo, Linda.
—¿Dónde
estás, con quién y qué cosa rara estás haciendo?
—Estoy
e la cueva de Axel, mamá, y no hacemos nada raro: estamos escribiendo un libro.
—¿Y
eso te parece algo normal? ¿Sobre qué escriben?
—Ningún
tema en especial. Contamos las cosas que vivimos. Por ejemplo, la semana pasada
estuvimos con un grupo del Boggie-bar, que hacen intercambio sexual
comunitario.
—Y
esta semana tendrán seguramente alguna de esas enfermedades sociales.
—Tu
deducción es correcta, mamá, tengo el pubis lleno de bichitos que pican.
—Andá
ya mismo al servicio médico de la familia.
—No
es necesario, un travesti amigo nos trajo una pomada.
—¿Cómo
se llama ese médico amigo?
—No
dije médico, dije travesti, mamá. Y se llama Bombón.
—Últimamente
sólo escucho apellidos extrañísimos. ¿El doctor Bombón es experto en ese tema?
—Sí,
esa es precisamente su especialidad.
—¿Vendrás
a cenar?
—Un
día de estos, mamá.
—Espero
que la cultura esté aún en buenas manos y que nunca publiquen ese libro.
AXEL Y LINDA MORRIS
—No
te bañes.
—¿Qué
decís?
—Que
por favor no te bañes.
—Transpiré
mucho.
—Voy
a secarte con mi lengua.
—Axel…
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
El
mundo interior no cuenta. Podés ser la persona más fascinante del universo,
pero a la hora de amar, los hombres sólo quieren apariencias, reclaman los
accidentes geográficos convencionales en la carne que desean. El mundo interior
no cuenta.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Pegame,
Linda.
—¿Qué?
—Que
te pares sobre mí y me pegues como a un niño malo.
—Estás
loco, Axel, vos tenés una parte muy enferma.
—Claro,
Linda, por eso estás acá.
—Estoy
aquí por tu parte sana.
—De
acuerdo, pero ahora, mi parte enferma te pide que abras tus piernas sobre mi y
me castigues.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
La
Malco lloró toda la noche. Tuve que consolarla. Se quejó de un tipo que se
acostó con ella una noche y después no tuvo la delicadeza de llamarla para
encontrarse otro día. Los hombres se acuestan con La Malco sólo cuando están
muy borrachos o cuando no hay ninguna otra mujer al alcance de la noche.
Algunos la llevan a camas cada tanto para que siga regalándoles cigarrillos del
kiosco que tiene en la estación. La Malco no es atractiva, tiene las tetas
horriblemente caídas y su culo no permite un solo elogio. Hace treinta años que
La Malco tiene las tetas caídas y un culo que no permite elogios y sin embargo
se sorprende de que los hombres no quieran verla más después de haberla llevado
a la cama. La naturaleza la agredió. Su figura es un envoltorio absurdo. En su
cuerpo están condenados a fracaso perpetuo el deseo y la esperanza de ser amada
alguna vez. Lloró toda la noche. Debí haberle dicho: «sos bonita, en cualquier
momento vas a encontrar un hombre que sepa amarte, un tipo que no le tenga
miedo al amor». Pero no tuve el coraje suficiente.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Qué
te pasa, Plástico?
—Nada.
—Te
quejaste.
—Es
que hoy no estoy para…
—¿Te
hice daño?
—Sí,
pero no importa.
—¿Por
qué no me lo dijiste al empezar?
—No
quería arruinar tu placer.
—Si
hago algo que no te gusta, mi placer se arruina igual aunque no lo digas.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
LUNES:
Axel me mira. Yo le sonrío y sigo escribiendo.
Estamos
en la cocina de mi departamento. Se enamoró de una puta de lujo y eso le da un
aire de seguridad. Me exaspera y me estremece. Axel sonríe. Se siente cómodo.
Escribo versos inconexos, cualquier cosa. Lo hago solamente para no tirarme al
suelo a besarle los pies, tan jóvenes y tan sucios. Axel no sabe que su amistad
es un elemento imprescindible para mi respiración. Sonríe. Le digo que en la
heladera tiene cerveza. Vuelve con la lata de cerveza y se para a mi lado a
leer lo que estoy escribiendo. Me paso la lengua por los labios y le miro el
bulto. Sé que está leyendo lo que escribo. Entonces pongo en letras mayúsculas:
SI NO ME TOCA PRONTO LAS TETAS MORIRÉ DE AMOR.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
MARTES:
Sobreviví.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
La
novia de Axel es una imbécil con dinero y un agujero entre las piernas. No
puedo comprender que esos dos insignificantes detalles me hagan perder a Axel.
LINDA Y SU MADRE
—¿Con
quién vas a salir?
—Con
La Malco.
—Qué
encanto. Dale mis saludos… ¿Quién es La Malco?
—Es
una amiga nueva que no conocés.
—Ya
me parecía que ese nombre no lo había escuchado nunca. ¿De qué origen es?
—Es
un apodo. Unos amigos le pusieron La Malco.
—¿Tiene
algún significado?
—Sí.
Quiere decir la malcomida.
—¡Qué
buena síntesis! Conozco varias mujeres que merecerían ese apodo, empezando por
mí misma.
—Me
voy, mamá.
—Decime,
Linda, ¿esa chica es de dinero?
—No,
mamá. ¿Pero eso qué importa?
—Debe
ser horrible ser Malco y encima pobre.
—Adiós,
mamá.
LINDA MORRIS Y LA MALCO
—Linda,
¿vos sabés que Bombón está enamorada de Axel?
—Sé
que le gusta.
—Más
que eso, está perdidamente enamorada de él.
—Me
sorprende muchísimo.
—¿Te
sorprende que Axel haya tenido historias con un travesti?
—Eso
no.
—Pero
no te preocupes, Axel te prefiere a vos.
—Yo
no sabía que los travestis, no sé cómo decirlo. Yo creía que…
—¿Qué
creías?
—Que
eran pervertidos, nada más. Nunca se me hubiera ocurrido pensar que también
necesitaban amor.
—Ahora
entiendo por qué te dicen Plástico Cruel.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Desesperadamente
quisiera ser mujer para que Axel no se vaya de mi lado.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Me
voy.
—¿Por
qué?
—No
se puede reducir la vida a esto, Axel.
—¿A
qué?
—A
drogarse, comer y hacer el amor.
—A
mí no me parece un mal plan.
—Pero
es que nunca sabemos cuándo es de día o de noche.
—Es
porque en este sótano no hay ventana.
—No
es sólo por eso, Axel…
—Tenemos
la libertad de elegir: son las cuatro de la tarde o las siete de la mañana, podés
decidirlo vos.
—No
puede ser así.
—Entiendo,
preferís que sea de noche.
—No.
No entendés. No prefiero nada. Quiero vivir al mismo tiempo que el resto del
mundo.
—Eso
no es posible, Linda, porque mientras de este lado del mundo sea de noche,
siempre del otro será de día.
—No
es eso, Axel.
—Es
por la comida. Tenés hambre. ¿Qué te parece si preparo huevos con queso,
almendras y avena y lo llamamos desayuno?
—Me
voy.
—¿A
dónde?
—Si
es de día, a mi casa, y si es de noche a un bar hasta que amanezca.
—Averiguá
la hora por teléfono mientras preparo algo que sirva igual para desayuno o
cena.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Acabo
de ver la luna más gorda y sensual que haya habido nunca flotando sobre el
parque.
—Leí
tus papeles.
—¿Y?
—Sos
el mejor escritor del mundo.
Dijo
eso mientras me desnudaba y me besaba. Justo en una noche de luna redonda.
A
los pocos días discutimos porque ella se había puesto desodorante en la concha.
O porque habíamos cojido mal. O porque yo me rasqué el culo mientras comíamos.
O porque decidimos pasar la noche en el Boggie-bar y cuando salimos de la cueva
era de día y había un sol insoportable.
Antes
de dar un portazo, más previsible que el final de una película americana, me
gritó:
—¡Sos
el tipo más sucio que he conocido!
Eso
fue lo único cierto que dijo en toda su vida. Eso… y lo de que soy el mejor
escritor del mundo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
A
Plástico Cruel le da vergüenza pasear conmigo. Ayer me citó en el parque. Lejos
de los senderos. Cuando llegué la encontré leyendo un libro de cuatrocientas páginas
que está de moda. Le pregunté si de veras puede leer cuatrocientas páginas y
acordarse de los capítulos anteriores. Respondió que sí, pero no le creí.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Vamos
a comprar un poco de diversión?
—No
tengo dinero, Axel.
—¿Qué
pasó? ¿Quebraron las hamburguesas o los misiles?
—Ninguna
de las dos, pero mi padre se negó a darme dinero.
—¿Vendemos
el auto?
—Está
a nombre de él.
—¿No
podemos sacar algo de la fábrica que te regaló?
—No
puedo disponer de un solo centavo sin su firma.
—Curiosa
manera de hacer regalos tiene tu padre.
—¿Qué
hacemos?
—Mañana
voy a procurar uno dólares.
—¿De
qué manera?
—No
más ilegalmente que tu padre.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Vino
a verme Axel, traía un guión escrito. Estaba sucio y hermoso. Como un chico que
recita su poema en al fiesta patria, dijo: «Linda no quiere que tenga historias
sexuales con vos». Su tono era poco convincente. Le habían ordenado recitar ese
monólogo. Me dolió. Armé un porro nevado con cocaína para darme dignidad.
Hablamos de su novela. Al marcharse repitió el monólogo que le había dictado
Linda. Pero en esa oportunidad hubo una variante en la escena: mientras
declamaba que nunca más, que a Linda no le gustaba, que lo comprenda, que su
vida cambió, yo, de rodillas, abría su bragueta, metía su sexo en mi boca y lo
bebía como siempre.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Qué
te pasó?
—Me
golpearon.
—¿Quiénes?
—Dos
tipos. Me asaltaron y me golpearon.
—Cerrá
los ojos que te pongo alcohol en la frente.
—Linda,
te amo, te amo, te amo…
—Sacate
la camisa.
—No.
—¡Dios!
¿Qué te pasó en el pecho?
—Me
patearon por todo el cuerpo.
—Axel,
¿qué pasó realmente?
—El
rastrillo.
—¿Para
qué tenés un rastrillo?
—Para
nada. Un rastrillo me salvó la vida. Quise planchar un tipo y me salió mal.
—¿Qué
quiere decir planchar?
—Hay
una casa abandonada a donde llevo clientes.
—¿Clientes?
—Sí.
Gente que quiere comprar equipos de audio, videos, boludeces. Voy a la tarde y
les muestro la mercadería. Después vuelvo a la noche y les digo que tengo que
entrar solo. Les monto alguna historia. Los convenzo. Me dan los dólares y
salgo por la puerta de atrás. Eso quiere decir planchar.
—¿Y
hoy te plancharon a vos?
—Llevé
al tipo. Me dio 400 dólares. Entro. Salgo por atrás. Echo a correr y en la
esquina me cierra un Renault, bajan dos tipos armados. Uno me hizo esto en la
frente con una 9mm. Caí al suelo atontado, me patearon y me subieron al
Renault. Me llevaron a un descampado, me iban a matar. Entramos en un galpón.
Me sacaron los 400 dólares, y me dejaron en calzoncillos, el que me apuntaba
dijo: «esta es la última que hacés, pibe, porque te vamos a matar». El otro fue
a buscar no sé qué. Pero salió del galpón. El que me apuntaba con la 9 mm me
dio la espalda para cerrar la ventana y en ese relámpago de tiempo vi el
rastrillo. Lo agarré y lo golpeé con todas mis fuerzas. Vi la sangre corriendo
por la campera. El tipo cayó de rodillas y soltó la 9. Le apunté a la cabeza.
El de afuera todavía estaba armado. Me cubrí con este que sangraba y que me pedía
que no lo matara. Le dije al de afuera que tirara el fierro si no quería ver
muerto a su amigo. El otro tiró la 45 y arrastrando a ese semicadáver llegué
hasta el Renault. Lo puse en marcha y salí en tercera. Como la sangre me
chorreaba por los ojos, no podía ver bien, además me habían atontado los golpes
y terminé en una zanja. Ya estaba bastante lejos. Tiré la 9 mm y la 45 al agua.
Empecé a correr y llegué a una casa. Me encontré con un matrimonio de viejos.
Les dije que me habían asaltado, como estaba semidesnudo los viejos me
creyeron. Me dieron este pantalón y esta camisa. Y aquí estoy. Gracias a un
rastrillo. Esos tipos me habían desnudado, golpeado y estaban decididos a
matarme. Y de pronto, por un rastrillo toda la historia se dio vuelta, y fueron
ellos los que suplicaron que no los matara.
—Axel…
—No
me reproches nada. Dame un beso.
—¿Dónde?
Si estas todo magullado. ¿Dónde te beso?
—En
la pija. Ahí me siento bien.
AXEL Y LINDA MORRIS
—No
entiendo, Axel, cómo conseguís ser tan tierno un día y tan desagradable al día
siguiente.
—No
es difícil conseguirlo, basta con ser espontáneamente humano.
—Si
seguís así vas a morir de soledad.
—¿Quién
te dijo que necesite estar acompañado?
—¿Para
qué me llamaste?
—Para
cojer.
—¿Y
ahora querés que me vaya?
—Podés
hacer lo que se te antoje.
—Hay
más de cuarenta tipos que se mueren por mí, Axel.
—Conozco
a esos pelotudos con etiquetas de fama hasta en los calzoncillos.
—Para
vos, todos los que no están con una aguja clavada en la vena son unos
pelotudos.
—Así
es. Igual que para ellos somos pelotudos todos los que no corremos tras un fajo
de dólares.
—¿El
cerdo Axel con delirios de grandeza?
—No
son delirios, Plástico, es grandeza pura.
—Mejor
no te digo lo que estoy pensando.
—Aunque
no hables, reconozco tus pensamientos por la fricción de los engranajes de plástico
de tu cerebro.
—Siempre
tratás de herir antes de que te hieran, quizás estás en lo cierto, yo no
entiendo qué te pasa, no comprendo cómo funciona tu sensibilidad, quizás yo sea
irremediablemente de plástico…
—De
plástico cruel.
—De
plástico cruel, y no alcanzo a entender tu inútil genialidad, pero hay una cosa
que sé, Axel, y es que ahora me necesitás.
—Muy
conmovedor tu discurso, pero lo único que necesito de vos es que me chupes la
pija antes de dormir. Lo hacés muy bien, pero sos reemplazable.
—¿Y
creés que a vos no te puedo reemplazar?
—La
mitad de la humanidad huele a cadáver y la otra mitad a desodorante de
ambiente.
—¿Y
en qué mitad se incluye Axel, el cerdo?
—En
ninguna, yo huelo a mugre llena de vida.
—Ya
me estoy aburriendo de tu narcisismo.
—Tomá,
besámela un poco y no te aburras.
LINDA MORRIS Y BOMBÓN
—Yo
también amé alguna vez, Linda.
—¿Y
qué pasó?
—¿Te
interesa toda la película o particularmente las partes morbosas?
—¿Cómo
era él?
—Era
el muchacho más maravilloso del mundo, caminábamos tomados de la mano y todo
eso…
—¿Y
un día te traicionó con una mujer?
—Fui
yo quien lo traicionó. Me acosté con su mejor amigo y no me lo perdonó, ¿querés
toda la película?
—Sí.
