
Comienza una madrugada y termina a la mañana del día siguiente. En ese tiempo, Juan y Marcos, pasarán por la experiencia de sus vidas, por algo nunca antes vivido, por lo que Marcos insiste en llamar "una en un millón". Dos minúsculos estafadores que habitualmente trabajaban por unos pocos pesos, se conocerán fortuitamente una madrugada, e imprevistamente se verán envueltos en un negocio de centenares de miles. Un negocio urgente, inmediato, tanto que no les permitirá dudar: tienen que seguir adelante, hacer lo necesario, tomar por el cuello a la única oportunidad que la vida les va a presentar. Y lo harán.
—¿Qué decías vos cuando te preguntaban qué querías ser?
—Yo quería ser complice.
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