Al final de cada episodio de esta nueva biografía en clave de serie sobre la vida de un ídolo deportivo local, se nos advierte que estamos ante una " obra audiovisual basada en entrevistas con el futbolista profesional Carlos Tevez", a las que se suman hechos reales, artículos periodísticos e información de dominio público. También hay personajes, hechos y diálogos ficcionados, pero estas dramatizaciones resultan complementarias y accesorias frente a lo principal: aquello que se cuenta surge esencialmente de la memoria de su principal protagonista.
El propio Tevez convalida esta opción con breves apariciones al comienzo de cada episodio. No dice mucho, pero su elocuente testimonio alcanza y sobra para que esta serie tome saludable distancia de la mayoría de las biografías autorizadas sobre personas que se sobreponen a un contexto adverso y logran el éxito a partir de una suma de esfuerzos, talento y la invalorable ayuda de la fortuna.
Apache es más que la crónica de la vida de Carlos Tevez. El astro de Boca Juniors avaló un retrato sobre su vida que no gira (como suele ocurrir en estos casos) de modo exclusivo en torno de su figura, sino que acepta colocarse casi en un lugar secundario como parte de un escenario que se asoma al mismo tiempo a varias existencias paralelas. En esa atmósfera casi irrespirable (la del complejo habitacional Ejército de los Andes, más conocido como Fuerte Apache), la historia de Tevez va apareciendo de a poco como el único retrato de alguien que de a poco puede escapar de su destino.
El lugar en el que el futuro crack boquense nació y creció funciona como una reproducción ampliada, sin muros ni vigilancia, de la cárcel de San Onofre de la serie El marginal. Aquí y allá la vida vale muy poco y la ley la fijan los más fuertes, amos y señores de los negocios sucios. Apache es otra incursión de Israel Adrián Caetano en un terreno que conoce a la perfección. Pero aquí, a diferencia de El marginal, los rasgos de humanidad que contrastan con la sordidez del entorno quedan más a la vista, por fortuna muy lejos de cualquier atisbo sentimental.
Mientras el círculo de violencia y marginalidad parece cerrarse cada vez más, atrapando a sus ocupantes en lo que se vislumbra como un destino inexorable, Caetano abre de a poco las puertas de salida para que Tevez encuentre un camino que luego aprovechará en toda su magnitud, la suficiente como para poder contarlo. Lo ayudarán el fútbol, por supuesto, y todo lo que significa la toma de conciencia de sus figuras paternas, aquí en manos de los mejores actores de un elenco muy compacto: Alberto Ajaka (excelente) y Vanesa González.
En un relato coral que de a poco le va otorgando la relevancia protagónica, el debutante Balthazar Murillo luce toda su naturalidad y parece haber entendido a pleno lo que pasaba por la cabeza de Tevez en sus tiempos de adolescente. Todos los rubros técnicos lucen magníficos.
Por: Marcelo Stiletano
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