—Yo
lo quería de verdad. Y él también me quería. Todo era demasiado perfecto. Me
había regalado un traje como de novia y un anillo con un brillante. Me trataba
como a una dama. En Navidad iba a presentarme a su madre. Era alemán y yo lo
llamaba Ricky. Su mejor amigo era un negro, estaba fuerte, pero yo estaba
enamoradísima de Ricky, pasaba de fijarme en él. Además el negro tenía una
novia que lo esperaba en Marruecos para casarse. Vivíamos los tres en la misma
casa (Ricky, el negro y yo). Una noche, después de hacer el amor con Ricky, me
levanté de la cama para ir al baño, Ricky se había dormido. Para llegar al baño
tenía que pasar por ante la habitación del negro. Era verano, el negro hacía más
de un mes que no veía a su novia y estaba durmiendo con la puerta abierta. Y
destapado. Miré su cuerpo, estaba iluminado por la luz de la luna que entraba
por la ventana. En eso veo que la mano se mueve y se aprieta la pija abajo del
calzoncillo. Estaba despierto mientras yo lo miraba. Y entonces me dijo: «Entrá
y cerrá la puerta». ¿Qué podía hacer yo? Era una voz de un hombre en celo. Yo
lo quería a Ricky. Jamás había estado tan enamorada. Pero el negro tenía la
pija dura y me la estaba mostrando y me decía: «Entrá y cerrá la puerta».
Entré
y me tiré sobre esa pija que me estaba ofreciendo. Ricky dormía. Yo creía que
dormía. Al rato escuchamos pasos. Era Ricky, abrió la puerta de una patada.
Estaba encendido de furia. Se peleó a trompadas con el negro. Me arrancó el
anillo que tenía un brillante. Me echó a la calle y no quiso verme nunca más.
Después de eso, me dediqué a la mala vida. Ricky fue el único hombre que me amó
hasta el extremo de enfrentar a la sociedad y a su propia familia. Y yo, que
también lo amaba, lo traicioné…
—¿En
ese tiempo ya te vestías de mujer?
—Linda,
yo nací mujer, poeta y puta.
—¿Qué
vas a hacer cuando no puedas ganarte la vida de esa manera?
—¿Me
ves con una bata raída, chinelas y charlando con las vecinas en una pensión?
—Eso
no me aclara nada.
—Cuando
mi vida deje de parecer una comedia musical, voy a retirarme como una reina.
—¿Te
vas a suicidar?
—No.
Con mis ahorros voy a inaugurar el primer convento para travestis. Me encerraré
a escribir, como la Sor Juana, poemas a las pijas de mis amantes.
—Me
cuesta entenderte, bueno, en fin, somos de distinto sexo.
—No,
Linda, no somos de distinto sexo, somos de distinto material.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
zafó de la muerte gracias a un rastrillo. Ventajas de haber sido chico de
campo. Dos tipos que eran policías u otra clase de asesinos estuvieron a punto
de matarlo.
Le
aconsejé que no salga a la calle por uno o dos meses.
Deben
estar buscándolo: esa gente no se resigna a perder.
Axel
es un insensato. Lo peor de todo es que cuando se mete en esas locuras lo
quiero más.
AXEL Y LINDA
—Cuando
te dije que te iba a bañar en mi leche, quise decir exactamente eso: bañarte en
mi leche.
—Soltame
un minuto.
—¿A
dónde vas?
—A
darme una ducha y vuelvo.
—De
aquí no te vas.
—Soltame,
sos un cerdo.
—Si
no te gusta que se seque en tu piel te la limpio.
—Sí,
por favor, sí.
—Voy
a dejar tu piel inmaculada como la de un bebé.
—¡No!
Con tu lengua no. No seas más cerdo todavía. Dame una toalla.
—Voy
a tragarme cada una de las gotas de mi leche sobre tu cuerpo. Después podrás
ducharte.
—¡Soltame!
—No.
—Me
das asco.
—¿No
te gustan las caricias de mi lengua?
—No.
¿Dónde aprendiste tantas porquerías?
—En
ningún lado. Las improviso.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Un
amor tan grande que nunca desee traicionarlo: eso es lo que busco. O quizás
precisamente eso es el amor, y las historias que yo viví no hayan sido otra
cosa que atenuantes de mi desesperación.
LINDA MORRIS Y BOMBÓN
—Sexo
y poesía. Pocas veces me cojen bien…
—¿Qué
quiere decir que te cojan bien?
—Que
el tipo sepa cojer, que sepa usarla, ¿me entendés? Que me asuste, que me gaste,
que me bese con morbo. No sé, no se puede explicar.
—¿Sos
feliz, Bombón?
—Muy
pocas veces. Para mí la felicidad es tener una pija en la boca, otra en el culo
y cuatro tipos eyaculándome encima.
—¿Otra
imagen de la felicidad no tenés?
—No.
Son todas variantes de la misma.
—¿Podés
imaginar la felicidad sin sexo?
—No.
—¿Y
tus poesías?
—Amo
escribir poesías. Pero si un macho me dijera: «Tirá esas boludeces a la basura
y chupame la pija…» No dudaría en obedecerle.
—¿Te
gusta Axel?
—Lo
amo. Pero no te preocupes. Vos sos mujer y al cerdo le gustan las mujeres. A mí
me ha usado cada tanto. Y me gusta que me use. Nunca le dije que no.
—¿No
te irrita que sea tan machista?
—Eso
es lo que me fascina de él.
—¿Por
qué siempre terminamos hablando de Axel como si no hubiese otro hombre?
—Porque
no hay otro hombre.
SEÑALES DE TRÁNSITO
¿Alguna
vez dos seres se amarán del mismo modo y al mismo tiempo?
AXEL Y LINDA MORRIS
—A
mi pija también a veces la odiás y a veces la amás, como hacés conmigo.
—Axel,
el sexo no está separado del resto de una persona.
—Tal
vez no, pero sé que a veces pensarás en mí y otras recordarás mi pija.
—Me
estás fastidiando.
—El
hecho de que te enfurezcas refuerza lo que te digo.
—¿No
te deprime lo elemental de tus esquemas de pensamiento?
—Lo
que me deprime es ver lo complicado que son los esquemas de la mentira.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Quizás
sea cierto que todos somos únicos. Pero lamentablemente somos únicos para
nosotros mismos.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Me
apoyé contra un árbol. Los zapatos me destruían. Una máquina se cerraba hasta
triturar los huesos de mis pies. Cuarenta años dando placer. Placer. Experta en dar placer. Pero no
puedo mantener la elegancia en las esperas. Años atrás caminaba 48 horas
seguidas, hacía decenas de clientes. Y los seleccionaba. Ahora soy un saldo en
el escaparate de la decadencia. Los hombres se sorprenden al verme desnuda: me
imaginaban peor. No sé si eso me alegra o me humilla. Llegué a casa y puse mis
torturados pies en agua caliente con sal. Soy un travesti en ruinas que reposa
sus pies en una palangana humeante. La imagen es tan desagradable como el
sonido de la palabra palangana. Como huéspedes fastidiosos se incorporan a
nuestra vida esas palabras horribles a partir de los cuarenta. Tendré que
ahorrar dinero para fundar mi convento para travestis-poetas urgente. Yo seré
la Puta Madre Superiora.
PLÁSTICO CRUEL
Tu
culo pequeño, con olor a talco y del color de la apariencia. Mi lengua
subversiva explorando tu culo de mujer burguesa. Mi pija entrando en la cueva
de la alta sociedad. Tu boca tragándose al héroe de la noche. Tu garganta
dejando el paso libre al semen de los marginados. Los engranajes de nailon de
tu cerebro haciendo girar la rueda de la culpa. Creyéndote inteligente porque
sufres, Plástico Cruel, amo tu estupidez.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
El
dolor más placentero y el placer más doloroso: soy una mística.
AXEL Y LINDA MORRIS
—En
mi libro voy a incluir una tesis sobre el existencialismo genital.
—¿En
qué consiste?
—Se
trata de una doctrina filosófica como cualquier otra.
—¿Quién
la invento?
—Algún
libre pensador.
—Por
casualidad, ¿conocido como Axel, el cerdo?
—Efectivamente.
Espero que eso no la invalide.
—¿Cómo
es la doctrina?
—El
postulado principal sostiene que todo pasa entre las piernas.
—No
suena muy filosófico.
—Eso
es porque unos alemanes malcojidos nos hicieron creer que la filosofía es una
elucubración abstracta y metafísica.
—¿Qué
sabés vos de metafísica?
—Lo
fundamental: que es una rama de la ciencia ficción. Soy el primer filósofo de
los órganos genitales, que es el lugar por donde entra el conocimiento de la
existencia. Por eso mi sistema filosófico se denomina existencialismo genital.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Consideraciones
sobre el orgasmo, según el existencialismo genital:
La
intensidad del placer en el orgasmo es absolutamente independiente de la
persona que está colaborando para que lo alcances.
Es
posible alcanzar el orgasmo al mismo tiempo que el otro, pero se trata sólo de
una coincidencia en la simultaneidad del fenómeno. El placer del orgasmo es
inexorablemente individual.
Algunos
amantes suponen que disfrutan porque están enamorados. Se sorprenderían como niños
engañados si supieran qué poco tiene que ver el amor con la intensidad del
placer.
No
se puede hacer nada por Plástico Cruel si ella no está dispuesta a disfrutar.
LINDA MORRIS Y BOMBÓN
—¿Y
Frula? ¿Y Trespa?
—Frula
es una especie de socio de Axel. Trespa sólo se quiere a sí mismo y no puede
ser amigo de nadie.
—¿Y
La Malco?
—Axel
nunca podría quererla realmente a La Malco porque es fea, no tiene humor y
carece de talento.
—Pero
alguna vez se acostaron…
—La
Malco no existe. No es más que una concha.
—¿O
sea que la única amiga de Axel sos vos?
—Así
es. Soy la única que jamás lo va a traicionar.
—¿Y
él lo sabe?
—Cuando
está en apuros que es cuando importa, lo recuerda.
—¿Y
eso no te pone mal?
—Sé
amar de muchas maneras.
—Cualquiera
que te escuche sin verte, diría que sos una santa.
—Si
existe alguna monja capaz de amar, esa moja se parece mucho a mí.
—¿Que
un travesti se compare con una moja no es un poco ofensivo?
—No,
Linda, no me ofende para nada.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
El
problema de Axel es cómo conseguir que una chica lo quiera sin tener que
ponerse perfume en las pelotas.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Si
te bañás y te ponés ropa limpia, tu aspecto mejoraría bastante.
—No
estoy seguro de querer mejorar.
—Pero,
Axel, sos increíblemente sucio.
—Vos
vas a misa, sabés que dios hizo al mundo en seis días y al séptimo descanso sin
bañarse.
—Un
poco libre tu interpretación de la Biblia.
—En
ningún capítulo dice que el protagonista se haya bañado o puesto desodorante,
igual que yo.
—¿Te
comparás con Dios?
—Es
verdad, debo estar muy loco ya para compararme con un personaje de ficción.
—¿Por
qué discutimos tanto, Axel? ¿qué nos pasa?
—Nos
pasa que tendríamos que estar tirados en el suelo y cojiendo en lugar de hacer
estos debates para televisión.
—¿Siempre
igual, Axel?
—No,
cada vez peor.
LINDA Y BOMBÓN
Una cita para hablar de Baudelaire
—Hace
un par de horas que estoy esperandote, Bombón.
—¡Ay,
Linda! ¿A que no sabés lo que me pasó?
—¿Un
accidente?
—Claro,
no tenés ni puta idea. Yo en cambio, de puta tengo todo. Y por eso tuve un
tropiezo.
—En
el camino se me cruzó uno de esos machos que te dejan sin aliento. ¡Unas
espaldas! ¡Un pecho! ¡Un bulto! ¡Y esos ojos! Si tendrían morbo esos ojos, que
se los miré más que al bulto. A unos metros de mí, el macho sacó el pañuelo y
se sonó estrepitosamente la nariz. Yo seguí con «mi mirada en su pupila azul».
El macho me mostró el pañuelo y me dijo: «¿Querés un poco, putazo?» Yo, que de
lenta no tengo nada, le contesté: «Sí, todo, pero frotámelo en el pecho».
Total, que terminé chupándole la pija bajo el puente del ferrocarril.
—¿Y
para hacer esa porquería me hiciste esperar una hora?
—Sí,
Linda. Y no me arrepiento. Tragar ese chorro de semen fue como beberme su
mirada azul.
—Vida
de poeta.
—Así
es, de poeta y puta. Y cuando más poeta, más puta me siento. Recién ahora,
después de esa chupada, me encuentro en condiciones de hablar de Baudelaire.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
CUANDO
QUIERO AMOR
ME
OFRECEN SEXO
Y
CUANDO QUIERO SEXO
INSISTEN
CON ESO DEL AMOR
LINDA MORRIS Y LA MALCO
—¿Te
molesta que te llamen La Malco?
—Me
da igual. Te pueden decir «preciosa» con la peor maldad y te pueden llamar «pelotuda»
con el cariño más grande del mundo.
—¿Te
sentís realmente malcojida?
—No
es eso. No soy como vos ni como Bombón. Yo soy una romántica. Una vez fui con
un chico a un hotel… en la habitación no había ni una sola planta, ni una pequeña
maceta con un geranio… Se lo comenté al chico.
—¿Qué
te dijo?
—Me
preguntó si era lesbiana.
—Qué
grosería.
—No
lo dijo con maldad. Los varones no saben lo que sufrimos las mujeres… Yo tengo
las tetas muy caídas… Mis tetas son feas, ni me las tocan.
—Eso
se puede corregir con una buena cirugía plástica.
—Me
da pánico… Además no tengo dinero… ¿Sabés qué hago cuando estoy desnuda con un
hombre…? Llevo los brazos hacia arriba para que no las vea tan caídas… Soy patética,
¿verdad?
—Malco,
mirá, hay casi como un arco iris sobre el lago.
—Si
pensás que hacés otra cosa que confirmar lo triste que es mi vida al cambiar de
conversación, me creés más tonta de lo que soy.
—La
vida es estupenda…
—Estoy
aburrida, Linda.
—Tengo
algo de dinero, ¿vamos a gastarlo juntas?
—Y
después, ¿qué?
—Vos
no estás aburrida, Malco, a vos te encanta aburrirte.
SEÑALES DE TRANSITO
Falsificadores abstenerse
sólo
se recibe amor
no
se aceptan copias
por
perfectas que parezcan
falsificadores
abstenerse
LINDA MORRIS Y BOMBÓN
—¿Y
tus padres cómo tomaron la noticia de que te hiciste travesti?
—Mamá
me apoyó siempre. Y en esta ocasión no me defraudó.
—¿Y
tu padre?
—Tomó
la decisión… una decisión muy elegante. ¡Ay, se me saltó el esmalte de una uña!
—¿Cómo?
—No
sé cómo fue, con el borde de la silla, supongo.
—No
te pregunto por tu uña sino por tu padre. ¿Qué decisión tomó?
—Se
suicidó.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¡Basta!
—¿Basta
qué?
—Nos
están mirando.
—¿Y
qué me importa? ¿Te gusta que te toque el culo o no?
—No.
—Hacé
memoria.
—No
en público.
—No
te vayas.
—¿Me
lo pedís o me lo estás ordenando?
—Si
no te amara sería una orden. Escuchame, Plástico, sé que voy a seguir
respirando sin vos, pero me gusta vivir en tus pulmones.
—Esa
frase ponela en tus libros, es pirotecnia, no dice nada, pero deslumbra.
—Yo
no pretendo decir nada, siempre repito lo mismo: no me dejes nunca.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Mis
sentimientos son los de una mujer, pero razono como un hombre. Lo sé.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿En
qué estás pensando?
—En
dar un golpe grande.
—¿Matar
al presidente, asaltar un banco…?
—Secuestrar
a la hija de un millonario, ¿no te parece algo grande?
—¿Qué
estás diciendo?
—¿Tu
padre sabe que yo existo?
—Apenas
sabe que existo yo. ¿Secuestrarme? ¿Cómo se te ocurrió una idea tan ridícula?
Vamos a dormir.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
No
volveré a creer en el amor. Quizá exista el amor, pero no para mí. Soy un monstruo.
No soy un monstruo. Esta noche pasará.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Ya
resolví cómo vamos a cobrar el rescate.
—Supuse
que una noche de sueño te iba a hacer olvidar ese absurdo plan.
—No
dormí.
—Vos
estás loco.
—La
locura no existe, sería bueno que lo recordaras como a la fecha de tu cumpleaños.
No dormí en toda la noche. Ya tengo todo planeado: vamos a pedir 400 mil dólares.
