Cuando los Ramones, en 1976, tocaron en el famoso club Roundhouse, Johnny Rotten, cantante de los Sex pistols, fue al backstage a saludarlos. Allí charlaron y Johnny Ramone, entusiasmado con la visita, le ofreció una birra a su nuevo amiguito punk. Rotten la aceptó y claramente la bebió sin problema.
El tema es que unos minutos antes los Ramones le habían puesto unas gotas de orina, mitad rito de iniciación y mitad broma, algo que siempre hacían a las personas que iban a los backstages para luego reírse de ellas. Cuando Rotten se enteró se enojó para siempre con los cuatro neoyorquinos.
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