"Te vi parado en la esquina, parecías tan grande y hermoso
Realmente quería salir con vos, así que cuando sonreíste...
puse mi corazón en juego"
— 'X-Offender'
Treinta homicidios, en siete estados, entre los años 1974 y 1978.
Esta fue la confesión que Ted Bundy mantuvo durante todo un dilatado proceso judicial que, como es sabido, acabó con el serial killer siendo condenado a la silla eléctrica, sentencia que acabó cumpliéndose un 24 de enero de 1989 en la prisión de Raiford, Florida.
Diez meses después, el periódico local Tampa Bay Times aún no había acabado de exprimir la fiebre macabra que Bundy seguía proyectando sobre todo el estado. Sólo que la noticia que salió publicada aquel miércoles 8 era muy diferente a todas las demás.
"El modo en que Deborah Harry cuenta la historia es absolutamente aterrador", pudo leer la buena gente de Florida aquel día. "La cantante de rock, más conocida por su banda de post-disco y New Wave Blondie, sólo intentaba llamar a un taxi. Por poco acaba en desastre".
Harry recuerda detalles como, por ejemplo, que se encontraba en una calle del Lower East Side, en el Village neoyorquino, así como que ya era bastante tarde. "Un pequeño coche blanco se para, y el tipo se ofrece a llevarme. Así que yo seguí intentando ver si paraba algún taxi, pero él era muy persistente. Me pregunto hacía dónde iba. Era sólo un par de manzanas más allá, así que me dijo: 'Bueno, te llevo'. Me monté en el coche y, aunque era verano, las ventanillas estaban subidas casi hasta arriba.
Así que allí me encontraba yo sentada, pero él no se dirigía a mí. Intenté bajar mi ventanilla de forma automática, y entonces fue cuando me di cuenta de que no había mango de la puerta, ni manivela, ni nada. Por dentro, el coche estaba completamente desmontado".
Como es natural, la cantante entró en pánico e intentó bajar la ventanilla del asiento del copiloto con sus propias manos para poder saltar en marcha. "En cuando me vio, intentó girar una esquina a toda velocidad, así que yo salí disparada del coche y caí en mitad de la calle".
Debbie Harry no era famosa por aquel entonces.
Blondie ni siquiera existía.
Pero, quince años después de este incidente, convertida ya en una superestrella, concluyó que aquella noche había estado a punto de ser secuestrada por Ted Bundy. "Leí sobre él justo después de la ejecución", confesó al Tampa Bay Times. "Llevaba años sin pensar en aquello. La descripción sobre su manera de operar y cómo era físicamente y el tipo de coche que conducía y el periodo de tiempo en el que se encontraba en aquella área del país encajan perfectamente. Me dije: 'Dios mío, fue él'".
Podríamos pensar que se trata simplemente de una noticia amarillista en un diario de dudosa fiabilidad, pero nada más lejos de la verdad: la artista lleva contando la misma historia desde entonces, en diferentes entrevistas, libros (por ejemplo, 'Parallel Lives', de 2012) y, también en su autobiografía, 'Face It'.
La única diferencia es que ahora, por primera vez, Harry hace referencia a la gran cantidad de voces que han puesto en tela de juicio que aquel supuesto intento de secuestro fuese perpetrado por Bundy. "No me importa una mierda lo que piensen", sentencia. "Yo sé lo que pasó"
... pero... ¿qué pasó realmente?
Debbie Harry asegura que el episodio ocurrió a principios de los setenta, pero no existe ninguna prueba de que Ted Bundy estuviese en la ciudad en ese periodo de tiempo. Ni en ningún otro, ya que estamos. Sí sabemos que se graduó en la Universidad de Washington en algún punto del otoño de 1969, y que permaneció allí durante los siguientes cinco años. Fue entonces cuando Bundy cometió sus primeros asesinatos en la capital y sus alrededores, llegando a conducir hasta Oregon en una ocasión. Después, ya en el verano de 1974, se mudó a Salt Lake City. Sus víctimas pasaron, pues, a ser residentes de Utah y Colorado.
Es técnicamente posible que Ted Bundy montase en su coche desde Washington hasta la Gran Manzana durante una noche de verano previa a 1974, año en que se registran sus primeros asesinatos confesos. Sin embargo, su historia presenta otro problema a la hora de encajar en el modus operandi del asesino psicópata: el Volkswagen Beetle que llevaba cuando se ofrecía a llevar a autoestopistas solitarias era del todo normal, con sus manivelas y mangos de las puertas en su sitio. Oh, y era de color marrón. No hay pruebas de que Bundy condujese nunca un coche blanco, tal como Harry lo describe en 1989.
Hay dos detalles extra en la versión que Harry contó en 2012:
a) explica cómo el tipo que la invitó a subir, pese a ser bastante guapo, tenía un alucinante mal olor;
b) sitúa firmemente los hechos antes de las navidades de 1973, pues recuerda que "aún no estaba en ningún grupo" (y The Stilettoes, el que tuvo antes de Blondie, empezó a tocar a principios del 74).
El primero coincide al cien por cien con el testimonio de otras mujeres que, tal vez como ella, lograron escapar de la trampa que les tendió Bundy, pero el segundo es muy problemático: según la versión judicial, el asesino en serie no intentó hacer daño a nadie antes del 4 de enero de 1974, noche en que violó de forma inhumana a Karen Sparks. Es decir, la noche en que empezó la pesadilla que llegó a encarnar.
Sin embargo, esto es únicamente lo que el juez pudo probar y lo que sus abogados presentaron como confesión oficial.
Off the record, Bundy solía contar otras historias, en las que siempre aseguraba que esas treinta mujeres fueron sólo las que el estado de Florida pudo probar. El quid de la cuestión es que, además de todo lo demás, el tipo era un mentiroso, de modo que esas confesiones alternativas sobre la gente a la que supuestamente mató antes de 1974 están llenas de contradicciones internas. Si nos ceñimos a la versión oficial, por tanto, Ted Bundy no pudo haber intentado secuestrar a Debbie Harry en la Nueva York de principios de los setenta: las piezas sencillamente no encajan. Pero quién sabe si el homicida psicópata no realizó algunos ensayos frustrados previos a asaltar a Sparks en su domicilio. Quién sabe.
También es perfectamente posible que Harry se subiese en el coche de otra persona aquella noche, pero que, quince años después, su cerebro la identificase erróneamente con Ted Bundy.
A ella, desde luego, le da igual lo que piensen todos los demás...
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