—Creo
que estás exagerando el afecto que me tienen mis padres.
—Está
bien, pediremos 200 mil. Cincuenta mil para cada uno.
—¿Quiénes
son cada uno?
—Vos,
yo, Bombón, La Malco y Frula.
—¿Y
Trespa?
—No
tengo trabajo para él. Además a Trespa le alcanza con que su abuela no insista
en respirar.
—Axel,
¿estás hablando en serio?
—Sí,
teniendo las cenizas de su abuela, Trespa es un tipo feliz.
—Me
refiero a lo de secuestrarme.
—Ya
estás secuestrada.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Soy
una santa. No hay diferencia entre los místicos y yo.
Sólo
cambia el cáliz, pero la devoción es la misma. Me pongo de rodillas.
AXEL Y FRULA
—Me
enamoré de una millonaria. Se llama Linda Morris.
—¿Es
la que vino a mi negocio un par de veces?
—Sí,
esa belleza es millonaria.
—Felicitaciones,
ahora no vas a necesitar ensuciarte las manos.
—Tengo
una idea genial.
—¿Estás
seguro?
—Vamos
a secuestrarla.
—Me
pareció haberte escuchado decir que tenías una idea genial.
—Hablo
en serio, Frula. Vamos a secuestrarla.
—¿No
te habías enamorado?
—Me
enamoré, pero soy poeta.
—Un
poeta perverso.
—¿Existe
otra clase de poetas?
—¿Cómo
vamos a hacerlo?
—Lo
estoy planeando. Necesitaba saber si contaba con vos.
—¿Tenías
alguna duda?
—¡Qué
lindo tipo sos, Frula!
—Axel,
todavía me gustan las mujeres.
—A
mí también, pero te quiero mucho, vos para mí sos Fer Brunet.
—¿A
quién mató?
—Era
como Robin Hood, le robaba a los ricos para ayudar a los pobres.
—La
tenía clara ese Fer Brunet.
—Adelantame
unos gramos por lo que vamos a rescatar con el secuestro.
LINDA MORRIS Y BOMBÓN
—Nadie
tiene deseos equilibrados: o deseás someter o deseás ser sometida.
—Pero
vos sos un auténtico revolucionario, porque desafiaste el tabú supremo de tus
padres.
—Primero,
Linda, hablame en femenino. Y segundo: no soy ninguna revolucionaria. Yo quería
librarme de mis padres para atarme a un hombre que, además de protección, me
diera placer.
—Pero
desafiante el tabú.
—Yo
no desafié un carajo. Me vestí de mujer y el revuelo se armó solo.
AXEL Y BOMBÓN
—Tenés
que ayudarme.
—¿Por
qué me elegiste a mí?
—Porque
sos una mariquita con pelotas.
—No
soy mariquita, soy un travesti.
—Vas
a tener que cobrar un rescate. Vamos a secuestrar a una mujer.
—¿Y
a matarla?
—No.
Sólo secuestrarla.
—Qué
pena.
—Se
trata de Plástico Cruel.
—¿De
Linda? ¿Te creés que yo serviré para eso?
—Sos
el tipo indicado. Sé que no me vas a traicionar.
—¿Por
qué estás tan seguro?
—Porque
yo siempre te respeté, porque tenés huevos y porque sé que te gusto.
—En
lo último no te equivocás.
—¿Entonces
cuento con vos?
—Sí,
guapo.
—¿Cuánto
querés por el trabajo?
—Con
una noche contigo me doy por bien pagada.
—Eso
te lo voy a dar de yapa, pero igual vas a tener tu parte.
—¿No
hay un adelanto?
—¿De
dinero?
—No,
chico, de lo otro.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Brillaste
hace años, pero ya no brillas. No saltas de la cama con la misma gracia de
cuando tenías veinticuatro. Apagás luces. Te peinás y te maquillás a cada
instante. Te cepillás los dientes cuatro veces por minuto. «No enciendas la
luz, por favor». Te levantás por las mañanas como si todas las noches
ejecutaran un solo de tambor cerca de tu almohada. Prefieres despertarte sola,
pero sigues necesitando acostarte acompañada. El despiadado mecanismo del amor
exige carne fresca. «No enciendas la luz». El mecanismo se traba ante una mujer
incompleta de cuarenta. Sólo aventuras. Nunca más un hombre que te abrace
enamorado-para-toda-la-vida. Brillaste, pero fue hace una eternidad. Fundaré el
primer convento para travestis y que dios me perdone.
AXEL Y BOMBÓN
—Necesito
que hagas algo más, aparte de cobrar el rescate.
—Si
me das tu cuerpo a cambio, ya mismo hago lo que quieras.
—¿Podés
imitar la voz de un secuestrador y de un director de agencia de detectives?
—A
las cuatro en el puente, venga solo y no se le ocurra llamar a la policía.
—¡Sos
un talento, Bombón!
—¿Entonces
me vas a dar tu cuerpo?
—Esperá
un poco, vampiro, también necesito que imites al director de la agencia de
detectives.
—Encontraremos
a su hija sana y salva, señor Morris, le enviaré a uno de mis mejores hombres,
confíe en él.
—¡Genial!
—Por
vos aprendo a imitar la voz del presidente de Rusia.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Hay
fiesta en lo de Trespa, ¿vamos?
—¿Qué
festeja?
—La
muerte de su abuela.
—¿Y
por eso hace una fiesta?
—Gracias
a la muerte de su abuela se va a Francfort.
—¿Le
dejó una herencia?
—No,
un negocio. La abuela pidió que sus cenizas fuesen esparcidas en la Selva
Negra.
—Parece
mentira.
—Es
mentira.
—¿La
abuela nunca pidió eso?
—Sí,
lo pidió.
—¿Es
mentira que Trespa piense irse a Francfort?
—Va
a Francfort.
—Axel,
me estás confundiendo. ¿Trespa se va o no a Francfort a tirar cenizas al
viento?
—Va
a Francfort. Lo de tirar cenizas es un agregado suyo.
—¿Y
qué va a hacer con la ceniza?
—Venderla.
—Voy
a empezar a mirar con más cariño a mis abuelas.
Nunca
hubiese pensado que en Europa se cotizara la ceniza de un fósil.
—Cuarenta
dólares el gramo.
—¿Cuarenta
dólares un gramo de ceniza?
—De
cocaína. Va a cambiar el contenido de la urna.
—Decime,
Axel, ¿por qué todos tus amigos son delincuentes?
—Porque
la vida sin delitos se les hace muy tediosa.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Hubo
reunión en casa de Trespa. Noche de droga idiota.
Cada
uno decía una boludez más grande que su antecesor e infinitamente más pequeña
que su sucesor. La droga idiota. Yo me drogo para arrancarme de la cabeza un
poema o para voltearme a un tipo que no me animaría a abordarlo sin estar
completamente de la cabeza. Todos parecían muy felices de consumir y consumir
buena cocaína sólo para poner en evidencia la vaciedad de sus cerebros. La
Malco le marcaba el bulto a Trespa, yo como siempre moría por Axel, aunque noté
que Frula me miraba con cierta libidinosidad, Axel está estúpido con esa mina
de plástico, que al final se fue a la casa de sus padres. Nadie cojió. Noche de
droga idiota.
FRULA Y AXEL
—Vos
vas a ser detective. Vamos el 20 por ciento para Bombón, veinte para La Malco,
veinte para Plástico Cruel, veinte para mí y veinte para vos.
—No
puedo aceptar eso.
—¿Te
parece injusto el porcentaje?
—El
porcentaje no, me refiero a hacer de policía.
—De
policía no, Frula, de detective.
—Es
la misma mierda. Los dos laburan para el enemigo.
—No,
yo te voy a explicar: la policía trabaja para el sistema, pero un detective
puede luchar por una verdadera justicia. Tu función es evitar que la policía se
meta en este asunto.
—Yo
no sé nada de detectives.
—Tenés
que comportarte igual que en las películas. Vos vas a ser un detective científico.
—Renuncio.
—Renunciás
a veinte mil dólares.
—¿Detective
científico?
—Sí,
boliviano, científico y cocainómano. No vas a tener ningún problema. Lo que no
se puede disimular, conviene exagerarlo.
—Boliviano
ya soy, cacainómano ya soy, detective como en las películas, pero eso de científico…
¿qué significa?
—Lo
leí en esta revista. Están de moda, basan sus investigaciones en los testigos
mudos del crimen: uñas, pelos, saliva, de esos elementos analizan el ácido
desoxirribonucleico.
—¿El
qué?
—Tomá,
leelo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
A
partir de los cuarenta es necesario el sudor de las neuronas para conquistar un
poco de carne genital. Con la imagen no basta. Y a veces la imagen conspira.
Fuera de mi negocio casi no hago el amor. Voy camino al convento de
travestis-poetas.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
me pidió que imitara la voz de un secuestrador y la del director de una agencia
de detectives. No puedo negarle nada. Soy un autómata. Ya que no me ama, que
por lo menos me necesite.
QUINTA PARTE
-el
secuestro-
«Se
ame o no, siempre es terrible.»
M.
YOURCENAR
LA SECRETARIA DEL SEÑOR MORRIS RECIBE LA
LLAMADA DE BOMBÓN, QUE FINGE LA VOZ DE UN SECUESTRADOR
—Hola.
—Deme
con el señor Morris.
—Imposible,
el señor Morris está en una reunión.
—Interrumpa
la reunión y dígale que me atienda.
—Imposible,
señor, no puedo interrumpirlo. Deje su mensaje.
—Mirá,
concha con desodorante, decile a ese viejo que si quiere ver a su hija con
vida, me atienda rápido. Estoy en un público y tengo una sola ficha.
—Espere
un momento, por favor.
EL SEÑOR MORRIS ATIENDE A BOMBÓN
—Hola,
soy el señor Morris.
—Doscientos
mil dólares en el puente de la dársena sur, el jueves a las cuatro de la tarde.
—¿Quién
habla?
—Eso
no te importa, doscientos mil dólares.
—No
tengo ese dinero. Es imposible.
—Esa
palabra «imposible», la repiten demasiado en su empresa. Empezaré a enviarle a
su hija por partes. ¿Sigue siendo imposible?
—Está
bien. Estaré ahí y quiero a mi hija absolutamente sana.
—El
jueves a las cuatro. Venga solo o lo lamentará.
EL SEÑOR MORRIS Y SU SECRETARIA
—Siiii,
señor.
—¿Le
pareció reconocible la voz del hombre que llamó?
—No,
señor Morris, jamás la había escuchado.
—¿Dijo
algo en particular?
—Quería
hablar con usted, tenía urgencia.
—¿No
dijo nada en especial?, ¿algo que sirviese para identificarlo?
—Dijo
que si quería ver a su hija con vida lo atendiese rápidamente y que estaba en
un teléfono público.
—¿Qué
más?
—No
sé, ninguna cosa importante.
—Todo
lo que pueda recordar es importante.
—Dijo
que no tenía más fichas telefónicas.
—¿Qué
otra cosa dijo? ¿Usó alguna expresión que le haya llamado particularmente la
atención?
—Hablaba
de un modo común.
—¿Se
dirigió a usted con respeto?
—No.
—¿Cómo
la trato?
—Me
llamó «concha con desodorante».
—¿Es
común que la llamen así?
—Señor
Morris…
—Está
bien. Señorita, siga con su trabajo. Le agradezco la colaboración.
—Bien,
señor.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Quereme,
Plástico Cruel, aunque no me entiendas como yo te entiendo pero te quiero.
—Nos
llevaríamos mejor si te hubiese conocido hace diez años.
—Linda,
habríamos provocado la revolución sexual infantil: hace diez años, yo era un niño.
EL SEÑOR MORRIS Y SU SECRETARIA
—Lo
está esperando el señor Froilán Frula.
—¿Quién
es el señor Froilán Frula?
—Es
el detective que usted pidió, lo envió su amigo Charly, el director de la
agencia de detectives privado.
—Yo
no sabía que tenía un amigo que dirige una agencia de detectives.
—Eso
mismo le dije yo. Me respondió que se conocen de la universidad.
—Desde
que la prensa se ocupa de mi fortuna, mis compañeros de universidad se
multiplicaron. Haga pasar a ese señor…
—Froilán
Frula.
—Qué
nombre extraño para un detective, ¿por qué no se lo habrá cambiado?
—Eso
mismo pensé yo, ¡suena tan ridículo!
—No
le pago para que piense. Haga pasar a ese señor Froilán Frula.
—Bien,
señor.
—No
hace falta que diga «bien, señor» cada vez que se retira.
—Bien,
señor… Perdone, señor.
—Haga
pasar a ese detective.
AXEL Y PLÁSTICO CRUEL
—Chupame
la pija.
—No.
—Quereme,
Plástico Cruel, quereme.
—Te
quiero, pero no entiendo por qué tenemos que estar siempre en la cama.
—Podemos
hacerlo de parados.
—Basta,
Axel, no seas desagradable.
—Quereme,
quereme un poco.
—Te
quiero muchísimo…
—Entonces,
quereme menos y chupame la pija más.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Buenas
tardes.
—¿No
podía llegar más temprano?
—Jamás
trabajo por las mañanas.
—Un
detective que jamás trabaja por la mañana. ¡A dónde hemos llegado!
—Hasta
aquí. ¿Desea que me retire?
—Acepté
esta entrevista porque, según parece, Charly es un viejo amigo y, además,
insistió.
—¿Su
viejo amigo le habló de mí?
—Dijo
que usted es extranjero, detective y científico. Espero que no tenga otras
cualidades.
—El
informe que el dieron es bastante completo.
—¡¿Bastante
completo?! Me dejaría más tranquilo si me dijera que es suficiente. No quisiera
enterarme de más particularidades suyas.
—Entonces,
digamos que es suficiente, agregando que jamás trabajo por la mañana. ¿Duda de
mí, señor Morris?
—Para
nada, directamente no creo en absoluto en lo que usted dice.
—Llame
al director de la agencia, su amigo Charly.
—Eso
mismo es lo que haré.
LA MADRE DE LINDA MORRIS Y EL ANALISTA
—¿Cómo
se encuentra, señora Morris?
—Con
un marido sicótico y una hija oligofrénica secuestrada por algún terrorista, ¿cómo
quiere que me encuentre?
—No
llore, señora Morris, si llora deja de pensar y de buscar una salida positiva.
—Ya
no sé que haría sin usted, licenciado.
EL SEÑOR MORRIS RECIBE LA LLAMADA DE BOMBÓN,
QUE FINGE SER CHARLY, EL DIRECTOR DE LA AGENCIA DE DETECTIVES
—Hola,
Charly, casualmente pensaba comunicarme con vos. Pedí el mejor detective y aquí
llega un individuo que me dice que no trabaja por las mañanas.
—Es
el único que puede resolver tu caso, es un detective científico.
—¿Es
brujo?
—No
es brujo, pero por muy poco.
—Entonces
llamaré a una agencia más seria.
—Somos
la agencia más seria. Ese individuo que está frente a vos, y espero que siga
estándolo, es el mejor detective, dejalo hacer.
—En
todo caso será «dejalo dormir», que es lo que está haciendo en este momento en
mi despacho. ¡Quién es exactamente este hombre Froilán Frula?
—Un
detective especial. Posee un método de investigación científica. Se basa en los
testigos mudos del delito.
—¿Huellas
dactilares?
—Si
con las huellas dactilares no se obtiene nada, Frula busca otros elementos:
sangre, semen, saliva, sudor, uñas, piel, pelos. Es un genio y, te pido
reservas, es cocainómano.
—No
quiero parecer obstaculizador, pero: detective, extranjero, científico y cocainómano,
son demasiadas particularidades hasta para un país absurdo como el nuestro.
—Confiá
en ese hombre, no te vas a arrepentir.
—Una
pregunta más, Charly.
—Las
que desees.
—Sólo
una, ¿este tipo no será, además, homosexual?
LA MADRE DE LINDA MORRIS Y EL ESTILISTA
—¿Qué
tal, señora Morris, como está?
—Con
el infeliz que tengo de esposo, con una hija secuestrada y con el cabello
reseco, ¿cómo quiere que esté?
—Llore,
señora Morris, llore. Tome mi pañuelo, llore todo lo que pueda, desahóguese.
—¿Usted
cree que me hará bien llorar?
—Por
supuesto, sobre todo para aflojar la tensión de los pómulos y para el brillo de
los ojos.
—Yo
no sé qué haría sin usted, Felix. ¿Cómo me veo ahora?
—Rutilante.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Señor
Frula, me levanto a las seis de la mañana, duermo cuatro horas y manejo varias
empresas. Me cuesta creer que alguien pueda ser eficiente trabajando sólo por
las tardes.
—Y
por las noches, señor Morris.
—Su
nombre es Froilán Frula, ¿verdad?
—Efectivamente.
—Perdone
la indiscreción, pero ¿por qué no se lo cambió?
—Esa
pregunta parece más propia de su secretaria que de una persona que duerme
cuatro horas y maneja varias empresas.
—Charly
me dijo que es usted extranjero.
—Así
es.
—Si
no le parece una pregunta de mi secretaria, ¿de dónde es?
—Soy
boliviano.
—De
modo que Bolivia, además de cocaína, exporta detectives.
—Según
su amigo Charly: «La mejor cocaína y los mejores detectives».
—Quiero
que empiece a trabajar rápidamente.
—Para
eso estoy acá.
—¿Hay
algo que desee preguntarme o, a esta altura, ya sabe todo?
—Me
gustaría conocer con detalles qué dijo el hombre que telefoneó por el rescate.
—Dijo
exactamente lo que le comenté hace unos instantes.
—No
me refiero al lugar, la hora o el dinero que pidió. Quiero saber si usó alguna
expresión particular.
—Ninguna,
fue una comunicación absolutamente normal.
—¿Hablaba
con corrección?
—Absolutamente
normal.
—¿Habló
normalmente con su secretaria?
—La
llamó «concha con desodorante».
—¿Debo
entender que es «absolutamente normal» que a su secretaria la llamen «concha
con desodorante»?
—Lo
ignoro, señor Frula. Y ahora tengo otros asuntos que atender, espero noticias
suyas en mi casa, a medianoche.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Un
niño corre a mostrarles a sus padres el dibujo de un jardín con cerdos, un sol,
una casa con chimenea y un camino que conduce a quien lo mira.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Llevé
en el auto a Frula. Es buen tipo Frula, lo único que me molesta de él es que
nunca da muestra de desearme. Es un poco puritano. Cuando llegamos a la mansión
de los Morris se estaba llevando a acabo una fiesta. La casa brillaba como un
incendio en el bosque.
A
la puta-frívola-reventada que soy le hubiera gustado figurar entre esos
invitados. Y la puta-anarquista-reventada que también soy quería barrerlos a
todos con una ametralladora.
AXEL Y PLÁSTICO CRUEL
Inauguraste
el NO. ¿Qué buscabas en mí y no lo encontraste? Quiero que una nube tóxica te
envuelva y desaparezcas. Que te vayas y que todos te hagan daño. Que por toda
la vida te hagan daño todos los hombres que toques. Te amo, Plástico Cruel, de
la única manera que sé amar, desastrosamente.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Permítame
estrechar su mano.
—¿Cómo
un gesto de amistad?
—No.
Quiero cerciorarme de que no lleva armas.
—Tengo
arma, señor Morris, pero no la llevo en la mano.
—Comprenderá
que con lo sucedido, me veo obligado a desconfiar de todo el mundo, señor
Frula.
—Llámeme
Frula, nada más. Suena ridículo «señor Frula».
—Yo
no lo encuentro nada ridículo.
—¿Sabe
qué quiere decir «frula»?
—No.
—Cocaína.
—Frula,
me gustaría saber si usted, políticamente, es de derecha o de izquierda.
—En
política, no hay izquierda ni derecha, señor Morris, sólo hay arriba y abajo.
—Le
agradeceré que no me mire con ese gesto.
—¿Con
qué gesto?
—Con
ése. Usted no mira, usted opina con sus ojos.
—Miraré
por la ventana mientras le formulo tres o cuatro preguntas.
—Me
parece lo más correcto. Y espero que sólo sean tres o cuatro, tengo invitados
que atender.
—¿Acaban
de secuestrar a su hija y realiza una fiesta?
—Mis
invitados y mis negocios son la misma cosa, Frula.
Esto
no es una fiesta, es un aquelarre de especuladores.
AXEL Y LINDA MORRIS
Todo
te lo habré enseñado. Cómo chupar una verga, cómo acabar juntos. No sé. Tantas
cosas. Otro lo podrá disfrutar. Más que yo. Es un pensamiento mezquino de mi
parte. Pero cuando me dejás caliente y te veo dormir como ahora, siento tu egoísmo
de plástico cruel. Me estoy haciendo la paja, Plástico Cruel, y vos dormís.
Cuando
acabe solo en el cosmos sin que nadie, salvo yo, se estremezca, vas a
despertarte y me pedirás que te acaricie el culo para volver a sumergirte en
tus sueños llenos de pijas y de semen. Y yo lo voy a hacer, porque ya habré
acabado y porque me gusta demasiado tu culo. Otro no tendrá nada que enseñarte,
todo lo que se puede hacer bajo la luna lo habrás aprendido conmigo. Otro podrá
disfrutarlo más que yo. Y ése será egoísta con vos, pero lo soportarás, te
excitará como me ocurre ahora a mí mientras veo tu culo que empieza a moverse
pidiendo que le haga algo más que acariciarlo y que, en tu sabia pereza, estás
segura de que lo haré.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Si
usted no consigue rescatar a mi hija, el jueves voy a pagar, Frula.
—¿Doscientos
mil dólares?
—Es
lo que gasto en los empleados que mensualmente se retiran de mis empresas.
—Es
usted un hombre muy generoso.
—No
es eso. A los empleados que se van hay que pagarles para detener los juicios.
—¿Y
por qué le hacen juicios?
—En
el trabajo se cometen algunas irregularidades.
—Si
no le parece una indiscreción, quisiera preguntarle…
—Todo
lo que usted pregunta me parece indiscreto, de todas maneras, ¿qué quiere
saber?
—¿Por
qué empresas tan rentables trabajan con irregularidades?
—Porque
así son más rentables.
—No
entiendo mucho de negocios, señor Morris.
—Le
voy a dar un ejemplo: en la fábrica de armamento pesado, es más barato pagar el
subsidio a una viuda que comprarle un equipo de seguridad a cada obrero, ¿ahora
comprende?
—Estoy
demasiado sorprendido como para entender.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
y su enamorada, Poliestirena Formofenólica Cruel, empezaron a romper las
porcelanas del amor. Axel está viviendo sus primeros tormentos. Soplan vientos
de la separación. No puedo evitar sentirme dichosa. Soy la peor.
FRULA Y LA MADRE DE LINDA MORRIS
—Señor
Frula, no quisiera perder el vuelo.
—Puede
tomar el siguiente, señora Morris.
—Ya
despaché mi equipaje y mis amigos irán a recogerme al aeropuerto.
—Tome
el siguiente vuelo. Es de muy buen gusto que el equipaje de una dama llegue
antes que ella.
—¿Desde
cuándo los bolivianos saben qué cosa es de buen gusto?
—Desde
que pudimos observar de cerca de la clase alta argentina.
—¿Es
un elogio o un insulto?
—Usted
elige, señora.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
sospecha que Linda lo engaña. Le dije que, en amor, cuando uno sospecha es
porque el otro traiciona. No hace falta más prueba que la sospecha. Le dije que
los celos son la evidencia del engaño y que ningún amante es celoso cuando no
es engañado. En fin, lo incité al plasticidio.
FRULA Y LA MADRE DE LINDA MORRIS
—Lo
siento, pero no puedo atenderlo. Debo ir a mis prácticas de underbody, ¿conoce
el método? Es lo último.
—Disculpe
mi ignorancia, señora Morris.
—Debería
practicarlo. Es para despertar la conciencia del esqueleto.
—Comprendo
la importancia.
—No,
no comprende. Y no me sorprende. Hay mucha gente que va por el mundo sin tomar
conciencia de su esqueleto.
—Señora
Morris, siempre que debo entrevistarla por el caso de su hija, usted está en
otra parte o tiene urgencia por ir a otra parte.
—Señor
Frula, en el horóscopo azteca soy «movimiento», de modo que es absolutamente
normal que sea una mujer activa. Buenas tardes.
LINDA MORRIS Y TRESPA
—¿A
dónde podemos ir, Linda?
—Con
mi Porsche, a donde quieras.
—Son
las ventajas del progreso.
—Del
que parecen estar en contra todos los amigos de Axel.
—No
yo. ¿Querés venir a mi casa?
—Vayamos
a tu casa.
MADRE DE LINDA MORRIS Y ESTILISTA
—¿Hubo
alguna novedad en el caso de su hija?
—Mi
esposo contrató a un detective que se llama Froilán Frula, ¿qué le parece?
—Un
nombre horrible.
—Usted
y yo siempre coincidimos, pero eso no es nada, además, es boliviano.
—¿Boliviano?
Su esposo se volvió loco.
—Eso
es lo que yo creo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Amo
de él todo lo que me niega (siempre hablo de Axel).
Cada
vez que la plastificada desaparece, Axel me llama para drogarnos juntos.
Nuestros encuentros terminan invariablemente con él, de pie, fumando un
cigarrillo y yo, arrodillada, chupándole la pija. No da para más y lo amo. ¿Qué
haría una verdadera mujer en mi lugar? Lo ignoro.
FRULA Y LA MADRE DE LINDA
—No
voy a aceptar que un detective boliviano me someta a un interrogatorio.
—¿Prefiere
que lo haga el sargento de la policía argentina?
—¿Por
qué se hizo detective usted?
—Cuando
se nace pobre y con un poco de inteligencia, modestamente, sólo se puede ser
detective o delincuente.
—O
terrorista.
—Sí,
pero carezco de ideales…
—Y
de moral.
—Eso
es muy cierto, señora.
—¿Y
por qué no se hizo usted delincuente?
—Porque
no tenía dinero para comprar un arma. Las agencias de detectives proveen una
sin pagar.
—Usted
no me gusta.
—Nunca
le he caído bien a los delincuentes.
—¿Está
insinuando que soy una delincuente por el sólo hecho de que soy rica?
—No
fue una insinuación.
—Si
continúa faltándome el respeto ordenaré que lo echen de está casa ya mismo.
—Creo
que decididamente usted prefiere ser interrogada por la policía, no tengo inconveniente
en pasarles mi informe y que ellos continúen el caso de su hija.
—¿Qué
es lo que necesita saber?
—¿Qué
cosa hizo usted los días siguientes a la desaparición de su hija?
—¿No
pretenderá que las recuerde todas?
—¿Fue
a un desfile de modas, a una fiesta o a un teatro?
—Creo
que sí, el primer día fui a un desfile de modas, el segundo día a una fiesta…
—Y
el tercero a un teatro.
—Probablemente.
—No
está colaborando, señora.
—¿Por
qué habría de colaborar?
—Supongo
que por amor a su hija.
—¿Qué
quiere que haga? ¿La escena de la madre destruida?
—Sólo
me gustaría saber por qué una mujer continúa su vida social cuando se entera de
que su hija será descuartizada por sus raptores si no reciben el dinero a
tiempo.
—Señor
Frula, dígame por qué estos seres secuestraron a mi hija.
—Supongo
que necesitaban dinero, señora Morris.
—Es
doloroso pensar lo mal hecha que está la vida.
—¿Por
qué no toma su chequera y la corrige?
—He
visitado a algunas amistades. Es lógico que me reuniera con ellas para
contarles lo que estaba viviendo.
—¿Qué
estaba viviendo, señora Morris?
—Un
drama de noticiero de TV. Le agradeceré que ya me deje descansar.
—Una
última pregunta.
—Sólo
si me promete que de veras será la última.
—Se
lo prometo, señora Morris.
—Pregunte
entonces.
—¿Quiere
usted a su hija?
—No.
—¿Por
qué?
—Señor
Frula, ya le respondí su última pregunta, buenas noches.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
siempre lo envidió a Trespa porque tiene la pija más grande. Y ahora supone que
Linda lo está engañando con Trespa. Le explico que un motivo como ese no es
suficiente para que una mujer deje de amar a un chico como él.
Insisto
en que esa mujer tendría que estar muy enferma para dejarlo a él por un motivo
tan gastronómico. Dejé entrever una vez más, que Linda es una tonta del culo.
Con Axel hay que ser sutil.
FRULA Y LA MADRE DE LINDA
—¿Cuándo
fue la última vez que vio a su hija?
—Fue
en el restaurante del Place. Yo le había preguntado qué clase de salsa quería
para acompañar los langostinos. Me acuerdo que recé por que no pidiese salsa
siberiana, Linda nunca supo armonizar sabores… Bueno, estábamos en eso cuando
entraron los Hudges. Los Hudges comen siempre en el restaurante Place. Crucé dos
palabras con la señora Hudges y cuando terminaba de decir «le presento a mi
hija…», descubrí que Linda ya no estaba a mi lado.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
El
frío de la calle me hiela las piernas: lo mejor que tengo para mostrar. Y las
tetas. Hacer la calle en invierno es humillante. Yo cobro tarifas diferentes
por cojer vestida o totalmente desnuda. Sin calefacción es más caro. En cambio,
en verano no hago estas especulaciones. Me encanta sudar. Me encanta revolcarme
desnuda en el sudor de un hombre. Terminar empapada en el sudor de una cama de
verano: esa es mi felicidad.
LA MADRE DE LINDA Y SU ANALISTA
—¿Por
qué se encuentra tan alterada?
—Vino
a verme otra vez ese detective boliviano. No sé por qué le temo más a él que a
los secuestradores de mi hija.
—¿La
molestó con sus preguntas?
—No
son sus preguntas lo que me irrita. No sé qué es. Pero siempre me hace sentir
como una estúpida. Es como si no creyera en mi sensibilidad.
—¿Por
qué no lo despide?
—Según
mi esposo, es el mejor detective que hay en la ciudad. Cuando le dije que
estaba desesperada, miró la piscina y pasó su mano por el borde de mármol. Me
miraba con eso ojos como escarabajos que tienen los indígenas. Yo le dije: «Señor
Frula, cuando una mujer está desesperada, está desesperada aunque tenga un
camarero tailandés que le sirva el cóctel en una piscina de mármol.»
—¿Tiene
un camarero tailandés?
—Sí,
es un barman excelente, ¿nunca le hablé de él?
—Parece
que lo omitió.
—Ya
hablaremos, me crea serios conflictos, pero prepara el negroni como nadie. Lo
trajimos en el último viaje de…
—Continúe
hablándome de ese detective.
—Yo
le dije: «Nací rica, señor Frula, ¿qué se supone que debo hacer?, ¿repartir mi
fortuna entre los pobres?»
—¿Y
qué le respondió?
—«No
es una mala idea». Y apagó su cigarrillo en mi piscina.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Hoy,
Axel me llevó en taxi hasta el lugar de la cita con el padre de Plástico Cruel.
Hubo más vibración entre él y yo. Me abrazó varias veces. Cuando íbamos en el
taxi nuestras piernas se tocaron y él no se apartó. Al despedirse me besó en la
boca.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Fui
con el dinero y no sólo no me devolvieron a Linda, sino que nadie vino a buscar
el rescate. Tal vez llegué 1 ó 2 minutos tarde, pero no más.
—¿Cuánto
tiempo esperó?
—Un
tiempo lógico.
—¿Cuánto
es para usted, señor Morris, un tiempo lógico?
—Una
vez cumplido el horario de la cita, es el tiempo en que tarda en pasar un
negocio ante mis narices.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Cualquier
objeto de plástico dura más que un amor eterno.
AXEL Y BOMBÓN
—¿Por
qué no esperaste?
—Esperé,
pero el tipo no llegó.
—¿Hasta
qué hora esperaste?
—Un
tiempo lógico.
—¿Qué
es para vos un tiempo lógico?
—Una
vez que cumplido el horario de la cita, es el tiempo en que tarda en pasar un
hombre.
—Te
hiciste un levante y te fuiste a cojer.
—El
tipo no vino a la hora fijada y en eso pasó un taxi, lo miré por si Morris venía
adentro, pero el tipo interpretó mal mi mirada y… me llevó a dar una vuelta en
pija.
—No
había contado con esa parte tuya cuando te elegí para este trabajo.
—Si
no me das lo tuyo, tengo que agarrar lo que venga. Cuando veo un hombre me
caliento como el mercurio de un termómetro metido en el culo de un bebé que
tiene cuarenta grados de fiebre.
LINDA MORRIS Y TRESPA
—¿Por
qué no me pedís que vaya a Francfort con vos?
—¿Vendrías
conmigo a Francfort?
—Sí.
—¿Y
Axel?
—Él
me puso Plástico Cruel y me tiene por descartable, ya me cansé.
—Pero
te quiere.
—Vos
también me querés. ¿Por qué si sos un ganador insistís en jugarla de perdedor?
—¿Te
gusto?
—Preparame
una buena línea que con eso me pongo sincera.
—Tomá.
—Desde
que te conocí me hice fantasías sexuales con vos.
A
veces le chupaba la pija a Axel, pero imaginaba que estaba con vos y que te hacía
gozar.
—Axel
nos va a odiar.
—¿Y
por eso nosotros no podemos amarnos?
—Creí
que lo querías.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA
—Señor
Frula, esto parece un prostíbulo.
—Se
lo agradezco, pero creo que está sobredimensionando la importancia de mi
oficina.
—Tenía
otra idea de lo que era la oficina de un detective.
—¿Un
whisky, señor Morris?
—No,
gracias.
—¿Una
línea de cocaína?
—No.
—¿Entonces,
un café?
—Le
acepto un café.
—Ya
está listo.
—¿Recalienta
el café?
—Es
una costumbre que tenemos los pobres.
—Sólo
vine por el tema de mi hija.
—No
me cabe ninguna duda.
—No
comprendo cómo puede trabajar para la policía un hombre que se droga y mantiene
un prostíbulo.
—Señor
Morris, trabajo para la justicia, no para la policía.
—Siempre
creí que eran la misma cosa.
—Usted
pasa demasiado tiempo ocupado en sus empresas.
—¿Qué
averiguó sobre Linda?
—Ya
estoy tras la pista de los secuestradores, mañana le podré dar un informe más
completo.
—Bien,
lo espero mañana, ahora debo marcharme.
—No
terminó su café.
—No
se preocupe, podrá recalentarlo nuevamente.
AXEL Y LINDA
—No
me toques. Estoy cansado.
—Mmm,
un cielo de tormenta se cierne sobre Axel, el cerdo.
—Si
querés hacer algo por mí, decime alguna cosa agradable.
—Sos
el mejor amante y el escritor más talentoso del mundo.
—Decime
algo que yo ignore.
—Axel,
el cerdo, está mal y por eso se hace el interesante.
—No
me hago. Soy interesante.
—Yo
sé lo que te pasa.
—Decímelo.
No me dejes morir sin la respuesta.
—Estás
mal porque no vine ni el sábado ni el domingo.
—Yo
nunca sé cuando es sábado, lunes o jueves.
—Sí,
pero sabés que hace dos días que no vengo por esta sucia cueva. Y en tu cabeza
de napolitano habrán pasado una película titulada «Las orgías de Linda Morris,
alias Plástico Cruel».
—Te
estás dando demasiado protagonismo, nena.
—Sí,
hombre duro. Pero dejame contarte que me quedé a dormir en la estancia donde se
casó mi mejor amiga.
—¿Todavía
se hacen esas boludeces como casarse, ponerse anillos, ir a la iglesia y tirar
arroz?
—Sí,
Axel, y son ceremonias conmovedoras, lo que nunca supe es por qué a los novios
les tiran arroz.
—Es
obvio. Porque los tomates manchan.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA
—No
he tenido nuevos llamados de los secuestradores.
—Quizá
los desenmascare antes de que vuelvan a comunicarse, tenga confianza en la
investigación científica.
—¿Si
asesinaron a mi hija, para qué puede servir que Ud. sea científico?
—Poseo
un laboratorio de investigaciones.
—¿Piensa
explicarme en qué consiste ese sistema científico o prefiere hacerse el
misterioso?
—No
hay ningún misterio. La ciencia no es ficción.
—No
tengo mucho tiempo, como comprenderá, ¿puede ir al grano, Frula?
—Considero
únicamente las huellas de ADN, ¿sabe qué es el ADN?
—Soy
un ejecutivo, no un científico.
—Es
el Acido-Desoxirribo-Nucleico, la molécula de la vida. Esta molécula se
encuentra en todas las células y contiene el código genético completo de cada
individuo.
—Hasta
ahora no veo cómo va a resolver el caso de mi hija…
—Cualquier
célula del individuo que atacó a su hija puede revelarnos datos fundamentales.
Es como si el asesino perdiese su documento de identidad en el lugar del
crimen. Para descubrirlo me basta con el análisis de un pelo o de una gota de
saliva.
—¿Y
qué espera, que el asesino le envíe una carta con un mechón de pelos?
—Señor
Morris, si los métodos científicos no los puedo aplicar, aplico los métodos clásicos.
SEÑALES DE TRANSITO
-perfumes
tóxicos-
el
aliento de un amante
en
la oscuridad
LINDA Y TRESPA
—¿Qué
significa tu nombre?
—Tres
patas, desde que era muy chico me llamaban así.
—¿Por
qué?
—No
quisiera resultar desagradable.
—Después
de haber vivido con Axel, todos los hombres me parecen monaguillos.
—Tampoco
soy eso.
—¿Vas
a decirme o no por qué te llaman tres patas?
—Porque
tengo la pija bastante grande.
SEÑALES DE TRÁNSITO
El
inventor de la rueda redondeó la palabra adiós. La hizo más ágil, más dinámica.
Su invento es una fiesta triste. Ocupó en la historia del amor un protagonismo
tan lamentable que por eso nadie recuerda el nombre de ese genio.
AXEL Y LINDA MORRIS.
—¿Qué
pasó con Trespa?
—Fuimos
a dar una vuelta.
—¿Desde
las 12 de la noche hasta las 6 de la mañana?
—¿Me
espíás?
—No.
No te espío. No hace falta que me respondas.
—Puedo
responderte.
—No.
No lo hagas. Prefiero tu silencio a que me cuentes una mentira.
FRULA Y LA MADRE DE LINDA.
—Perdone
la demora, señor Frula, pero necesitaba cambiar de ropa.
—¿Usted
mira mucho cine, verdad señora?
—Me
encanta. ¿Por qué lo dice?
—Porque
se viste como la mujer de un gangster de película.
—¿Desde
cuándo los detectives saben de moda?
—Sólo
intentaba decirle algo simpático.
—Pues
lo único que consigue es ponerme nerviosa.
—No
confía en mí, ¿verdad, señora?
—No.
Y si faltara algo en mi casa no dudaría en suponer que usted lo robó.
—Generalmente,
robar es poner las cosas en su sitio.
—¿¡Pero,
qué clase de policía es usted!?
—No
soy policía. Soy detective.
—¿Un
detective no trabaja para la policía?
—No
necesariamente.
—Señor
Frula, está logrando irritarme. ¿Para quién trabaja usted?
—Si
es por mi cuenta, lo hago para la justicia. Si me contratan, trabajo para el
que me contrata.
—No
sé cuántos son sus honorarios, pero tengo mi propio dinero, si se retira de
este caso, le pagaré el doble de lo que le haya ofrecido mi esposo.
—Es
demasiado, señora.
—Considérelo
una obra benéfica.
—Nunca
abandono un caso sin resolverlo.
—No
sabía que los bolivianos tuvieran convicciones tan firmes.
—No
son convicciones, es curiosidad. Señora Morris, ¿conoce usted a los amigos de
su hija?
—A
algunos.
—¿Sabe
sus nombres o dónde viven?
—No
sé dónde viven ni cómo se llaman.
—¿Su
hija no los nombró nunca?
—Sí.
Pero todos tienen apodos rarísimos.
—¿Recuerda
esos apodos?
—No
se, La Mola, Tresna o algo así, y creo que Alex era el que más estaba con ella.
—¿No
serían La Malco, Trespa y Axel?
—Puede
ser.
—¿No
recuerda cómo son físicamente?
—No,
por supuesto, señor Frula, créame que lamento interrumpir esta conversación,
pero tengo cita con mi analista.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Te
acostaste con Trespa?
—No,
siciliano celoso, no me interesa para nada.
—Sin
embargo se miraron de una forma extraña toda la noche.
—Axel,
¿no se te van a pasar nunca los celos?
—Tendría
que dejar de amarte.
—Antes
me decías que no te importaba que me acostase con todo el mundo.
—Antes
no sabía que te quería tanto.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA
—Volvieron
a llamar por el rescate. Mañana a la misma hora en el mismo sitio. ¿Qué me
aconseja, Frula?
—Vaya
y pague. Es la manera más rápida de recuperar a su hija.
AXEL-BOMBÓN-FRULA-TRESPA-LINDA
—Perdimos
a La Malco.
—¿Qué
quiere decir que la perdimos? ¿Qué se fue de viaje o que la canjeaste por 10
gramos de cocaína?
—Eso
es imposible. Nadie daría 10 gramos por La Malco.
—Se
suicidó. Se tiró bajo las ruedas de un tren.
—¿Por
qué de esa manera tan horrible…? Bajo las ruedas del tren…
—Supongo
que porque no es posible matarse tirándose sobre el techo del tren.
—En
eso, hay que reconocerlo, fue sensata.
—Se
mató porque nadie supo quererla.
—No,
se mató porque ella no supo quererse.
—¿A
dónde quieren llegar con estos comentarios desubicados?
—A
no sentir culpa.
—¿Sentimos
culpa?
—A
mí me da pena.
—¿Nadie
va a llorar?
—¿Dónde
está el cadáver?
—Sigue
tirado al costado de las vías.
—No
me sorprende, La Malco siempre fue negligente.
—No
es eso. Las ambulancias de la morgue están en huelga.
—¿Nadie
va a llorar?
MADRE Y PADRE DE LINDA
—¿En
ese sobre te enviaron el anillo?
—Sí.
—¿Había
algo más?
—Sí.
—¿Podrías
dejar de responderme con monosílabos?
—Sí.
—¿Qué
más había en el sobre con el anillo de Linda?
—Un
dedo.
—¿Un
dedo…? ¿Y de quién?
—De
Linda.
—No
debo llorar. No debo llorar. Mi analista me dijo que no debo llorar. Aunque mi
estilista dice que es mejor descargar. No sé qué hacer. ¿Dónde está?
—¿Quién?
—El
dedo.
—En
poder de mi secretaria.
—Pedí
que lo envíen inmediatamente.
—¿Por
qué?
—Porque
soy la madre de… ese dedo.
—¿Para
qué hacer que traigan el dedo de Linda?
—Es
parte de nuestra hija.
—Es
sólo un dedo.
—Esta
será su casa hasta que pueda reunirse con el resto de Linda.
—Como
quieras.
—Además
se me acaba de ocurrir una idea.
—Espero
que estés hablando en broma.
—Vamos
a guardar ese dedo en el freezer hasta que recuperemos a Linda. Quiero que se
sienta orgullosa de sus padres.
—Ya
mismo ordeno que lo traigan.
—Voy
a reservar turno en alguna clínica de New York para los dos.
—¿Para
quiénes? Yo no creo que pueda viajar a New York.
—Yo
tampoco puedo viajar. Es para Linda Morris y su dedo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
No
creo que exista nada que yo no sea capaz de hacer por Axel. Cualquiera que haya
tenido una amiga malcojida y suicidada y que se haya visto en la obligación de
encontrar y ocultar, ante la mirada implacable de los curiosos, un dedo de su
mano cortada brutalmente por el acero de las ruedas de un tren para ponerle el
anillo de una joven rica secuestrada, con la finalidad de enviar anillo y dedo
al padre millonario para que éste pague el rescate, comprenderá lo difícil que
resulta efectuar esta operación
LA MADRE DE LINDA Y SU ANALISTA
—¿Cómo
se siente ahora que ha recuperado una parte de su hija?
—Es
una parte muy pequeña. Si me hubiesen enviado a Linda y se hubieran quedado con
el dedo, me sentiría un poco mejor.
—No
es lo mismo, señora.
—¿¡Cómo
que no!? Si lo que ellos quieren es el dinero, vamos a pagar lo mismo porque
Linda recupere su dedo o porque su dedo recupere a Linda. Mi hija no sería mi
hija sin todos los dedos de su mano.
—Señora
Morris, considero que tendrá que venir 4 veces por semana.
—¿De
veras cree que debo venir dos veces más?
—Por
el bien de su salud mental y porque en febrero voy a viajar a Europa.
—¿Por
qué mejor no llama a éstas, sesiones intensivas y me las cobra el doble?
—Es
una idea brillante, señora Morris.
—Cuando
se trata de hacerle gastar dinero a mi marido, siempre se me ocurren ideas
brillantes.
—Nuestra
primera sesión intensiva terminó.
—La
última pregunta…
—Mejor,
en la próxima, señora.
SEÑALES DE TRANSITO
Uno
debería ser el único de su especie
las
otras especies deberían ser
los
objetos sexuales para uno, pero sin posibilidad
de
atracción entre ellas. Y adiós a los celos.
LA MADRE DE LINDA Y SU ANALISTA
—¿Usted
cree que le quedará alguna marca horrible a Linda?
—Seguramente
sí. Pero con varias sesiones por semana, al cabo de unos años se habrá
reestablecido.
—No
me refiero a su estado psíquico. Digo si le quedará alguna marca luego de que
le pongan el dedo en la mano.
—Señora
Morris, yo soy analista y no cirujano.
—Qué
pena.
LA MADRE DE LINDA Y SU ESTILISTA
—Mi
analista me dijo que a Linda le va a quedar una marca horrible y que tendrá que
hacer tratamiento por largos años.
—Pero
no, señora Morris, hoy en día la cirugía plástica hace milagros.
—No,
Félix, me refería a una marca psicológica, un trauma.
—Eso
se cura con un viaje, señora, mándela a Europa.
—Linda
ya está aburrida de ir a Europa.
—Entonces
a algún país exótico.
—Los
conoce todos.
—Entonces
va a tener que anotarla en algún vuelo charter al espacio.
—¡Qué
ocurrente es usted, Felix!
—En
eso salí a mi santa madre.
AXEL Y PLÁSTICO CRUEL
—¿A
partir de cuándo tengo deudas con vos? ¿Te debo haberme enseñado a fumar porros
o a jalar cocaína? ¿Te debo la cuota de ingreso al club de los marginados?
Cerdo Axel, no te debo nada que a su vez no me debas a mí. Me voy, Axel. Nos
hartamos los dos. Aquí no hay culpas ni deudas. ¿Qué pasó con tu inteligencia
precoz?
LA MADRE DE LINDA Y SU ESTILISTA
—Félix,
estilista, buenos días.
—Hola,
Félix, habla la señora Morris, tiene que darme un turno.
—¿Para
el viernes le parece bien?
—Tiene
que ser ya mismo.
—Ay,
no puedo, señora Morris, tengo toda la tarde ocupada.
—El
dedo de mi hija se lo cortaron al cadáver, mi hija se arrojó bajo un tren o la
empujó un terrorista, no sabemos, por favor, Félix, tenga piedad de mí, deme un
turno.
—En
ese caso, déjeme ver cuál puedo anular.
—Anúlelos
todos. A primera hora de la tarde estaré ahí.
—Bien,
señora Morris, la espero, siento mucho lo de…
¡Click!
AXEL Y LINDA
—No
te vayas.
—Esta
historia terminó.
—¿Hay
otro tipo?
—Hay
miles de tipos.
—Todos
de plástico.
—Serán
más apropiados para mí, según vos.
—¿Por
qué no les mentís a ellos en lugar de mentirme a mí? Deciles que los querés,
pero engañalos conmigo. Quereme sólo a mí, acostate con todos, pero quereme a mí.
Seamos amantes.
—Eso
es ridículo, Axel, tenemos que separarnos y basta.
—No
me parece la solución más creativa.
—Cuando
el amor se termina, una pareja se separa. Es tan elemental que no tendría que
explicártelo.
—A
mí no se me terminó el amor.
—Axel,
sólo querés que me quede a tu lado por comodidad y por orgullo.
—No
me juzgues según tu manual de códigos morales. No quiero retenerte por
comodidad ni por conveniencia.
—Yo
no dije conveniencia, dije orgullo.
—¿Orgullo
ante quiénes?
—Ante
vos mismo.
—Estoy
demasiado ocupado con el dolor de perderte como para pensar qué-diré-yo-de-mí
porque una mujer deja.
—Me
voy.
—Te
dije alguna vez que sos la mujer más hermosa que conocí en toda mi vida.
—Toda
tu vida, Axel, tenés diecisiete años.
—No
te vayas.
—No
puedo quedarme, Axel.
—¿Por
qué no lo pensamos mejor?
—No
hay nada que pensar.
—¿No
querés darte una ducha? Hay un montón de ropa tuya en esta cueva.
—Axel,
¿vos pidiéndome que me bañe…?
—Estoy
dispuesto a pedirte lo que quieras, ¿querés casarte conmigo?
—Basta,
Axel, dejame salir.
—Cenemos
juntos y después te vas, en un instante preparo una cena.
—Son
las seis de la tarde, Axel.
—¿Te
vas con Trespa…?
—Me
voy y punto.
—Es
un tipo peligroso, como todos los cobardes. Es capaz de hacerle daño a
cualquiera.
—¿Y
el que abusa de una niña de nueve años, qué es para vos?
—Yo
no abusé de esa chica, sólo le di placer, creí que lo habías entendido.
—Lo
entendí perfectamente, Axel.
—No,
no es cierto. Nunca entendiste nada.
—Con
más razón para que me dejes ir sin hacer cuestiones.
—Te
voy a extrañar.
—¿Me
vas a extrañar a mí o al sexo que hacías conmigo?
—¿Qué
diferencia hay?
—Basta,
Axel, cuando la gente deja de amar, se separa. Y listo.
—Yo
no dejé de amar.
—Vos
no amás.
—¿No
es amor haber pasado tanta historia con vos?
—Tu
interpretación de cualquier cosa es tan cerrada como la de mi madre. Sos incapaz
de ver la realidad.
—¿Qué
realidad tengo que ver? ¿Que te vas a buscar otra pija?
FROILAN FRULA Y LA MADRE DE LINDA
—Si
se suicidó es porque no quería vivir más, señor Frula.
—¿No
le parece demasiado simplista su deducción?
—Es
así de simple: los que no quieren la vida, se matan.
—Tal
vez los que se suicidan son los que más quieren vivir.
—Eso
es un juego de palabras. Aquí no le faltaba nada. Se fue y terminó matándose. Y
no me diga que le faltaba amor porque eso es una tontería.
—Señora
Morris, un suicida es alguien que se equivocó de víctima.
—Debería
haberme matado a mí, ¿eso es lo que intenta decirme?
—Señora
Morris, no creo que yo pueda decirle nada que usted no sepa.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—La
mujer que debía recibir el rescate no vino, Frula.
—Se
habrá retirado del delito.
—¿Por
qué no le reemplazó otro de la banda?
—Probablemente
no funcionan como el directorio de sus empresas, son delincuentes menos
organizados. Pero quédese tranquilo que su hija está viva.
—Frula…
¿Cómo sabe que mi hija está viva?
—Entre
las características de mi personalidad que no le mencioné al presentarnos,
figura la clarividencia.
—Frula,
¿me está diciendo que, además de boliviano, científico, detective y cocainómano,
usted es… vidente?
—Afirmativo,
señor Morris.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Vamos
a cojer.
—¿No
podés insinuarlo de una manera más delicada?
—¿Nos
acostamos, mi cielo?
—No.
—¿Por
qué?
—Porque
el sexo por el sexo me parece un acto gratuito.
—Hacés
tantos actos gratuitos que no entiendo por qué cuestionás el más divertido.
—Me
cansé, Axel, me cansé de tu búsqueda de sensaciones baratas.
—¿Baratas?
La cocaína está carísima.
—No
hagas el idiota, me refiero a tu liberación sexual pasada de moda.
—Nunca
pretendí estar a la moda.
—Me
cansé de tu idea de que sólo se puede disfrutar de la vida tomando drogas y
fornicando bajo la lluvia de una dotación de caballos en celo.
—De
modo que preferís la clásica y aburrida manera de fornicar de Trespa.
Y
aunque Axel no se lo preguntó, ella dijo:
—Estoy
enamorada de Trespa.
SEXTA PARTE
«Partimos
en busca de la virginidad
y
llegamos a Sodoma.»
FEDOR
DOSTOYEVSKI
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Quiero
tanto que Axel me quiera que acentúo mi estupidez.
Exagero
lo que le cuento para que se ría de mí. Almaceno sus risas para cada
oportunidad en que necesito desesperadamente su cariño. Soy una idiota que
cultiva su estupidez como si fuese un jardín. Ya estoy para el convento.
LINDA MORRIS Y AXEL
—Cuando
te drogás te descontrolás demasiado, Axel.
—Nena,
precisamente esa es la razón por la que me drogo, para descontrolarme.
—Drogate
todo lo que quieras, pero nada de mearme ni de pedirte que te mee. Ya me aburrí
de esas porquerías.
—No
son porquerías, es amor.
—Vaya
idea que tenés del amor.
—Todo
el mundo ama mal, mi manera de amar es convertir el cariño en morbo. Te digo
que te quiero con mi pija, yo tengo el corazón entre las piernas. Vení a
besarme el corazón.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Yo
sí tengo noticias, Frula
—¿Qué
noticias?
—La
muchacha muerta responde a las características de Linda. Suicidio u homicidio,
al cadáver de esa muchacha le falta un dedo, la policía citó a mi esposa, irá a
la morgue para hacer el reconocimiento.
—Nadie
mejor que una madre para reconocer el cuerpo de su hija.
—Si
realmente se trata de Linda, quiero que encuentre al culpable, como sea. A la
policía no le mencioné nada sobre el secuestro.
—Lo
encontraré, señor Morris, no pierda la confianza en su detective.
MADRE DE LINDA Y SU ESTILISTA
—Félix,
atiéndame ya.
—Están
todos los turnos tomados, señora Morris.
—Anúlelos,
le pagaré por todos. Debo ir a la morgue a reconocer el cadáver de mi hija.
—En
ese caso, venga por aquí.
—Estoy
desolada, Félix.
—Quizá
sea el cuerpo de otra muchacha.
—¿Usted
cree?
—Últimamente
violan y asesinan a muchas jóvenes con las características de su hija.
—Yo
pensaba que Linda era más personal. Nunca aprobé su peinado ni su manera de
vestirse. ¡Qué terrible lo que estoy viviendo Félix!
—No
se preocupe, va a ver que el cuerpo no es de su hija, recuerde que a su hija le
falta un dedo.
—A
la que encontraron, también. Me lo dijo la policía.
—Eso
no quiere decir nada, señora Morris, hoy es muy común que secuestren muchachas,
las violen y les corten los dedos.
—¡Félix!
¡Por favor! El flequillo lo uso hacia la izquierda, ¡no se distraiga!
AXEL Y LINDA
…Y
sin que Axel hubiese preguntado nada, Linda dijo:
—Me
enamoré de Trespa.
FRULA Y LA SEÑORA MORRIS
—¿Por
qué pone tanto entusiasmo en su trabajo, señor Frula?
—Porque
me gusta descubrir la verdad. Y luego decirla pase lo que pase.
—¿Practica
eso con todo el mundo?
—Con
todos, menos con la policía, naturalmente.
—No
consigo entenderlo a usted, señor Frula. Debe ser un problema de lenguaje.
—Si
es por eso no se preocupe. No debe existir ninguna palabra en el mundo que
tenga el mismo sentido para los dos.
SEÑALES DE TRÁNSITO
En
el ángulo que forman las costillas superiores con el esternón del pecho de Axel
cazaron un ciervo en pleno vuelo.
AXEL Y LINDA
—Sí.
Me enamoré de Trespa —repitió Linda y su voz, como un flash, encendió la
memoria de Axel.
SEÑALES DE TRÁNSITO
No
me tires a matar como si tuviese repuesto.
AXEL Y LINDA
—¿Trespa?
—preguntó inútilmente Axel. Y un recuerdo, que se había resistido a pasar al
compartimento del olvido, ocupó su memoria. Resplandeció nítido y veloz como un
video-clip.
SEÑALES DE TRANSITO
-perfumes
tóxicos-
La
mirada que se cruzan los cómplices de una traición.
AXEL Y LINDA
—Tu
historia con Trespa empezó hace unos meses.
—¿Otra
vez te salió el siciliano celoso?
—Cuando
nos reencontramos en el recital, ¿Trespa te estaba abrazando?
—¿¡Cómo
se te ocurre!?
—Se
me ocurre porque te noté sobresaltada cuando me besaste.
—El
siciliano herido en su honor.
—No
te enojes.
—Voy
a salir.
—¿A
dónde vas?
—Axel,
basta, no soy una pertenencia tuya. ¿OK?
—OK.
MALDITA MEMORIA SELECTIVA
Por
varios caminos miles de jóvenes se dirigen al césped del estadio. Una banda
soporte llena el tiempo hasta que llega la estrella del rock.
Axel
y Linda ríen estúpidamente porque ya les sube el ácido que tomaron en la cueva.
Pronto
se pierden el uno al otro en la multitud gritona y densa.
Trespa,
que también está en ácido, detecta a Plástico Cruel y se detiene detrás de
ella. Apoya su bulto en el culo de Plástico y cuando ella gira se miran a través
del prisma lisérgico. Y ríen.
—Todo
está bien —dice Trespa—, soy yo.
—Está
bien —responde Linda y vuelve a girar dejando que Trespa le apoye su pedazo en
el culo.
Estimulado
por la onda de ella, Trespa pasa un brazo por el costado para acariciarle
suavemente las tetas.
Entre
el grupo de gigantes aparece Axel, como un niño perdido en el bosque.
Linda
se separa de Trespa y salta hacia Axel. Se besan.
Axel
percibe una actitud extraña en ella. No le da importancia. Vuelven a besarse.
—Está
Trespa —dice Linda.
—¿Dónde?
—pregunta Axel. Pasando por el costado de Linda, aparece Trespa, con los ojos
brillantes, y dice:
—Aquí.
Axel lo besa en la mejilla. Una ráfaga de confusión se filtra en su euforia,
pero prefiere dejarla pasar. Cuando está en ácido rechaza los pensamientos
oscuros. Sabe drogarse. Los tres se miran. Ríen. Y empiezan a bailar en estado
de gracia psicodélica.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Entré
sin llamar y descuarticé mis ilusiones.
AXEL Y LINDA
—Estoy
enamorada de Trespa.
El
metal de tus palabras atravesó con su filo el cuello de un ñandú. El ñandú en
pleno salto. El metal entrando en el cuerpo caliente. Se partió su vida en el
aire. Y sólo quedó en la tierra un nudo de patas muertas.
«Estoy
enamorada de Trespa.»
Fusilaste
con una ráfaga las palomas que dormían en la cornisa de mis pulmones.
«Estoy
enamorada de Trespa.»
Activaste
una bomba en el cajón donde mis ratas hacían el amor desesperadamente.
«Estoy
enamorada de Trespa.»
Hundiste
todos los barcos. Quebraste todos los aviones.
Lanzaste
automóviles por los acantilados.
«Estoy
enamorada de Trespa.»
Tu
voz ametralló a un niño que corría a mostrarles a sus padres el dibujo de un
jardín con cerdos.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Por
todo lo que usted consume, le convendría destinar este petit prostíbulo a la
elaboración de cocaína, sería un buen negocio.
—Fabricar
cocaína es un delito.
—Y
consumirla también.
—A
usted le gusta el whisky, señor Morris, y no se le ha ocurrido instalar una
destilería.
—Insisto
en que…
—Señor
Morris, detesto hablar de drogas, permítame jalar dos líneas y luego dígame qué
lo hizo venir hasta aquí.
—Vine
a decirle que el caso llegó a su fin. El cadáver de la chica que se arrojó bajo
el tren es el de mi hija. Fue un suicidio. Hubo testigos.
—La
policía se ha equivocado, no es el cuerpo de su hija.
—Creo
que es usted quien se equivoca, Frula, mi esposa la ha reconocido.
—Analicé
un pelo del cadáver.
—¿Quién
lo autorizó a tocar el cuerpo de mi hija?
—No
lo toqué.
—¿Entonces?
—Ese
cuerpo que encontró la policía y que su mujer reconoció como el de su hija, no
es el de su hija. Se trata de una muchacha que vendía cigarrillos en la Estación
Central, conocida como La Malco. Era la persona que tenía que cobrar el
rescate.
—No
puedo entender que la policía haya confundido el cadáver de una cigarrera con
mi hija.
—¿Y
su mujer?
—Mi
esposa está borracha de sedantes, si le hubieran mostrado un orangután, también
hubiese dicho que era nuestra hija sin depilar.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Plástico
Cruel dejó a Axel, pero Axel no corrió a mis brazos.
Soy
demasiado tonta. Me engaño, hasta yo me engaño. Es demasiado evidente que Axel
nunca me amará. Aposté y perdí. Sí, soy una estúpida. ¡Al convento de travestis
directo!
ALUCINACIÓN
EL
SHOW DE AXEL Y PLÁSTICO CRUEL
Enormes corazones purpura suspendidos bajo
las luces /una cama redonda / una puerta a un costado / la puerta es lo único
blanco que hay en el ámbito / la iluminación es íntegramente en rojo / salvo un
spot dirigido hacia la puerta que es blanco: su intensidad aumenta cada vez que
Axel hace una referencia a la llegada de Plástico Cruel.
AXEL:
—¡Bienvenidos, señores y caballeros! Como todas las noches, llegó el momento de
asistir al gran número del Boogie-Bar… ¡El show de Axel y Plástico Cruel…! [mira hacia la puerta]… Plástico Cruel y
yo hacemos este show noche tras noche para demostrar que el amor es inagotable
y también irrompible. ¡Cuatro años consecutivos de éxito…! Pero hoy sucedió
algo inesperado… Plástico Cruel faltó a la cita. Súbitamente y sin señas
previas que hubiesen hecho sospechar este final… El show está montado para dos:
Plástico Cruel y yo. Todas las noches es así: yo empiezo a actuar y en un
sorpresivo momento ella aparece por esa puerta, justo cuando estoy masturbándome…
Pero hoy no me va a interrumpir… Se le confundió el amor y ha decidido dejarme para
siempre. ¿¡Qué carajo querrá decir «para siempre»!? Entonces, esta noche nada
tiene sentido. No tiene sentido que yo esté aquí y ustedes estén ahí. Ella no
va a entrar por esa puerta para besarme, quitarme la ropa y amarme a su manera.
De esa manera que a ustedes y a mí nos pone tan locos… ¿Escucharon un ruido? …
[va hacia la puerta y la abre]… ¡Qué
tonto…! Me pareció que era… que venía… que había entendido que su lugar estaba
acá… ¡Hay que ser tonto para hacerse tantas fantasías! … En esta parte va todas
las noches la canción de Plástico Cruel… [mira
hacia la cabina del sonidista] ¡Mándela igual! [va canción].
[Al finalizar la canción Axel está
tremendamente conmovido pero hace esfuerzo para que el público se sienta
incomodo]
AXEL:
—…Cuando esta canción termina yo sé que ella se está preparando detrás de la
puerta… Entonces le digo: «Bonita canción, y muy cierta, sobre todo, muy cierta»…
[mira hacia la puerta como si otra vez
hubiese escuchado un ruido / se convence de que no escuchó nada]… Yo le dije:
«No entiendo cómo… así de repente… me dejás de querer. ¿Qué te parece si
hacemos la función igual y después lo pensás mejor…?» Pero ella me respondió: «No…»
¡Qué palabra tan dura y sorda! El «No» es una palabra depredadora… Por eso digo
que esto no tiene sentido. ¿Qué hacemos acá? Si este show es para los dos y sólo
hay uno… Después ella entra sorpresivamente por esa puerta, me besa y me
desnuda… Yo le voy sacando la ropa con mi pie derecho… Cuando consigo quitarle
la última prenda estalla un aplauso espontáneo… Es el comienzo de la parte
fuerte del número…. Le pedí una noche más, sólo una noche más. Pero ella supuso
que luego le pediría siempre «una noche más» y nunca la iba a dejar irse…
Supongo que tenía razón… Dijo: «No». El latigazo en el hocico de un cachorro…
No… Si ella no aparece por ahí, este show no se puede hacer. No debe ser
entretenido ver a un hombre masturbándose y que ella no entre nunca… El dueño
del Boogie-Bar insistió en que saliera a escena igual y que mañana me busque
otra para que reemplace a Plástico Cruel… Cree que es tan fácil… [mira hacia la puerta]… No… sólo me… me
pareció que… ustedes saben… Si quieren me masturbo, pero es estúpido… si lo que
vienen a ver aquí son mujeres… Supongamos que ella entró hace rato y que ya nos
amamos cuatro veces… Entonces viene la canción que va antes del final… también
es un dúo, pero la puedo hacer solo. [Empieza
la música / Axel canta el mismo tema que cantó en off Plástico Cruel / cuando
termina de cantar su estado es lamentable].
AXEL:
— [Visiblemente destruido] ¡Apaguen
todas las luces y devuélvanle el dinero a esta gente!
[Apagón]
~ FIN DE LA ALUCINACIÓN ~
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Estoy
triste y es por Axel. Si él me hubiese amado, yo amaría la vida. Ni el HUBIESE
ni el AMOR existen.
AXEL Y FRULA
—¿Qué
vamos a hacer?
—Cobrale
tus honorarios a Morris y borrate.
—¿Qué
pasó?
—Se
terminó el juego.
—¿No
vamos a cobrar el rescate?
—No.
—¿Y
mi parte?
—No
hay rescate, sacale lo que puedas al viejo Morris.
—Pero,
Axel… ¿no te gustó cómo hice mi papel?
—Sí,
pero ya terminó.
—De
acuerdo, pero quiero que me expliques por qué no cobramos el rescate.
—¿Qué
vamos a dar a cambio?
—A
Plástico Cruel.
—Se
enamoró de Trespa.
—¿Trespa
te dejó sin tu chica?
—No
sé si Trespa me dejó sin mi chica o si Plástico Cruel me dejó sin mi amigo.
—Digamos
que te jodieron los dos… ¿Por qué las historias de amor siempre terminan mal?
—No
me interesa el tema, Frula.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
me preguntó qué tiene de interesante Trespa. Le expliqué que una mujer ardiente
puede perdonarle a Trespa su ancha franja de deficiencia mental. Es la clase de
individuo que una busca cuando necesita que una barra de carne apacigüe su
angustia. Trespa no es un hombre. Es un consolador.
AXEL Y LINDA
—¿Te
vas con Trespa porque tiene la pija más grande?
—Hay
un montón de cosas en la vida aparte del sexo.
—Pero
te vas con él por eso, ¿no?
—¿Cómo
podés suponer semejante vulgaridad?
—De
la misma manera que puedo suponer algo sublime.
—¿Y
por qué no suponés algo sublime?
—Porque
tengo una tendencia impulsiva hacia la verdad.
—¿Hacia
la verdad o hacia el tema del sexo?
—¿Te
gusta la pija de Trespa, no es así?
—Axel,
vos no sos un disminuido sexual.
—Pero
me dejás por Trespa. Ya no te intereso.
—¿Por
qué tenés que pensar que la causa está en vos? ¿Por qué no pensás que se debe a
que soy de plástico?
—Me
da asco tu forma elegante de mentir.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Su
hija se autosecuestró ayudada por un joven llamado Axel. Un travesti fue quien
hizo las llamadas telefónicas y quien debió haber cobrado el rescate la primera
vez. El suicidio de otra integrante del grupo interrumpió el cobro la segunda
vez. De esa muchacha era el dedo que le enviaron con el anillo de Linda.
—¿Por
qué no intentaron cobrar el rescate una vez más?
—Su
hija abandonó al joven Axel y se fue con otro amigo de ambos, conocido como
Trespa.
—¿Dónde
están?
—Desconozco
el paradero, pero sé que viajarán a Francfort.
—¿Todos
esos datos los descubrió con su método científico?
—No
fue necesaria la ciencia. Usé un sistema más sencillo.
—¿Cuál?
—Interrogué
a la portera del edificio debajo del cual vivieron Axel y Linda.
—No
me parece serio que un detective se guíe por los chismes de una portera.
—Nunca
fui un detective serio, sólo soy eficiente.
—Si
mi hija se fugó con ese delincuente, tiene que detenerlos, Frula.
—¿Y
de qué los acuso? ¿De estar enamorados?
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Vino
Axel. Una mala noche. Entró, se tiró sobre la cama y, como un niño consentido
al que acaban de negarle una golosina, dijo:
—El
amor es una convención de la cultura.
—¿Qué
pasó…? ¿Terminó la historia con Plástico Cruel?
—Sí.
—Entiendo.
—No.
No podés entender. Nadie entiende nada.
Se
acostó, vestido, y lloró hasta dormirse. Fue la primera vez, en mi puta y poética
vida, que un hombre durmió en mi cama y yo no intenté chuparle la pija. Lo amo
demasiado, soy una santa… lo amo demasiado.
FRULA Y EL PADRE DE LINDA MORRIS
—Este
casó terminó Frula, retírese.
—Me
gustaría marcharme con 500 dólares en mi bolsillo.
—¿Quinientos
dólares?, usted me causa gracia.
—Mis
humildes honorarios, señor Morris.
—Desaparezca
de mi vista, Frula, es usted quien debería pagarme para que no lo denuncie por
tenencia, consumo y tráfico ilegal de drogas, entre otros delitos.
—¿Quizás
le guste oír este cassette, usted habla en él acerca de las ganancias de sus
empresas y la ausencia de equipos de seguridad.
—¡Déme
eso!
—Me
sorprende lo infantil de su gesto, ese cassette era una copia.
—Tranquilicémosnos,
Frula, usted me causa un especial interés.
—Hace
unos instantes le causaba gracia.
—Olvídelo,
usted es una gran persona.
—No
sé si puedo decir lo mismo.
—Puede,
Frula, anímese. La humanidad es básicamente un rebaño de idiotas. Usted y yo
somos seres inteligentes, aunque hayamos nacido en clases sociales distintas,
la inteligencia nos une.
—No
entiendo qué quiere decir, Morris.
—Tengo
un negocio muy importante para ofrecerle.
—No
me interesa.
—Aquí
tiene sus 500 dólares y ahora le pagaré cien más por cada minuto que dure
nuestra conversación.
—No
tengo reloj.
—Tome
el mío. Ya llevamos 40 segundos.
—Lo
escucho, Morris.
—Le
interesará mucho saber cuál es el metal fundamental para mi fábrica de envases.
—No,
pero me está pagando por escucharlo.
—El
estaño. Otra empresa, que aún no es totalmente mía, lo extrae de las montañas.
Esa empresa rendiría mucho más si yo contase con un hombre de confianza, ¿sabe
cuál es el único país de América donde hay estaño?
—Lo
imagino.
—Así
es: Bolivia. Pensé que le interesaría entrar y salir del país sin pasar por
aduanas. Podríamos realizar nuestros negocios con custodia e, incluso, protección
de ambos estados.
—¿Me
está proponiendo una fusión de empresas?
—Exacto,
Frula, estuve leyendo algo sobre ese polvo que se mete en la nariz y creo que
juntos podemos ganar mucho dinero. ¿Qué me responde, Frula?
—Que
fueron tres minutos con cuarenta segundos, o sea: trescientos sesenta y séis dólares.
No grabé ninguna conversación con usted y ya olvidé el motivo de esta reunión.
—Tome
su dinero y, si cambia de idea, venga a verme.
—Adiós,
señor Morris… Ah, trate de rever su concepto sobre la inteligencia.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Axel
recibió un duro golpe en el centro de gravedad de su orgullo. Ella le dijo: «me
voy». Él le preguntó: «por qué». Y ella respondió: «Porque te quiero, pero
sexualmente ya no siento nada». Para Axel fue como haberle echado al fuego las
mejores páginas de su existencialismo genital. Cuando la plastificada se dio
cuenta de que la piedra había dado justo en el eje de la autoestima, trató de
suavizarla, pero Axel se cubrió las orejas con 444 manos para no escucharla más.
No le sirvió de mucho desconectar el audio porque, dentro de su cabeza, un
grupo de habilidosos ingenieros había instalado un cartel de neón amarillo y
rojo con la frase de Plástico Cruel.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Cómo
sobreviviste hasta ahora?
—Hasta
antes de la llegada del ejército de salvación vivía drogado y arrastrándome por
el suelo. Mientras el ejército de salvación me amó, viví drogado y arrastrándome
por el suelo. Ahora que el ejército de salvación me deja, viviré drogado y
arrastrándome por suelo. No te preocupes por mí.
SEÑALES DE TRÁNSITO
TRISTE
como aquél que está por alcanzar la libertad y cae en el último metro.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
No
es eso. Pero sin embargo es eso. Plástico Cruel lo dejó a Axel porque no tiene
una pija enorme como la de Trespa. Y sin embargo no es eso. O es eso. ¿Quién lo
puede saber?
AXEL Y LINDA MORRIS
—Hola,
Axel.
—Plástico,
¿dónde estás?
—No
quiero decírtelo.
—¿Estás
bien?
—Sí.
—¿Vas
a venir?
—No.
—Te
está tocando.
—No.
—¿Quién
es?
—No
quiero decírtelo.
—¿Estás
haciendo lo que realmente deseás?
—Eso
no importa.
—¿Dónde
estás?
—No
te lo voy a decir.
—Decime
el número de teléfono.
—No.
—¿Y
si me ocurre algo muy grave y terriblemente urgente? ¿cómo me comunico con vos?
—Por
favor, Axel, no empeores las cosas. Volveré a llamarte mañana.
—Llamala
a Bombón y dale el número, si me ocurre algo muy grave y terriblemente urgente,
yo la llamo a ella y ella te llama a vos.
—Voy
a cortar, Axel, hasta mañana.
—Plástico,
escuchame…
Click.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Me
llamó Axel a las once de la noche. Estaba solo. Me puse un modelo Marilin de
lamé amarillo, cartera y zapatos negros. Esa es mi fórmula de la elegancia:
solamente dos colores.
En
la calle descubrí dolorosamente que parecía más un taxi que una princesa de Mónaco.
La fórmula no había funcionado.
Felizmente
los muchachos del camión de la basura me gritaron tantas vulgaridades que
lograron levantarme el autoestima. Entré en la cueva de Axel: olor, desorden,
ratas que miran con ojos fosforescentes, penumbra. La casa del terror.
Las
páginas de los libros que está escribiendo Axel desparramadas por el suelo y él
estrangulándose con el cable del teléfono como en esa obra de Jean Cocteau.
—¿Por
qué seguís discando mi número si yo estoy aquí?
—Llamo
a la casa de Trespa. Sé que Plástico Cruel está con él.
Lo
besé, leí párrafos de sus libros, los elogié. Por momentos se olvidaba de esa
puta plastificada, pero cada tanto flasheaba y volvía a discar el número de
Trespa.
LINDA MORRIS Y TRESPA
Suena
el teléfono. Ellos saben quién es. Sobre la manta de piel, Plástico Cruel,
desnuda, se mueve. El ondular de una boa en la trampa. Trespa la obliga a
volverse de espaldas. Suena el teléfono. Nadie atiende. Ella hunde la cabeza en
la manta. El la obliga a levantar el culo y se coloca detrás, de pie, al borde
de la cama. El teléfono reinicia sus llamados. Plástico Cruel cierra los ojos,
mueve sus nalgas lentamente. La víctima en el altar de Sodoma. Trespa golpea su
juguete contra las nalgas habituadas al sacrificio. El teléfono grita. Trespa
entierra su pija en el cuerpo de Plástico Cruel y ella deja de oír el llamado
de Axel.
AXEL Y FRULA
—¿Qué
vas a hacer ahora?
—Suicidarme.
—¿Hablás
en serio, Axel?
—No.
—Qué
lástima.
—¿Por
qué?
—Tengo
una cuarenta y cinco que quiero vender y si te querías matar, podías comprármela.
—¿A
cuánto?
—¿De
verás querés comprarmela?
—No.
¿Qué vas a hacer, Frula?
—Voy
a poner un negocio.
—¿Vas
a trabajar?
—Sí,
a veces hay que trabajar.
—¿Qué
clase de negocio?
—Estoy
pensando en una casa de antigüedades.
—¿Hablás
en serio, Frula?
—Tengo
algunos cacharros, un neón rojo y otro verde y 100 gramos para fraccionar.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Extraño
tu culo sobre mi cara. Tu culo besándome en los labios. Recorro tus sabores.
Amo todo lo que hay en el edificio de la libertad.
SEÑALES DE TRÁNSITO
¿Lo
has olvidado ya? O todavía caminan por el borde de tus sábanas mis pies sucios
y los mirás con una sonrisa de sueño.
¿Lo
has olvidado ya?
SEÑALES DE TRÁNSITO
corazón
en reparaciones
lamentamos
las molestias que
pueda
causar. Pero es para brindar un
mejor
servicio en el futuro.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Hola
Axel, ¿cómo estás?
—Triste
como una película en la que al final matan a todos los delincuentes.
—¿Leíste
la última nota que te dejé?
—No.
—Se
la dejé a la portera.
—Ahora
que no me amás, me escribís demasiadas cartas de amor.
—No
era de amor.
—¿Es
posible que una carta no sea de amor?
—Sí,
Axel, hay muchas razones por las que se escriben cartas.
—Nombrame
una sola que tenga lógica.
—No
puedo. No hay ninguna que tenga «tu» lógica.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Reuní
un congreso de hormigas putas para que masticaran las hojas de tu recuerdo. Te
borré de las paredes, del techo, del aire. Dediqué días y noches a borrarte.
Lijé maderas, sombras y sábanas. Borré tu culo de las sillas. Hice un trabajo
de borradería tan bueno que, si algún día volvés, cuando trates de hablar, verás
que tenés borradas la lengua y las palabras.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Todas
las maldiciones son mentira, lo que yo quiero es que te quieran y que conozcas
el placer.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
No
sé si suicidarme o teñirme el pelo.
AXEL Y LINDA MORRIS
Cada
vez que leas las instrucciones en el sobre de una sopa sintética, verás en
letras mayúsculas: SALGA CORRIENDO HASTA LA CUEVA DE AXEL, TÓMELO POR LA SOLAPA
Y DÉLE UN BESO.
Te
quiero, plástico cruel, y siempre que esté encerrado, sin saber si es de día o
de noche, luchando con las palabras, te querré. Siempre que esté con la policía
en los talones, te querré. Siempre estaré esperando que te asomes sobre mi
hombro para mirar lo que escribo y decirme: «Si ponés tantas pijas y conchas y
culos y meadas y drogas, nunca vas a triunfar como escritor».
SEÑALES DE TRÁNSITO
Hay
que querer. Hay que querer y seguir queriendo. No parar de querer aunque te
digan que no. Hay que querer hasta que el NO se convierta en SI. Y entonces,
después de conquistado el amor, hay que querer el doble.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Hoy
un estudiante sin dinero me hizo acordar del día en que lo conocí a Axel. No
leyó nunca poesía ni sabe nada de cerdos, pero sonríe con la perversa inocencia
de Axel. Me llevó a la pensión en que vive. Hacía un frío enfermante en ese
cuarto, pero me desnudé totalmente. Cosa que no hago las noches de invierno ni
cuando el cliente paga poco. El estudiante pobre se comportó como un cachorro
destetado prematuramente. Obviamente no le cobré nada. Le dí dinero y le compré
cigarrillos.
Me
dijo que era hermosa. Y yo no tuve ganas de discutir.
LINDA MORRIS Y SU MADRE
—¿Qué
fue esa historia del secuestro? ¿Te das una idea de lo mortificada que estoy?
—Mamá,
hablemos de mujer a mujer.
—Eso
suena demasiado kitch.
—El
sexo, el amor y la soledad, ¿cómo te suenan?. Todo lo que realmente importa
suena kitch, mamá. Me cago en lo kitch.
—Qué
cambiada estás, Linda.
—Mi
forma de hablar puede que haya cambiado, pero sigo siendo yo: Linda Morris.
—No
estoy tan segura. Mi estilista dice que la forma de hablar es la forma de
pensar, aunque mi analista no cree en la importancia del lenguaje. ¡Qué
contrariedad!
—Mamá,
¿querés que nos enojemos o querés conversar?
—Quiero
conversar, pero con una hija normal, no con una jovencita que adquirió
costumbres tan raras.
—Lo
único verdaderamente raro, mamá, es ser normal.
—¿Es
eso que te metés en la nariz lo que te hace hablar de ese modo?
—Esto
simplemente me quita el miedo a parecer kitch. No te asustes, no intento
convertirte en una adicta a la cocaína.
—Si
está tan de moda voy a tener que probarla.
—Por
favor, mamá, hacé un esfuerzo por parecer humana.
—Si
no fuese humana no hubiera sufrido tanto por esto que nos hiciste.
—Tendremos
que inventar un lenguaje nuevo, sólo para nosotras.
—Me
parece demasiado trabajo… Perderíamos toda la noche.
—¡Qué
importa! Tenemos la noche, el día y todo el tiempo que nos haga falta hasta
llegar a tocarnos.
—¿Tocarnos…?
Estás hablando en sentido figurado, ¿verdad?
—…Ay,
mamá… No te escandalices, sí, lo decía en sentido figurado. Voy a casarme.
—¿Con
ese chico griego?
—No,
mamá. Con Trespa. Y nos vamos a Francfort de Luna de Miel.
—¿A
Francfort? El único atractivo turístico que tiene Francfort son las salchichas.
—Te
voy a traer la más grandes, mamá, así sentís algo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
El
estudiante se llama Gabriel. Otra vez me encuentro atractiva ante los espejos.
Disparen sus flashes paparazzi. Gabriel es una cámara fotográfica y poso para él.
Mi vida encuadra bellamente desde todos los ángulos. Un hombre duerme a mi lado
mientras escribo mi diario. Parezco un poco superficial, pero lo amo. Mejor
dicho: no sé si es amor o no, pero prefiero creer que es amor. ¿Qué pierdo?
SEÑALES DE TRÁNSITO
No
importa dónde estés, Plástico, no importa lo que hayas hecho, no importa para
qué, llamame cuando me necesites.
Me
gustaría saber que todavía sentís algo de no sé qué por mí, me gustaría subirme
a una carretera y que seas vos el sitio a dónde voy.
Llamame
cuando me necesites. Pero necesitame pronto.
SEÑALES DE TRÁNSITO
No
pudimos cometer ningún delito, ni siquiera fuimos buenos delincuentes.
ALUCINACIÓN
DESAYUNO
EN EL AEROPUERTO
El
viejo cerdo Axel y su anciana compañera, a quien llama, tiernamente, Plástico
Cruel, esperan el llamado para embarcar.
Despacharon
una pequeña maleta forrada en terciopelo, como único equipaje.
El
viejo cerdo Axel ojea el diario distraídamente mientras se enfría el café en la
taza.
La
vieja Plástico Cruel hunde una medialuna en el café con leche y mira con
fascinación aviones que aterrizan y despegan detrás de los cristales.
El
viejo detiene su vista en una página del diario y le comenta a su compañera:
—Salió
la noticia del robo a la joyería, una cámara oculta grabó todo, hay una instantánea
de los asaltantes.
La
vieja Plástico Cruel olvida la medialuna, los aviones, el café con leche, y
como si nunca hubiesen pasado los años, pregunta:
—¿Salí
bonita en la foto?
~ FIN DE LA ALUCINACIÓN ~
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Vamos
a tomar un café?
—No
tengo tiempo, Axel.
—No
importa, el café que vamos a tomar es muy corto.
—¿Y
para qué querés que hablemos?
—Para
saber si tu deseo puede volver a coincidir con lo que no hace mucho tiempo deseé.
—¿Para
qué querés que hablemos, Axel?
—Quiero
convencerte de que te acuestes conmigo.
—Eso
ya es imposible.
—No
hace falta que sea «ya», puede ser dentro de media hora.
—Quise
decir que siempre será imposible.
—Siento
pasión por todo lo imposible. Es terrible, Plástico.
—¿Qué
es lo terrible?
—Enamorarse
de una mujer, presentársela a un amigo, y que mujer y amigo descubran que están
hechos para amarse.
—Cuando
dejes de tener una visión tan infantil de la vida, vas a conventirte en un
adulto.
—Convertirse
en adulto: más que un premio parece una sentencia geriátrica.
—No
se puede hablar con vos.
—Depende.
—¿Depende
de qué?
—De
cuánto me amen.
—No
es así, Axel, depende de cuánto te estés amando vos mismo.
AXEL Y LINDA MORRIS
—¿Qué
necesitás?
—Nada.
—¿Para
qué me querías ver?
—Para
verte, sólo para verte.
—Axel…
—¿No
se te pasó?
—¿No
se me pasó, qué?
—Eso
de querer a otro.
—Tomé
una decisión, Axel, ¿cómo no podés aceptarla?
—No
puedo porque te quiero.
—Cuando
conozcas a otra mujer se te va a pasar.
—Quiero
quererte a vos, no quiero querer a otra.
—Estás
empecinado como un chico.
—Soy
un chico y me siento muy solo cuando hay luna redonda.
—Se
dice luna llena, Axel.
—No
me hagas sufrir.
—Yo
no te hago sufrir, vos estás empecinado en sufrir.
—Es
que no puedo entender por qué me dejaste.
—Las
causas no están en vos, están en mí, tenías razón, Axel, soy de plástico.
—Plástico
de alta calidad… y no me amás.
—Axel…
—¿Es
porque soy un delincuente…? ¿porque me rasco el culo…? ¿porque no uso
desodorante…? ¿porque soy muy pendejo?
—No
llores, Axel, por favor.
—¿Quién
está llorando?
—Nadie,
pero no llores.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Que
la mujer que ames esté en su habitación con otro hombre. Que la ames. Y que
ella esté haciendo el amor con otro hombre mientras vos estás en la habitación
de al lado. Que llenes el espacio de música para tapar voces y sonidos que
luego no podrías nunca olvidar.
Que
alguien golpee a tu puerta. Que al abrir la veas a ella envuelta en una toalla.
Que te sonría. Que te diga si podés ir a comprar cigarrillos, para ella y para
su amante. Que la mujer que ames haya ido hasta tu cuarto a pedirte que, ya que
estás vestido, compres cigarrillos para ellos.
Y
que vayas, que la quieras tanto. Que llueva. Que corras por la calle hasta el
quiosco a comprarles cigarrillos. Y que llueva mucho.
Que
regreses empapado con los cigarrillos. Que la llames.
Que
golpees a la puerta de su habitación. Que tengas que repetir su nombre. Que
escuches los sonidos de algo imprevistamente recomenzado. Que escuches jadeos
de placer. Que vuelvas a tu cuarto. Que pasen los minutos como siglos. Que
ella, la mujer que ames envuelta en su toalla, llame nuevamente a tu puerta.
Que abras y te encuentres otra vez con su sonrisa. Que tengas que sonreír. Que
debas imponerle otra sonrisa a tu confusión. Que le des los cigarrillos y que
ella te agradezca por haber ido con esa lluvia. Que te pregunte cómo estás. Y
que le respondas que estás bien. Y que no sea cierto. Que la ames tanto. Que te
suceda algo así… para que me entiendas.
AXEL Y LINDA MORRIS
—Sos
el mejor poeta del mundo.
—Me
gustan las chicas que saben cómo empezar una conversación.
—Estaba
extrañando este parque.
—Comprendo,
y viniste a decírmelo.
—No.
Vine a decirte algo yo misma, antes que lo sepas por otros.
—¿Me
va a poner feliz?
—Creo
que no.
—Entonces
no quiero enterarme, no necesito saber algo que no sirve para hacerme feliz.
Nadie necesita saber algo que no lo hará feliz.
—Axel…
—Solamente
decime que, haga las tonterías que haga, me vas a seguir queriendo.
—Eso
ya terminó.
—No
creas, todavía sigo haciendo tonterías. Linda, amá a todos los que quieras y
cuando te canses vení a verme. Estaré disponible.
—Eso
es totalmente absurdo.
—Me
gusta ser totalmente absurdo.
—Voy
a casarme con Trespa.
SEÑALES DE TRÁNSITO
Nunca
sabremos por qué amamos tan poco y tan mal, ni por qué destruimos lo que
amamos.
AXEL EN LA BODA DE LINDA Y TRESPA
-
Alucinación -
La
cueva y sus dos ratas debieron soportar un repentino cataclismo cuando Frula
dejó a Axel. Después de romper lo que había de rompible y de beber lo que había
de bebible, encontró un ácido intacto. Un ácido que guardaba con la esperanza
de que Plástico quisiera compartirlo con él.
Se
apaciguó. Una alucinación lo llevó hasta un pueblo de Sicilia. En la iglesia,
la ceremonia ya estaba llegando a su punto culminante.
El
cura preguntó:
—¿Linda
morris, aceptas por esposo a Trespa Porongoni y a su enorme pija para tragártela
todas las noches y para chupársela como Dios manda, cada vez que él lo desee?
—La
Iglesia se ha modernizado muchísimo —comentó la madre de Linda.
Plástico
Cruel no dijo SÍ. Tampoco dijo NO. Carcajeó un relincho de yegua y se levantó
el vestido de novia mostrando los dos agujeros terriblemente abiertos y
palpitantes.
—Antes,
las mujeres bajábamos los párpados, enrojecíamos un poco, se nos llenaban los
ojos de lágrimas y respondíamos suavemente SÍ —dijo la madrina.
—Estas
son las costumbres de las nuevas generaciones —aclaró la madre de Linda
tratando de salvar desesperadamente el honor de la familia Morris.
El
cura, acostumbrado a las tentaciones demoníacas, continuó, inmutable.
—¿Y
tú, Trespa Porongoni, aceptas a Linda Morris con su insaciable vagina, su boca
jugosa y su culo brillante para satisfacerla todas las noches y particularmente
las noches de lluvia? —cómo cambian los tiempos —comentó estúpidamente el señor
Morris. Trespa no dijo SÍ. Tampoco dijo NO. Peló su enorme garrote dispuesto a
ensartar a la novia en el mismísimo altar, ante la mirada perdida de
Jesucristo.
Se
oyeron varios ¡Oh! ¡Ah! ¡Oh! de las señoras presentes.
—¡Todavía
no! —dijo el cura—. Pero pió demasiado tarde.
La
tercera pata de Trespa había calzado perfectamente en la grieta de Linda Morris
de Porongoni. Y los novios, apareados, salieron cabalgando por la alfombra
hasta perderse en la intemperie.
—¡Qué
distintas son las nuevas generaciones! —insistió la señora Morris, pero esta
vez sus palabras carecían totalmente de convicción.
Entre
voces del coro, sobresalió la de Axel, el cerdo (adolescente y con el diablo en
la garganta) que empezó a cantar el ave maría en una versión tan desgarradora
que difícilmente hubiera podido igualar el más masoquista de los místicos de la
edad media.
AXEL Y LINDA MORRIS
Escribo
un personaje con tu nombre, Plástico Cruel, para obligarlo a hablar, para que
explique porqué abandonó al personaje que lleva mi nombre, Axel.
SÉPTIMA PARTE
«Ni
en el llegar, ni en el hallazgo
tiene
el amor su cima:
es
en la resistencia a separarse
en
donde se le siente.»
PEDRO
SALINAS
AXEL Y LINDA MORRIS
—Sí.
—¿Qué
dijiste?
—Que
sí. Que te veré en el parque, Axel.
—¿De
veras?
—Sí,
tonto.
—¿Y
Trespa?
—Se
fue a Francfort solo.
—Hoy
hay luna… llena.
—Redonda,
Axel.
—Me
estás volviendo loco, Linda.
—Vos
me volvés loca a mí.
—¿Decidiste
quererme de nuevo?
—Estoy
trabajando seriamente en el asunto, Axel.
—Entonces,
en el parque, a las siete, que ya es de noche y la luna está más grande que
nunca.
—OK,
a las siete.
—Me
voy a peinar y me voy a poner desodorante.
—¿Sin
bañarte?
—Hace
frío y no tengo agua caliente, pero puedo bañarme en las duchas de la Estación
Central, si querés.
—No,
Axel, andá como de costumbre, tengo miedo de no reconocerte.
—A
las siete… en el parque, Linda, te amo.
—¿No
estás enojado conmigo?
—Sí,
pero si me chupás la pija se me pasa.
—A
las siete en el parque, yo también te amo, cerdo.
BOMBÓN
-poeta
y puta-
DIARIO
Si
Plástico Cruel hubiera llegado a tiempo… «El hubiera no existe», me dice mi
estudiante. Qué rápido que aprenden los más jóvenes. Pero si Plástico Cruel
hubiera llegado a las siete al parque… No puedo escribir más. A la mierda con
este diario.
AXEL Y LINDA MORRIS
Camino
al parque, Linda ve una hilera de banderas amarillas con una firma de trazos
elegantes en la entrada del drugstore.
Una
sonrisa envuelta en visiones la llama. Cuando Linda atraviesa las puertas del
drugstore, otra sonrisa le pone en las manos una copa de champagne. Festejan el
lanzamiento de una nueva fragancia de Nina Ricci. Inesperadamente, Linda se
descubre rodeada de gente alegre. Le regalan un frasco de perfume para su madre
y otro para ella. Su belleza y su apellido le conceden un lugar de privilegio
en la fiesta. El ambiente cálido y el champagne no la llevan a olvidar la cita
con Axel, pero sí a postergarla.
SEÑALES DE TRÁNSITO
SE
REGALAN ESCOMBROS
La
mano de una escultura que parece decir adiós
Restos
del friso de las ilusiones
Estatuas
rajadas en la parte del beso
AXEL Y LINDA MORRIS
Una
hora más tarde, Linda se asoma por lo alto del parque.
La
luna alumbra un paisaje desierto. No hay gente en los bancos ni en los
senderos. Cerca de la glorieta en ruinas, tres hombres parecen discutir en un
film sin sonido. Uno de ellos es Axel y los otros le están pegando. Linda corre
por la pendiente. Uno de los desconocidos dispara dos o tres veces su arma.
Axel salta hacia atrás como un muñeco de estopa y cae ensangrentado. Los dos
hombres desaparecen entre los árboles.
Cuando
Linda llega a la glorieta, Axel alcanza a verla y aparta el dolor para
dibujarle una sonrisa.
—Axel,
¿quiénes eran? ¿Qué pasó?
—No
había un rastrillo… esta vez.
—Hablame,
Axel… Hablame y no te mueras. Bajo la luz de una luna indiscutiblemente redonda
queda su cuerpo inmóvil. Pero Axel tiene el pelo aplastado con jabón, despide
el agridulce olor de un desodorante barato y brillan tres condecoraciones de
sangre en su pecho.
Linda
recuesta la cabeza sobre las piernas de él y dice:
—Axel,
¿dónde te beso…? ¿Dónde te beso?
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